La magia del Moncayo en todo su explendor



La otra tarde, tuve la suerte de poder captar esta puesta de sol desde la entrada del barrio zaragozano de Julibol. El Moncayo como siempre; marco incomprable en las puestas de sol de este valle del Ebro. Se adivina el agua de lluvia caer sobre la cima o el somontano del monte y las últimas luces del día producen un efecto espectacular con esa nube alargada en la falda del pico. Los colores no son muy espectaculares pero suavizan el paisaje ofreciendo un curioso juego de luces, pero el efecto óptico no queda ahí. Tras las peñas de Herrera, casi a la izquierda de la imagen y entre la neblina surge la cumbre de una montaña que antes no estaba, aparece de la nada, como si las brujas moncaínas nos quisieran embaucar con sus encantamientos. Su cumbre es casi tan alta como el Moncayo mismo, un efecto lleno de magia, misterio e intriga.

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