Elaboración de la miel en Zuera
Ignacio de Asso escribe en su Historia Económica de Aragón,
refiriéndose a la miel que produce la villa de Zuera «puesta en las márgenes
del Gállego, tiene una dilatada vega de 3.000 cahizadas regables y otras 1.000
en el monte. Este es mui dilatado, y vestido de romerales» de los que se alimentan
muchos abejares que producen la miel mas estimada de Aragón. Prosigue Asso
diciendo que, durante el siglo XVIII, la cosecha de cera llegó a rebasar la
media de 125 arrobas en año bueno y las quinientas de miel[i].
Casi cien años después Odón de Buen también alaba las virtudes aromáticas del monte de su pueblo y de su producción de miel, diciendo de ella que «goza del justo precio en el mercado»[ii]. Escribe que gran parte del monte bajo lo forman matorrales de romero, ginestra, enebros, aliagas, tomillos, espliegos, etc, y que fueron en otros tiempos bosques espesos que fueron la codicia o la necesidad destruyendo. A esta última aduce Asso cuando escribe que «ha venido mui à menos, porque no se ha cuidado de reponer lo que se corta sin discrección para hacer carbón»[iii].
Lucio Columela, era un terrateniente hispano-romano nacido en Cádiz hacia el siglo I de nuestra era. El mismo se encargaba de labrar y cuidar sus propiedades y para ello viajo para conocer cultivos y mejorar la producción, Columela ha pasado a la historia por escribir un importante tratado sobre agricultura que tituló De rustica. Dividido en 13 libros, de los cuales el noveno trata sobre la Apicultura, en él nos habla de las abejas, cuantas especies hay y cual es la mejor, su alimentación, los colmenares y sus modos, remedios para curar a las abejas enfermas, vida de las abejas, elaboración de la miel y sobre la fabricación de cera. Aquí reproducimos el Capítulo 15 que trata sobre la "Elaboración de la miel":
Esta se realiza una vez concluida la primavera, se sabe que la miel está en sazón cuando observamos que las abejas expulsan y ponen en fuga a los zánganos. Si se aprecia que entablan querellas frecuentes entre zánganos y abejas, echar una mirada a las colmenas abiertas, si los panales están a medio llenar se debe aplazar la recolección o bien recolectar si están ya repletos de líquido y están obturados por capas de cera puestas sobre ellos a modo de tapaderas.
Casi cien años después Odón de Buen también alaba las virtudes aromáticas del monte de su pueblo y de su producción de miel, diciendo de ella que «goza del justo precio en el mercado»[ii]. Escribe que gran parte del monte bajo lo forman matorrales de romero, ginestra, enebros, aliagas, tomillos, espliegos, etc, y que fueron en otros tiempos bosques espesos que fueron la codicia o la necesidad destruyendo. A esta última aduce Asso cuando escribe que «ha venido mui à menos, porque no se ha cuidado de reponer lo que se corta sin discrección para hacer carbón»[iii].
Lucio Columela, era un terrateniente hispano-romano nacido en Cádiz hacia el siglo I de nuestra era. El mismo se encargaba de labrar y cuidar sus propiedades y para ello viajo para conocer cultivos y mejorar la producción, Columela ha pasado a la historia por escribir un importante tratado sobre agricultura que tituló De rustica. Dividido en 13 libros, de los cuales el noveno trata sobre la Apicultura, en él nos habla de las abejas, cuantas especies hay y cual es la mejor, su alimentación, los colmenares y sus modos, remedios para curar a las abejas enfermas, vida de las abejas, elaboración de la miel y sobre la fabricación de cera. Aquí reproducimos el Capítulo 15 que trata sobre la "Elaboración de la miel":
Esta se realiza una vez concluida la primavera, se sabe que la miel está en sazón cuando observamos que las abejas expulsan y ponen en fuga a los zánganos. Si se aprecia que entablan querellas frecuentes entre zánganos y abejas, echar una mirada a las colmenas abiertas, si los panales están a medio llenar se debe aplazar la recolección o bien recolectar si están ya repletos de líquido y están obturados por capas de cera puestas sobre ellos a modo de tapaderas.
El momento del día dedicado a castrar las colmenas
deber ser la mañana, pues no conviene hostigar a las abejas exasperadas en las
horas más calurosas del día, para esta faena son necesarios un cuchillo
alargado, con un ancho filo por ambas partes y con un curvo escalpelo en uno
de sus extremos y una herramienta plana por delante y muy afilada, de modo que
esta última sirva para cortar mejor los panales y la primera para rasparlos así como
para arrastar cualquier suciedad que haya caídos en ellos.
Cuando se haya abierto la colmena por la parte posterior en la que no hay ningún vestíbulo, le aplicaremos humo producido con gálbano y estiércol seco. Estas sustancias, mezcladas con brasas, se meten dentro de una vasija de barro cocido, la vasija provista de asas tendrá la forma de una olla estrecha, de tal modo que en el extremo que sea más alargado saldrá el humo por un pequeño agujero; el otro extremo, más ancho y con una embocadura un poco más abierta para que pueda soplarse a través de ella. Cuando la olla con estas características se ha aplicado a la colmena, se lleva el humo hasta las abejas soplando por la embocadura; y ellas al punto, no pudiendo soportar el olor, se refugian en la parte delantera del habitáculo y a veces, fuera del vestíbulo.
Una vez recogidos los panales éstos se introducen uno sobre otro en un lugar oscuro y en un cesto de sauce o talego tejido con finas mimbres y de mallas bastante anchas, en forma de cono invertido. Se dejará filtrar la miel hasta un lebrillo situado debajo y que traslada a vasijas de barro cocido que habrán de permanecer destapadas unos pocos días hasta que la miel, dulce como el mosto, deje de fermentar, ésta ha de limpiarse con frecuencia con ayuda de una cuchara.
Y si me equivoco en algo que me corrija Agustín Lorén, quien gustosamente me mostró la forma de elaborar la miel y me dejó sacar estas fotografías.
Cuando se haya abierto la colmena por la parte posterior en la que no hay ningún vestíbulo, le aplicaremos humo producido con gálbano y estiércol seco. Estas sustancias, mezcladas con brasas, se meten dentro de una vasija de barro cocido, la vasija provista de asas tendrá la forma de una olla estrecha, de tal modo que en el extremo que sea más alargado saldrá el humo por un pequeño agujero; el otro extremo, más ancho y con una embocadura un poco más abierta para que pueda soplarse a través de ella. Cuando la olla con estas características se ha aplicado a la colmena, se lleva el humo hasta las abejas soplando por la embocadura; y ellas al punto, no pudiendo soportar el olor, se refugian en la parte delantera del habitáculo y a veces, fuera del vestíbulo.
Una vez recogidos los panales éstos se introducen uno sobre otro en un lugar oscuro y en un cesto de sauce o talego tejido con finas mimbres y de mallas bastante anchas, en forma de cono invertido. Se dejará filtrar la miel hasta un lebrillo situado debajo y que traslada a vasijas de barro cocido que habrán de permanecer destapadas unos pocos días hasta que la miel, dulce como el mosto, deje de fermentar, ésta ha de limpiarse con frecuencia con ayuda de una cuchara.
Y si me equivoco en algo que me corrija Agustín Lorén, quien gustosamente me mostró la forma de elaborar la miel y me dejó sacar estas fotografías.
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