Una riada del Ebro en imágenes (1871)

  A Principios de enero de 1871 se produjo una catastrófica riada en el río Ebro que, como es costumbre, afecto a todos los pueblos de la ribera, la Ilustración Española e Iberoamericana envió entonces a su dibujante, Tomás Padró, con el fin de que recogiera las imágenes que viera con motivo de esta crecida que, según fuentes de la época, no había tenido precedentes. Estas ilustraciones, que se publicaron en su día en la publicación madrileña, fueron tomadas antes de que se construyeran los actuales embalses y por tanto nos puede dar una idea de cómo eran las avalanchas del Ebro antes de que estos diques se levantaran.
El desbordamiento se produjo por el deshielo ocasionado por copiosas lluvias ocurridas hasta el 11 de enero de ese año. El desbordado cauce inundó vías férreas, carreteras, caminos y aislaron por completo los pueblos de la ribera, cubriendo campos, huertas y jardines. Arrastrando a su paso muebles, útiles, enseres domésticos, maderos y escombros de casas y cabañas destruidas, caballerías y reses de distintas especies, y «lo que es más sensible, hasta cadáveres humanos»
Tal como describía el corresponsal, el enfurecido torrente llegó a Zaragoza en la madrugada del 13, el agua quedo «a unos cinco metros del castillo de la Aljafería». En el puente de Piedra, «subió más de metro y medio sobre la argolla que marcaba la mayor inundación conocida hasta la época presente». Desapareció bajo las aguas el entonces recién construido puente de unión entre las vías ferroviarias de Cataluña y Navarra, juntamente con la parte de ferrocarril que se hallaba en construcción. «El tren de Navarra tuvo que regresar a Pamplona en la mañana del mismo día, por hallarse aún inundada parte de aquella vía». El arrabal también inundado y los vecinos que habitaban en las torres que se hallan situadas en la parte baja del castillo de la Aljafería tuvieron que ser rescatados con lanchas.
Un barquero llamado Juan Macioli, junto con sus dos hijos, despreciando el peligro que corrían, atravesaron el río por más arriba del Castillo y, dirigiéndose con una lancha a cierta torre inundada lograron sacar de ella y condujeron a un horno a los torreros, hijos y demás dependientes, salvándolos de una muerte casi segura.
Entre los pueblos de la ribera, el que peor parte se llevó fue Alcalá de Ebro pues «sólo quedaron en pié cuatro casas; el resto de la población desapareció bajo las aguas», salvándose la mayor parte de sus habitantes, que pudieron evacuar la “Ínsula Barataria”. Similar suerte corrieron Alovera, Pradilla, Utebo, Monzalbarba, Torres de Berrellén y otros lugares más de la Comarca.

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