Origen de las Candelas de la Candelaria

Andrea Camassei. Las Lupercales (Museo del Prado (Madrid)

Aunque la religión Católica celebra cada 2 de febrero, la Presentación del Niño Jesús en el Templo de Jerusalén y la purificación de la Virgen María después del parto, para cumplir la prescripción de la Ley del Antiguo Testamento, es decir La Biblia. En lo que se ha dado en llamar fiesta de la Candelaria o de las candelas, no se sabe muy bien cuál es el origen, seguramente anterior al Cristianismo, de esta celebración.

Es posible que la Candelaria tenga que ver con la celebración de la luz o la llegada de la luz. Por San Blas, 3 de febrero, una hora o más alarga el día. Es posible que también tenga que ver con el fuego o con la conservación de este elemento, que tan importante ha sido a lo largo del invierno.

En la antigua Grecia y durante el mes de Antesterion, (febrero-marzo) se celebraban las Antesterias, es decir un ciclo festivo de tres días que significaban el paso del invierno a la primavera. El primer día se bebía vino hasta la embriaguez absoluta, en el segundo se celebraba una procesión en la que se representaba al Dios Dionisios montado en un barco, rodeado de hojas de parra y sarmientos y recorriendo la ciudad acompañado por una corte de personajes enmascarados. El tercero se dedicaba a los muertos y para ello se encendían velas y candelas. Esta fiesta se pasó a Roma donde también, con motivo del Idus de Marzo (cambio de año en el antiguo calendario) se hacían tres días de fiesta, al tercer día encendían candelas en honor a los difuntos de la familia y en su recuerdo. Una especie de festividad de los Difuntos pero en Roma y trasladada a la primavera, un recuerdo seguramente a los que habían fallecido por el frío del invierno.

Un mes antes y durante las Lupercales (adolescentes, vírgenes que pasaban la pubertas), éstas paseaban con una candela encendida, era la señal para que los jóvenes romanos o del pueblo, las marcaran con unos latiguillos llamados Frebuaia, señalándolas para irse luego con ellas irse a celebrar que ya eran mayores, era en sí una fiesta iniciática. Las Lupercales pasaron con el tiempo a ser una celebración carnavalesca muy arraigada, tal es así que en el siglo V, el Papa Gelasio I prohibió y la condenó. Esto ocurría en el año 494. Fue entonces cuando se cristianizaron las Lupercales, sustituyéndolas por la fiesta de la Purificación, que se celebraría el 2 de febrero con la procesión de las candelas. A esta celebración se unió más tarde a la liturgia de la Presentación, por la referencia que Simeón hace, en su canto, a Cristo como «luz de las naciones», asociada a los cirios, antorchas y candelas encendidas en las manos de los fieles. No hay que olvidar que en Pascua de Resurrección también se enciende un enorme cirio.

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