En una entrada anterior hablábamos de
la vinculación de la Señal Real aragonesa con la Santa Sede, gracias al
Diccionario de términos eclesiásticos y religiosos escrito por Manuel GraciaRivas.
Según esta obra, la pieza de la fotografía se llamaba “Conopeo” y se trata de
un paraguas semicerrado que, como signo de respeto ya utilizaban los
emperadores romanos y posteriormente, los Papas. En cierto modo recuerda a las
antiguas tiendas militares y tiene forma ajironada con los colores pontificios,
rojo y amarillo hasta 1808, posteriormente cambiados por el blanco y dorado.
Esta “tienda de campaña” es sostenida por un asta en forma de lanza. Comenzó a
usarse en la basílica de San Juan de Letrán que es la sede del Sumo Pontífice
como obispo de Roma y desde allí en la actualidad, es uno de los privilegios
concedidos a las iglesias que el Papa distingue con el título de «basílicas
menores». En el coro de la del Pilar hay una de estas “Señales”. Lo mismo
ocurre en la de San Lorenzo en Huesca, la de los Corporales de Daroca o en la
del Santo Sepulcro de Calatayud.
Una de las primeras noticias
documentales que se tiene de este “dosel portátil” conocido también por
“conopeo” lo tenemos representado en los frescos del oratorio de San Silvestre,
dentro de la iglesia romana de las Cuatro Santos Coronados y está ejecutado en
el año 1248. En él, se muestra al Papa Silvestre I acude a visitar al emperador
Constantino, enfermo de lepra quien habría recuperado la salud después de haberse
entrevistado con el Pontífice. Estos frescos son la primera vez que aparece la Umbrela
o sombrilla a rayas rojas y amarillas como símbolo que utilizado por la iglesia
para designar una dignidad pontificia y demuestra que el umbráculo que ya se
utilizaba como insignia papal en actos públicos, con los tradicionales colores
dorado y rojo. Fue el papa Borgia Alejandro VI quien utilizó por vez primera
este pabellón para simbolizar los poderes temporales de la Santa Sede y comenzó
a aparecer en los escudos de los Estados Pontificios (no hay que olvidar el
origen aragonés de este pontífice romano). Apareciendo acuñado en las monedas
pertenecientes al interregno entre los pontificados de León X y Adriano VI[2].
Seguramente a Sancho Ramírez, en su peregrinación a Roma para obtener el
vasallaje del Papa Alejandro II, le llamó la atención aquella sombrilla con los
colores rojos y dorados y decidió traerse una a su reino en las montañas pirenaicas,
para representar de esta manera esta filiación con la Santa Sede y de pasó dar
a entender que éste también era un símbolo de realeza y distinción, dando lugar
a la señal real de Aragón primero, a la bandera aragonesa en sus múltiples
versiones e incluso a la actual bandera española y es que en la mayoría de las
ocasiones, los grandes símbolos tienen orígenes sencillos o prácticos.