El pasado sábado 18 de febrero me
subí a Bielsa, en el Pirineo oriental aragonés, allí quería ver su famoso
Carnaval y la verdad es que la experiencia no defraudó. Sin duda alguna es uno
de los más primitivos y auténticos que se celebran en la actualidad, con una
fuerte carga simbólica, etnográfica y antropológica digna de un estudio en
profundidad, algo que creo no se ha hecho o al menos no lo he encontrado. Bajé
del valle oscense con la impresión de que el Carnaval actual, al menos desde el
siglo XVIII hasta ahora, no tiene nada que ver con el primitivo y ancestral,
son dos fiestas distintas completamente. Para los habitantes del Valle, el
carnaval es el acontecimiento más importante del año; lleno de orgullo (presumen
de que la fiesta no se dejó de representar durante toda la posguerra y
dictadura franquista) tradición, cultura y apego a las raíces ancestrales que
hacen de esta fiesta, una evocación de sentimientos colectivos. Se cuenta que
en cada casa, en cada familia de la población hay una foto, una esquila, una cornamenta de macho cabrío
o un espaldero herencia de sus
antepasados que recuerda esta costumbre tan arraigada.
La preparación del Carnaval corre por
cuenta de la peña popular “El Alpiste’’
formada por socios, vecinos del pueblo que ofrecen un lugar donde celebrar y
festejar a don Carnal. Ellos se encargan de la intendencia necesaria para estos
días. Como manda la tradición, los actos comienzan el Jueves Lardero, cuando los jóvenes confeccionan el personaje más
famoso de todo el carnaval y que presidirá el mismo, desde la ventana
renacentista del ayuntamiento belsetano, su nombre es puro simbolismo “Cornelio Zorrilla”. Un muñeco relleno de
paja y vestido con ropa, a veces fumando o bebiendo, representa todo lo malo ocurrido
en el Valle durante el año. Cornelio terminará juzgado y condenado a la hoguera
durante la madrugada del domingo al lunes. El sábado de Carnaval a las 16 horas los Trangas salen casi como de un encierro se tratara, encaminados
hacia la plaza donde está Cornelio. Se trata del elemento más emblemático de
carnaval. Un tranga que se precie
debe llevar unos cuernos de macho cabrío, una piel del mismo animal, a modo de espaldero,
una camisa de lana y adornada con cuadros, una saya o falda hasta los tobillos,
calcetines de lana, abarcas o
albarcas. La cara se la enmascaran con hollín y aceite y en la boca una patata
en forma de dentadura. Llevan unos troncos de unos 3 y hasta 4 metros de longitud
con los que golpea el suelo y en la espalda colgados cencerros o esquilas con los que emiten un sonido
estridente. Dan vida a este personaje los jóvenes solteros de la localidad, los
quintos. Una vez reunido todo el rebaño en la plaza, los Trangas van en
búsqueda de las madamas. Este año ha
habido una cifra record, 35 jóvenes solteras que se visten tradicionalmente con
un traje blanco sin mangas, con ribetes floridos y faldas de volantes y que
esperan a los machos en las puertas de sus casas, pasando frío y nervios pero
entrando en calor con un curioso movimiento de caderas y brazos, sin mover las
piernas al son de la música de la charanga. Una vez finalizada la ronda, todos
ellos se dirigen de nuevo a la plaza donde bailarán bajo la atenta presencia de
Cornelio. Entre baile y baile; los trangas se dedican a provocar a las chicas
forasteras, en correr a los fotógrafos y provocar a los curiosos. Otros
elementos tradicionales son lo Caballet,
L’Onso y su Domador, la Yedra, L’Amontato y la Garreta que
actúan como comparsa en la fiesta. Excepto el Onso los demás personajes es posible que sean incorporaciones
posteriores y todos ellos tienen en común cierto sentido erótico o de evocación
sensual.
Personalmente creo que el Onso es quizás el elemento sobre el que
gira todo el Carnaval, representa el animal salvaje por antonomasia de estos
valles pirenaicos, la fuerza, la agresividad, el elemento sobrehumano al que
hay que vencer y domar. El enemigo de los ganados, de la pobre agricultura de
la zona y también del desafortunado que se encuentra con él. Inicialmente, los
trangas vendrían a ser los jóvenes que cazan al oso y lo llevan al pueblo donde
es dominado, nunca domesticado. Vendría a ser un ritual iniciático mediante el
cual, los chicos del pueblo mostrarían a las chicas de la localidad, que han
sido capaces de capturar al enemigo de la Comunidad y lo celebran bailando y “festejando”. El oso representaría en
estas latitudes lo que en otros lugares es el papel del Lobo o del Toro. A este
respecto quisiera recordar la historia del oso que mató al rey astur Favila, se
dice que en realidad se trataba de un ritual iniciático de reinado, una prueba
que no pudo superar y en la que los muchachos se “disfrazan” de animales para
atraer a su víctima, el oso y cazarlo con las largas trancas afiladas, que les
protegen.
Los trangas recuerdan también al
culto al dios Pan, encargado de
proteger a los pastores y sus rebaños en la mitología griega y
que en la mitología
romana se identifica como un Fauno, pero hay que tener en cuenta que los
ganados que en verano pastan en el valle de Pineta a los pies del Monte
Perdido, en febrero se encuentran trashumando en la ribera, por tanto, se
trataría de pastores que no estaban cumpliendo con su trabajo, bien es cierto
que Pan era también el dios de la
fertilidad y de la sexualidad masculina. Dotado de una gran potencia y apetito
sexual, habitaba en los bosques donde pastoreaba a sus ovejas y espantaba a los
humanos que penetraban en sus terrenos también, se dedicaba a perseguir en
busca de sus favores a ninfas y muchachas. Se le atribuían dones proféticos y
formaba parte del cortejo de Dionisos.
Era cazador, curandero, músico y sobre todo le gustaban las siestas. En
definitiva, representaba a la buena vida, a la naturaleza salvaje, al mundo
primitivo, la Arcadia feliz donde no había obligaciones, la infancia y la
adolescencia. Se le atribuía la generación del miedo enloquecedor ante un
problema irresoluble, de ahí la palabra pánico que en principio, significaba el
temor masivo que sufrían manadas y rebaños ante el tronar y la caída de rayos y
el pavor a bloquearse ante la adversidad. Se le representa con grandes cuernos
y barba afilada casi, casi, como los trasgas. Se trataría también de un rito de
paso de la infancia y adolescencia, de la edad feliz a las responsabilidades de
la madurez; matrimonio, guerra, defensa del lugar, etc. En este sentido también
tendrían algo de vinculación con los lupercos, los jóvenes romanos que solían
en correr a las chicas en edad de merecer con unos latiguillos llamados Frebua y que han dado lugar al mes en
que se celebraba su fiesta, el 15 de febrero. Las jóvenes en este caso serían
las madamas y éstas guardarían relación con las candelarias que procesionaban a
principios de enero (en una entrada anterior hablaba de las “Panbenditeras” del bajo Aragón). En
definitiva estamos ante ritos de transición y de iniciación a la edad adulta.
Cornelio, como todos los personajes
similares que abundan en los distintos muñecos que presiden los carnavales
peninsulares, también tiene algo de pastorcillo Atis. Que se sacaba en procesión colgado de un pino para celebrar
el inicio de la primavera y la inmortalidad del alma. Su culto era muy antiguo,
se cree que comenzó hacia el año 1200 a. C. en la actual Turquía y es
representado también como un pastorcillo que tras tres días muerto, se
reencarna en un pino siempre verde. Recuerda también los ritos pharmacos de la antigua Mesopotamia y
Roma cuando una figura que representaba a un viejo era apaleada y expulsada de
la ciudad, en este caso Cornelio que representa lo viejo, perecerá en la
hoguera simbolizando el final no solo de lo malo que ha pasado en el año, estos
ritos coincidían siempre con el final de año y el renacimientos de Atis con el
año nuevo que en la época antigua coincidía con el equinoccio de Primavera,
sino para simbolizar el final de la edad salvaje de la aburriscencia y la niñez y la entrada en la vida adulta que sería
representada en este caso con la Cuaresma, un periodo de reflexión, antes de la
llegada de la Pascual y la resurrección de la Primavera. En definitiva los
ciclos de la vida y del año. En este sentido, los Carnavales estarían más
influenciados por el Cristianismo de lo que pensamos, al fin y al cabo se
trataría de un período de caos, seguido por otro de reflexión o penitencia que
sería la Cuaresma y que desembocaría en el nacimiento del nuevo período de la
Pascua florida o lo que es lo mismo; la pasión, luego la penitencia para luego
hacer frente a las consecuencias; el matrimonio, la maternidad, las
responsabilidades paternas o maritales, etc. Y es que las fiestas anuales de
los pueblos no son otra cosa que traslaciones del Carnaval, pero fuertemente
cristianizadas pero y al contrario que en carnavales, el rito es antes que el
mito.
Nota: En algunas fotos salen niños, en primer lugar no están enfocados directamente, en segundo lugar; había tanta gente que era difícil controlar una situación de éstas y en tercer lugar, las expresiones de estas criaturas me parecen lo suficientemente elocuentes como para publicarlas de lo contrario pienso, sería una barbaridad pixelarlas o borrarlas, la documentación y sobre todo lo que se quiere expresar están por encima de cualquier otra cuestión además, doy por echo que las personas que leen esto, son responsables, inteligentes y como decimos en Aragón, "saben lo que les corresponde". Muchas gracias de antemano.