Roque Joaquín de Alcubierre

 A puro machacar casi parece un estereotipo o un tópico el hecho de que Aragón es muy injusto con los aragoneses. Pero en el caso de Joaquín de Alcubierre casi es una definición. En cualquier otro país su nombre estaría no ya en calles o avenidas, sino que titularía centros públicos, bibliotecas, cátedras e incluso cursos monográficos y congresos sobre la labor de este Schlieman español. Con una sustancial diferencia a favor de nuestro arqueológo es que, Alcubierre no buscaba tesoros, encontró un tesoro y quiso administrarlo para que las generaciones futuras pudieran admirarlo.
Nació este zaragozano en 1702 y cursó estudios militares en su ciudad natal apadrinado por el conde de Bureta. Se hizo ingeniero y por su trabajo intervino en la reconstrucción de diversas fortificaciones en Gerona, Barcelona y Madrid.
En 1738 fue ascendido a Capitán y enviado a Nápoles, donde entonces reinaba el futuro Carlos III. Allí recibió el encargo de realizar unos trabajos de prospección con el fin de levantar una villa de recreo para el Monarca. Precisamente llevando a cabo estas catas descubrió la ciudad de Herculano hacia 1738. Inmediatamente lo comunicó al Rey quien le concedió permiso y financiación y una pequeña mano de obra auxiliar necesaria para continuar con las obras a mayor escala, aunque con escasos recursos humanos y materiales. A pesar de esto descubrió el teatro de la ciudad, varias estatuas y otros edificios. Diez años después de iniciados los trabajos, en 1748, comenzó la prospección de Pompeya que la encontró casi intacta, bajo las cenizas que expulsó el Vesubio en su erupción del año 79 d.C.
Alcubierre y su mecenas Carlos III no solo descubrieron un gran yacimiento arqueológico, que ofrecía información muy precisa e interesante sobre cómo era la vida en una ciudad italiana del siglo I, sino que cambiaron el concepto que hasta entonces se tenía de excavación y conservación. Del buscador de tesoros para beneficio privado o destinado solamente a colecciones reales, de la Nobleza o el Clero, se pasó al arqueólogo que recupera pasado con fines divulgativos y científicos, como lo demuestra que la mayoría de las obras encontradas están depositadas en el Museo de Nápoles y no solo eso, el descubrimento de Pompeya marcó todo un estilo artístico y creó una moda.
En 1750 fue ascendido a Teniente Coronel, fue entonces cuando sus subordinados comenzaron a cuestionar su forma de trabajar (era un hombre de fuerte carácter y muy estricto en su trabajo), lo que le hizo dimitir de sus responsabilidades como jefe de las excavaciones. Alcubierre prosiguió por su cuenta con sus investigaciones y en 1760 dio con el rotulo que le confirmaba que había descubierto la ciudad de Pompeya, además de realizar otras intervenciones en la zona como Sorrento, Capri, Pozzuoli y Cumas.
Llegó a Mariscal de campo (General de División) y falleció en Nápoles en 1780, fue enterrado en el Torreón del Carmen, del que era gobernador. En su ciudad natal es recordado con una pequeña calle paralela al Ebro, en el barrio de las Tenerías, junto a la desembocadura del rio Huerva.





 
Beltrán, M. ; Beltrán, A. ; Fatás, G. (dir. y coord.).Aragoneses Ilustres

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