Cementerio de Perdiguera (Zaragoza)
Ahora hace un año visité el cementerio de Perdiguera buscando
restos de la Guerra Civil y tengo que decir, que realmente me sorprendió y es
que, nuestros camposantos guardan mucha información histórica. Al fin y al cabo
son archivos definitivos en el que acabamos todos más o menos.
Me encontré con una curiosa placa que recuerda a “todos los
hombres y mujeres que, a lo largo de la historia, han contribuido a construir
la localidad y que yacen en una fosa común que ha sido trasladada del cementerio
antiguo”. Hay un par de cruces que recuerdan las sepulturas de italianos y que
son muy comunes a otras que he encontrado por el bajo Gállego. También hay un
monolito bastante singular en el que puede leerse: “Mármoles Raufast. San
Miguel 19” y que no sé a quién puede corresponder. Hay alguna cruz con
referencias a militares o personas que cayeron en el frente. Perdiguera, no hay
que olvidar, se encontraba en primera línea y muy cerca de las trincheras de
los “rojos” por tanto vivió muy de cerca los combates de la guerra y por tanto
sufrió también el clima de terror que se infundía en estas localidades, para
presionar al enemigo.
Casi me da miedo decirlo, por si lo lee algún talibán de la
llamada “Memoria histérica” pero también conserva la placa de los caídos por
España, es decir los muertos del bando nacional muertos en el frente, junto a
una especie de fosa común. Me llamaron la atención dos sepulturas bastante
curiosas: Una se encuentra justo delante de la entrada del cementerio en el centro
del paseo central de acceso y en la que reza lo siguiente: “Rogad a Dios en
caridad por estos cuatro seres inocentes que, en horas de confusionismo, dieron
su vida por España. Manuel Escuer, Saturnino Alfranca, Benito Bailo y Segundo
Arruga". Según me cuenta el cronista local, Constan Escuer Murillo, estos
vecinos de Perdiguera fueron fusilados en las tapias del cementerio el 28 de agosto de 2016, junto al maestro de
Lanaja, cuyo nombre desconoce. Anteriormente habían sido fusilados el maestro,
el secretario municipal y el médico del pueblo.
A la izquierda de la anterior fosa, (a la derecha según se
entra) separada a tan solo un par de metros, se encuentra otra sepultura más
grande. Constan relata la historia de dicha tumba, bastante sobria por cierto y
muy bien delimitada o como se dice actualmente "dignificada", lo que la hace bastante visible: “Pocos imaginaban en el
pueblo que aquel 27 de septiembre de 1936, hace de ello 80 años, se producirían
unos hechos que constituirían la página más negra y trágica de la historia de
Perdiguera. Aquel domingo, en un pueblo tomado desde el inicio de la guerra por
los militares sublevados, un grupo de guardia civiles al mando del teniente del
cuartel de Movera, después de bien comidos y bien bebidos, según contaban
quienes se acordaban de ello, se dedicaron a recorrer el pueblo deteniendo a 31
vecinos que fueron introducidos maniatados en la caja de un camión.
Posteriormente fueron trasladados al límite del término de Perdiguera con
Villamayor, donde en las paredes de una antigua casilla de peones camineros que
había junto a la carretera, fueron fusilados y enterrados en una fosa que allí
hicieron. Pasada la guerra, los cuerpos fueron exhumados de la fosa donde se
encontraban y enterrados en el cementerio municipal bajo una lápida común
situada muy cerca de la entrada a mano derecha”.
La historia de estos desdichados es muy similar a las que
ocurrieron en otros muchos pueblos; mujeres embarazadas que fueron asesinadas
porque no encontraron a sus maridos, jóvenes movidos por sus ideas que fueron
detenidos, vecinos denunciados por pertenecer a un partido republicano,
campesinos que pasaban por allí o simplemente la mala suerte o una rencilla
personal, familiar o vecinal. Descansen en paz.
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