Laguna de Gallocanta

El sábado pasado estuve en la laguna de Gallocanta (Zaragoza) ya casi no quedaban grullas, pero las había y además me llevé una sorpresa. Me encontré con una pareja de gallegos que habían venido “de propio” desde la Coruña para ver el espectáculo (según me confirmaron, no era la primera vez). Les dije que hacía quince días habían pasado grandes manadas de grullas, pero que ahora ya no había tantas, ellos me confirmaron esto pero, estaban contentos pues habían visto una cantidad de aves, que pocas veces son fáciles de avistar y es cierto, había de casi todo menos casi, grullas. 

Lo primero que me encontré fue una pequeña manada de ciervos que estaban pastando cerca de la Laguna, parecían jóvenes y no se asustaron mucho, así que pudo fotografiarlos bien. Después y desde el mirador de la Reguerra, donde esta pareja de gallegos se había resguardado del intenso cierzo que soplaba en la zona, avisté un montón de patos que se guarnecían del viento, justo delante de nosotros en unos cañaverales, un poco más a lo lejos ya se podían ver grullas, sobre todo debajo de la ermita del “Buen acuerdo” y desde el mirador “de los ojos” pero lo más impactante estaba por llegar. En una ensenada natural que hace la laguna, frente al pueblo de Gallocanta, se encontraba multitud de flamencos, aquello parecía un pueblo Mediterráneo por lo que, y por un momento, me trasladé con la mente a otras latitudes más cálidas, era un espectáculo impresionante y es que la laguna de Gallocanta, nunca defrauda, ni con, ni sin grullas.





















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