Homenaje al Cipotegato

ASOMO realizó en los años 90 del siglo XX una colección de postales sobre los personajes populares del Moncayo, entre ellos el Cipotegato de Tarazona (Zaratoza)

Un elemento muy común de todas las fiestas moncaínas es el Cipotegato[1], un personaje vestido con ropa colorista que aparece bien poniendo orden en la procesión, en corriendo a los niños o abriendo paso; a veces sujeta el palo de las cintas o de los arcos. Este personaje antiguamente estaba relacionado con la fiesta del Corpus Christi. Según el estudioso Javier Bona[2] «no parece fácil escribir sobre un personaje que ha cambiado tanto durante más de 300 años y del que hasta los años finales del siglo XX no se sabía casi nada».  El antiguo “Pellexo de Gato” acompañó durante más de 200 años la Fiesta del Corpus en Tarazona con la misión de abrir la misma “en corriendo” a los niños que entorpecían los oficios religiosos. Posteriormente se incorporó al Dance de la ciudad y «Con el paso del tiempo fue ganando fuerza y tradición como casi el propio Diablo, porque hacía daño a los muchachos con el palo y fue incluso tan denostado que se llegó a decir en Tarazona coloquialmente “eres más tonto que el Cipotegato”. Cipote en Navarra, Aragón y la Rioja es una porra que sirve para golpear por lo cual “Cipotegato” es la “porra del gato” en alusión a la vejiga de este animal que portaba el personaje.  Los de Tarazona, Ambel, Borja, Bulbuente, y el Buste llevan ropa de colorines a modo de bufón o máscara, con careta; el del Buste luce la misma, con gigantescas pinzas despegables que encontramos en la mascarada sulentina, aunque allí se les llame Cortapichetas. Antes de convertirse en el protagonista de la fiesta en la tomatada del 27 de agosto,  tuvo como misión apartar a las gentes con un palo para que los danzantes pudiesen palotear. El uso de la vejiga hinchada, con la que golpear a los niños sin daño y su aspecto y acción, lo emparentan estrechamente con el bobo de Ochagavía. En Litago cuando había dance, también existía un cipotegato.

Cipotegato de Albeta (Zaragoza)

 

Antonio Beltrán Martínez lo hace descendiente de los lictores romanos[3]. Eran estos funcionarios públicos quienes durante el periodo republicano de la Roma clásica se encargaban de escoltar a los magistrados curules o municipales, marchando delante de ellos con el fin de garantizar el orden público y custodia de prisioneros, al modo de los antiguos “alguaciles” o “alguacilillos” o los actuales maceros. Parece ser que su origen es etrusco y fue adaptado por los romanos. Estos, fuera de Roma, vestían túnica escarlata, ceñida por un ancho cinturón de cuero negro claveteado con latón, portaban sobre el hombro izquierdo un haz de varas (facses) en el que se encontraban insertas una o dos hachas. Lo que significaba la capacidad del magistrado cum imperium (poder militar o de fuerza) para castigar o ejecutar. En un principio eran escogidos entre las clases inferiores del pueblo pero más tarde, parece que este empleo perteneció generalmente a los emancipados probablemente a esclavos antiguos del magistrado y adictos a él. En algunos casos podían azotar. Había los llamados “Lictores negros” [4]  llamados así por vestir túnica negra, marchaban a la cabeza del acompañamiento en el entierro de los nobles y de los grandes personajes. Nicolás Peralta el maestro y paloteador en Añón de Moncayo durante muchos años[5], recuerda que completaba el cuadro de danzantes un personaje que Luis Miguel Bajén identifica como “Cipotegato” que llevaba la forcacha[6] para hacer el baile de arcos, además portaba también una vara con cordones atados por ñudos[7] con la que abría calle (apartaba a la gente) durante la procesión y encorría[8] a los chicos. El “Cipotegato” de Añón llevaba sotana negra, «igual que la de los monjes»  con un cordón que se ataba a la cintura, no llevaba ninguna careta e iba con la cabeza destapada. Este personaje intervenía en la mudanza de arcos sujetando “la forcacha” u horca con cuatro puntas en la que los danzantes dejaban asentados los arcos respectivos. Luego los paloteadores hacen “como una culebra” encabezados por el “falso fraile” y por donde entra el de la “forcacha” tienen que pasar todos” según testimonio que recuerda Nicolás. Este personaje también sujeta el palo en el “trenzao” pero no decía versos, ni tampoco se hacían cortesías con él.

 

ABelén Gar (Fotos antiguas de Tarazona)

Por el contrario, la actual representación del Cipotegato en Tarazona, recuerda más a los rituales Pharmacos[9] de la antigua Grecia y Roma o a la tradición del Próximo Oriente Antiguo cuando en Mesopotamia se elegía un “rey” que sustituía al principal gobernante durante tres días y escogido entre los más bajos fondos, al finalizar este período, que solía coincidir con el final de año y comienzo del nuevo, aparecía el rey de verdad y el farsante era ejecutado o expulsado de la ciudad a pedradas, que en este caso son sustituidas por tomates. Sin embargo y por el contrario que estos ritos pharmacos, el Cipotegato sale del Ayuntamiento el primer día de las Fiestas y es perseguido por la multitud, cómo preludio del comienzo del “caos” y además representa al poder municipal establecido. En este caso en el lictor, se descargan todas las culpas del consistorio. Como cuenta Javier Bona: “Ya en pleno siglo XX, los años oscuros eran tan ordenados por el poder que ya nadie casi recuerda, pero el Cipotegato salía cada 27 de agosto por la puerta de la antigua lonja municipal tranquilamente andando y con un pasillo enorme. Solo algunos niños se atrevían a desafiar el poder de este personaje vivo y en permanente evolución, lanzándole gallones y después tomates como manda la tradición. Poco a poco con la llegada de nuevos tiempos de libertad, la gente fue tomando la Plaza de España como suya y la fiesta comenzó a tomar cuerpo y fuerza, como se demostró aquel año 1974, cuando todo el pueblo por primera vez lanzó tomates contra la Policía Local, el Alcalde y la Reina de las fiestas de aquél año”. Aquel Cipotegato que era mal visto y al que “solo se le pagaban unas cuatro perras, unas alpargatas y un abono para los toros, ese personaje con más de 250 años  de vida muere en 1987, ya que ese año nadie quiso salir. A partir de aquí nace otro nuevo Cipotegato al que se presentan voluntarios para representarlo gratuitamente y con orgullo, cada año son más”.

 

A lo largo de la geografía aragonesa aparecen otros “primos” del Cipotegato, quizás la más conocida sea la “Máscara” de Ateca a la que los chicos le arrojan manzanas el día de San Blás o el Mesanbartolo de Tauste que recorre las calles de esta localidad el día de San Bartolomé y al que los niños arrojan agua. Existen también otros personajes muy similares que quieren parecerse a este entrañable vecino turiasonense.

https://www.sensacionrural.es/blog/arranca-cipotegato-fiesta-tarazona/



[1] Chueca Yus, Vicente Miguel: “Las fiestas a redol de Moncayo”.  Ainaga Andrés, Mª Teresa & Jesús Criado Mainar (Coord.) Comarca de Tarazona y el Moncayo, Colección Territorio – Gobierno de Aragón. (págs. 229-40)

[2] Bona López Ignacio Javier. “300 años de cipotegatos”. Conferencia en el Casino de la Amistad (Tarazona) el 24 de agosto de 2009. Ayuntamiento de Tarazona (Concejalía de Festejos)

[3] Beltrán Martínez, Antonio y otros. Enciclopedia Temática Aragonesa

[4] Barcia, Roque. Diccionario General Etimológico de la lengua española, Barcelona 1882 (tomo 3)

[5] Testimonio recogido por Luis Miguel Bajén

[6] Moneva y Puyol; Forcacha. Horcón, unión de las piernas en el hombre y los animales.

[7] Nudos

[8] Perseguir

[9] Kuhrt, Amélie. El Oriente Próximo en la Antigüedad, Crítica. Barcelona 2000.

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