San Isidro y los bueyes: algo más que un milagro
Existe mucha mitología acerca del milagro de San
Isidro. Ese relato que cuenta como, mientras oraba, unos bueyes hacían su
trabajo guiados bajo las manos de unos ángeles. Se ha especulado mucho sobre el
tema y a veces se han llegado a hacer comparaciones odiosas, más propias de una
visión viciada de la circunstancia de que Madrid era Corte contemplativa,
mientras en el extrarradio se trabajaba. Lo cierto es que las relaciones
laborales en la Edad Media no eran estrictamente como hoy las entendemos entre
patrón y jornalero, ni mucho menos. En esa época al señor le interesaba más la
recaudación que la producción en sí, mientras que la capacidad de poder o de
riqueza se manifestaba por la cantidad de tierra que podía disponer un labrador
y lo que pudiera labrar con sus bueyes. En definitiva; cuánto más tierra
labrara Isidro, más poderoso se hacía. En este caso supongo que el “milagro de
Isidro” consistía en que sus bueyes labraran también las tierras o lotes
adjudicados a otros labriegos más pobres y necesitados que él y que no tuvieran
la capacidad de trabajo manifestada en yuntas de bueyes y “a modo de juicio
divino” (muy de la época) esas tierras fueran labradas por “ángeles” no para el
santo madrileño, sino para aquellos que no tenían capacidad. En definitiva el
auténtico ángel de bondad era Isidro que practicaba este socialismo primitivo.
De ahí su aura de divina y el recuerdo que dejó entre sus convecinos que, en
lugar de nombrarle alcalde, comenzaron a proclamarle santo.
Pd. para saber más sobre San Isidro:
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