Tomás Alvira Belzunce

Tomás Alvira Belzunce
Cuando yo era pequeño, en una de las clases de las escuelas de Villanueva de Gállego había una placa al fondo de la pared y que se asemejaba a las lápidas del cementerio, en ella rezaba “A la memoria de D. Tomás Alvira Belzunce, hijo predilecto de este pueblo y su benemérito maestro (1902-1908) recuerdo de sus discípulos”. Todos mirábamos aquella pieza de mármol gris oscuro con respeto, como si tras ella se encontrara este maestro que había dado clase a nuestros abuelos y desde ese lugar nos vigilara.
Tomás Alvira tenía también el nombre de Silvestre, pues había nacido el 31 de diciembre de 1879. Su padre era el maestro del pueblo y lo dejó huérfano con apenas veinte años, pero heredó la vocación paterna y se dedicó a la enseñanza. Tal como indica la lápida antes mencionada, ejerció como maestro en Villanueva entre 1902 y 1908. Durante este período contrajo matrimonio con una pariente suya llamada María Teresa Alvira, lo que hizo necesaria la dispensa papal. En 1908 obtuvo el número uno en las oposiciones de Magisterio y fue destinado como titular a la escuela de Montemolín, donde permanecería hasta 1918. Tras un breve paso por la Escuela de la Ribera inauguró el grupo escolar Gascón y Marín, en la zaragozana plaza de los Sitios. Tras ocupar diversos puestos técnicos y fundar un periódico especializado en la enseñanza “El Magisterio de Aragón”, Alvira fue requerido por Miguel Allué Salvador (Alcalde de la Ciudad) para ocupar la plaza de Concejal en el Ayuntamiento de Zaragoza hacia 1923, tras el golpe de Primo de Rivera, ocupando este cargo hasta su fallecimiento el 6 de junio de 1927 a la edad de 48 años.
A pesar de su intensa actividad pública y profesional nunca se olvidó de su localidad de origen. Presidente del casino Católico “La Unión” se preocupó porque en Villanueva existieran unas escuelas dignas de tal nombre y con ayuda del referido Allué Salvador, consiguió la construcción del grupo escolar que lleva el nombre de este político zaragozano, aunque popularmente sean conocidas como “Escuelas viejas” y que están situadas junto a la plaza de España. Aunque sí asistió el Alcalde de Zaragoza a su inauguración el 30 de marzo de 1927, Alvira no pudo acudir por encontrarse ya bastante enfermo.
Víctor Manuel Juan Borroy en su libro sobre Tomás Alvira “Los empeños de un maestro” (editado en Zaragoza en 1998) destaca la labor de este insigne villanovense y sobre todo su interés en la escuela nacional, antes que confesional (Alvira era un hombre de profundas convicciones católicas) así como su dedicación a la enseñanza, empeño que le fue reconocido tras su fallecimiento al poner su nombre a las escuelas de Montemolín, desde entonces se llama Colegio Tomás Alvira. Entre las muchas obras que dejó escritas destacar un librito dedicado a “Análisis gramatical con ejercicios prácticos”.
El 15 de marzo de 1928 el grupo escolar Allué Salvador de Villanueva de Gállego le tributó un homenaje póstumo en el que intervino su hijo Tomasín. El Ayuntamiento le nombró “Hijo predilecto” y el Sindicato Agrícola Divino Salvador, del que fue socio y Presidente, organizó un solemne funeral en sufragio de su alma. Sus discípulos costearon una placa, que es la mencionada más arriba, llenos de gratitud a quien supo «lleno de vocación y amor, formar su espíritu, cultivar su inteligencia y desarrollar su cuerpo». Hoy, la calle donde se encuentra ubicado el grupo escolar “Francisco Pradilla” lleva el nombre de Tomás Alvira Belzunce en su honor.

Placa en honor de Tomás Alvira que se conserva en el viejo grupo escolar
Allué Salvador de Villanueva de Gállego
Las fotografías han sido extraídas del libro Tomás Alvira Belzunce (1879-1927: Los empeños de un maestro, escrito por Víctor Manuel Juan Borroy y editado en Zaragoza en 1998 con motivo del centenario del colegio que lleva su nombre en el barrio de Montemolín.

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