Inundación en San Juan de Mozarrifar (Tormenta de 1923)

Fotografía sobre la zona de inundación (Avalada 1923). Manchada en turquesa la zona de inundación. La flecha azul indica la dirección del agua y en primer término, la ciudad de Zaragoza

Según cuenta Alfonso Vicente Millán en su colaboración al reciente libro publicado sobre las “inundaciones en San Juan deMozarrifar”. Fue al caer la noche del día 10 de julio, cuando comenzaron a circular los primeros rumores sobre la situación en el entorno del barrio zaragozano, situado a 7 kilómetros al norte de la ciudad. El precedente del Canfranero de la tarde, no pudo pasar del kilómetro 6 a la altura de la actual Academia General Militar. Varios viajeros explicarían que una lámina de agua de más de 400, metros inundaba la vía y parecía que el casco urbano del pueblo estaba completamente cercado por las aguas. Enterado de la situación, el Gobernador Civil [Rafael González Cóbos] intenta ponerse en contacto con la zona afectada pero no puede, por lo que da orden al capitán de la guardia civil, señor Carroquino para que junto con el teniente señor Ticio, se desplacen en automóvil a las localidades afectadas. Detrás de la Benemérita, varios reporteros gráficos se unieron a la comitiva que, en dos coches intentaron acceder a Villanueva. 

Los 13 kilómetros que distan entre la capital y la localidad de Bajo Gállego fueron una odisea. A partir del Arrabal ya empezaron a divisar los estragos de la tormenta en forma de árboles con ramas desgajadas que cortaban la calzada y con las cunetas desbordadas. “Los vehículos continúan su camino bajo un fuerte aguacero y relámpagos, siendo difícil conducir sobre la lámina de agua en la que se convirtió la calzada”. No lo cité en la anterior entrada pero el guardagujas del tren, que tuvo que luchar contra la fuerza de la corriente para salvar la vida se llamaba Marcelino Arcada. Comprobado que no pueden pasar a Villanueva, intentan entrar en San Juan pero también les es imposible. “El camino estaba bloqueado a unos dos kilómetros del pueblo. La comitiva tuvo que regresar de nuevo a Zaragoza sin saber en qué situación se encontraban las los localidades ribereñas del Gállego afectadas y sin saber si había más de lo que a primera vista intuían. Antes de regresar, los Números se desplazan al Cuartel de la Guardia Civil, que está en alto, para comunicar las novedades, estando en el lugar, la luz de un gran relámpago les mostró una visión casi apocalíptica; una enorme laguna se confundía con el Gállego a sus pies, “Era la una de la madrugada del 11 de julio y nadie, salvo los vecinos de San Juan y de Villanueva sabían que estaba sucediendo en sus pueblos”. Se da la circunstancia de que las tres parejas de la Guardia Civil del puesto de San Juan que accidentalmente se hallaban en Zaragoza, como más conocedores del terreno intentaron llegar con caballos a los pueblos inundados para prestar socorro a los vecinos. Tras penosos esfuerzos llegaron a la estación de San Juan, donde encontraron al jefe de solo y completamente rodeado por las aguas que alcanzaban en las vías una altura de metro y medio. Los Civiles llegaron después hasta el barrio derrochando heroísmo y hallaron que estaba totalmente desalojado. Los vecinos al notar al anochecer que los campos estaban inundados y que un torrente desbordado amenazaba el casco urbano; huyeron precipitadamente a refugiarse en una fábrica de papel, propiedad de Saturnino Calleja e instalada en una altura del pueblo, así como en la casa de un vecino llamado Mariano Huertos». Es curiosa la reacción del vecindario de San Juan, que denota cierta experiencia en cuanto a cómo hacer frente a las avalanchas de agua, lo que indica que no era la primera vez que los sanjuaneros vivían una de estas calamidades, que poseían cierto conocimiento sobre el terreno y los avisos que éste le enviaba le daba cierta sabiduría popular. «El párroco y su anciana madre fueron los últimos en abandonar el lugar»[i]. Se cree que las aguas habían alcanzado en el pueblo la altura de unos cuatro metros. 

Pasadas las 4 de la mañana del día 11, el propio gobernador encabezó la comitiva junto con los mandos de la Guardia Civil, con el objetivo de conocer de primera mano la situación. “En paralelo, seis guardias civiles de caballería intentaban alcanzar el pueblo, se trataba de los cabos Nicolas Pla y Domingo Paño así como sus compañeros; Blas Domínguez Laborda, Juan Casado Garcia, Ramon Ayala y Francisco Salas”. Llegaron al lugar donde los vehículos no habían podido acceder, y “con un débil farol intentaron acceder al pueblo, caminando sobre las aguas y obligando a nadar a los caballos. A primeras horas de la madrugada consiguieron llegar a un casco urbano desierto, ya que sus habitantes consiguieron salvar la vida refugiándose en la papelera Calleja y en la cercana fábrica de ladrillos de Almorín y Gabás[ii]. El amanecer hizo aparecer un espectáculo dantesco. El cuartel se situaba en altozano, sobre la torre de Palomar, lo que permitió al gobernador ver la extensión de la catástrofe: una laguna que se extendía hasta donde alcanzaba la vista cubría el lugar donde se situaba San Juan, su huerta, la vía férrea y sus torres. Numerosas casas se habían derrumbado, y otras seguían haciéndolo entre estruendo” en medio de un silencio ensordecedor. El primer efecto del desbordamiento de los barrancos fue la rotura de acequias, ya de por si a punto de rebosar, que hizo que el agua canalizada procedente del Gállego se uniese a la inundación he hizo que ésta se multiplicase. Aproximadamente 6.000 hectáreas de cultivo de remolacha estaban en peligro, al margen del resto de la rica huerta del bajo Gállego. “El gobernador solicitó de inmediato la participación de los Pontoneros y Cruz Roja, y pidió al alcalde de Zaragoza víveres y ropa para una población que lo había perdido todo bajo el agua. En un autocamión de la administración militar llegaron al pueblo veinticinco guardias civiles de infantería. No parecía haber daños personales pero en la primera exploración de las calles encontraron a cuatro hombres encaramados en lo alto del tejado de una casa envuelta en escombros. Calcularon unos tres metros de altura de, uno de los hombres se agarraba a una viga del tejado, los otros tres consiguieron sujetarse a los árboles cercanos. La barca de pontoneros consiguió acercarse lo suficiente para poder rescatarlos. Segundos después, la casa desapareció bajo las aguas. Se trataba de Pedro Curbel, Jose Lasheras y los hermanos Mariano y Eusebio Gracia”. Por lo que respecta al tren de Barcelona parado en Villanueva y que debía llegar a las cinco de la mañana, llegó a Zaragoza con doce horas de retraso». 

Un camión municipal consiguió llegar al pueblo con víveres para los trescientos vecinos que se refugiaban en la Papelera Calleja. Traían 600 kilos de pan, 150 kilos de carne, una caja de chorizos y 100 litros de leche. Durante ocho horas las barcas de pontoneros estuvieron cruzando la laguna bajo la que se encontraba San Juan, acercando a los vecinos a la orilla. Durante la tarde las tareas se centraron en intentar recuperar lo que fuera posible de las casas, animales domésticos, comida, muebles etc. La tormenta no entendía de situaciones personales. El ataúd de Dámaso Gimenez, vecino del barrio fallecido dos días atrás, tuvo que ser abandonado en casa y trasladado posteriormente al cementerio en barca. Unas trescientas personas se agolpaban medio desnudas y tapándose con mantas, en la fábrica de papel Calleja. El gerente, don Antonio Zurutuza, puso todos sus medios a disposición de la población”.

Se habla de cerca de cuarenta casas derruidas. La torre de Mariano Gracia, después de evacuar a sus habitantes, cayó con estrepito y la Torre del Francés también se derrumbó. Cuando sobre las 20 horas los pontoneros dieron por finalizadas las tareas de rescate y poco a poco los soldados se fueron retirando, la impresión general era que el barrio iba a desaparecer por completo. Tan solo la torre de la iglesia se mantenía erguida y vigilante sobre las aguas, resistiendo y viendo pasar la vida a través de los siglos.

Torrentera en Villanueva de Gállego

Fotografía aérea de la zona según el vuelo americano efectuado en 1957
GEAR Aragón.






[i] Hemeroteca Virtual (Biblioteca Nacional) El Debate 12 de julio de 1923 (Portada)”El agua destruye dos pueblos aragoneses”.

[ii] La “Papelera de Calleja” pero propiedad de la famosa editorial “Calleja” fundada en 1876 por Saturnino Calleja, el de los no menos famosos cuentos. Popularmente era conocida como “Papelera de las Navas” y al final de nuestra Guerra Civil, fue convertida en un campo de concentración para los presos republicanos que procedían del frente de Cataluña. En la actualidad permanece cerrada.

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