Exposición María Antonia Orús

El sábado estuve en Villanueva viendo la exposición que se ha hecho en homenaje a mi tía María Antonia Orús Sacacia y que ya ha sido clausurada. Tengo que agradecer a Mercedes Bueno la labor que ha realizado para montarla y que no solo se ha limitado a sus cuadros, sino también a recuerdos personales de ella. Además, el Ayuntamiento ha editado un bonito libro/catálogo con fotografías a color de toda su obra expuesta, lo cual es de agradecer. 

Viendo la exposición me he dado cuenta de que María Antonia fue una pintora a contracorriente. Estudió Bellas Artes en la escuela San Jorge de Barcelona en los años 60 del siglo XX y le tocó vivir una época en la que la pintura figurativa no estaba de moda es más, era poco menos que demonizada o marginada, quizás por eso mismo no estuvo encuadrada en ningún grupo pictórico de la época en Zaragoza como Azuda 40, en el cual estaban integrados algunos de sus compañeros de carrera. Por entonces se llevaba lo surrealista, lo abstracto, lo neorrealista; esto era lo progre, lo actual y comprometido. Los cuadros de paisajes y bodegones de María Antonia no encajaban en esa época, de ahí quizás esa etapa oscura con pinturas difuminadas, casi espectrales como intentando buscar un espacio donde encontrarse a gusto, son figuras a la vez con una carga de espiritualidad en algunos casos y en otros imperaba la influencia de Goya y también de Picasso. Es también una época donde desarrolla una importante labor como ceramista.  


En el catálogo hablan de una segunda época o etapa intermedia que coincide con la apertura de un estudio de pintura en la Plaza de San Miguel, en Zaragoza, junto a la casa en la que vivió nada más ni nada menos que Francisco de Goya. Allí parece que comienza a evolucionar hacia la abstracción, hacia la espiritualidad, hacia lo hetéreo. Quizás influida por el estado de ánimo que le provocaba la enfermedad de su padre que fallecerá en 1984 y con quién estaba muy unida. Pero paralelamente a esta circunstancia contrae matrimonio, tienen dos hijos y con su marido se trasladan a Menorca. Allí su vida pictórica tomará otro giro. 

En Menorca redescubrió la luz, el paisaje mediterráneo en estado puro y su lugar, los cuadros de su última etapa vital, falleció en 1990 a la edad de 41 años, son todos obras llenas de luz y color, con influencia de Sorolla y de los impresionistas, cuadros llenos de vida. Tengo yo en casa un cuadro realizado cuando ella contaba con apenas trece años en esta obra, ya se apuntan elementos que luego desarrollará en su etapa menorquina. Una pena que haya durado tan poco una exposición que merece más recorrido. 

Allí me encontré con Julio, su compañero de vida y también con sus primas por parte de padre, que se habían enterado y también acudieron a Villanueva a ver la exposición. Les acompañaba el hijo de una de ellas que también había heredado la vocación artística de su tía, ya que estudia Bellas Artes en Zaragoza y se dedica a la pintura, mucha suerte a este chaval.

Brujas (1ª etapa)

Transfiguración (2ª etapa)

Menorca (3ª etapa)


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