El Diablo en Pina de Ebro (Zaragoza)

El diablo encorriendo a un endiablado patinete

El domingo pasado 4 de febrero, pasé la mañana en Pina de Ebro (Zaragoza) quería ver el paloteado en honor a San Blas pero, me llevé una agradable sorpresa con el Diablo del pueblo. El caso es que aunque en el dance de Pina aparece; al igual que el ángel en este caso, Lucifer interviene de manera separada y paralela al discurrir del baile y también de la procesión, como si no tuviera nada que ver con estas manifestaciones y en algunos casos, como si intentara alterar el ritmo de las mismas. 

Lo vi muy pronto por las calles de la localidad, acompañado por un diablillo aunque según me confesó luego, el puesto no es hereditario. Llevaba haciendo de Pedro Botero desde hacía 14 años y que antes que él, lo habían representado otras personas de manera tradicional en Pina y sin interrupción desde tiempo “inmemorial”. Durante la misa, Lucifer se encarga de entretener a la chiquillería y no tan chiquillería en corriendo chavales por la plaza, como si fuera un cabezudo pero, sin cabeza o más bien con una enorme cornamenta que asemejaba a la de los machos cabríos y un rabo tan largo que los chavales se lo agarraban por la espalda, como arma ofensiva utilizaba una horca de madera por lo demás, lucía camisa y pantalón todo ello de color rojo, zapatillas deportivas, ya que se movía por toda la plaza y no paraba de correr. Según me confesó, en una ocasión llegó a recorrer 8 kilómetros en una mañana. La cara la llevaba pintada con betún, en las manos lucía guantes negros. 

Cuando comienza la procesión, se dedica a ir delante de los danzantes y a asustar a éstos o bien a los gaiteros, siempre por delante del santo, con quien muestra cierto respeto. Se esconde por las esquinas, entre los coches y vuelve a perseguir a los chicos que le provocan, algunos le dan dulces para que no les haga daño. Cuando llegamos a la plaza de san Blas, que es donde se representó el paloteado, el Diablo se dedicó a sus diabluras hasta que termina el baile, todo ello en un ritual muy curioso que causa cariño entre los asistentes a las ceremonias. Lucifer termina resultando entrañable y popular.


















Al final el diablo es vencido por el ángel


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