Dance de las Pedrosas



El dance de las Pedrosas, como la mayoría de este tipo de representaciones desapareció durante el primer tercio del siglo XX. En el caso de este pueblo la última vez fue durante las fiestas de San Bartolomé en 1931. Los republicanos pensaban, no sin cierta razón que este tipo de actuaciones estaban vinculadas con el poder religioso y no dejaban de ser una manera de control social, sobre todo en los hombres que eran los que menos frecuentaban la iglesia. Tras la Guerra Civil y la posguerra vino la emigración y el dance quedó casi en el olvido, hasta que la revista Suessetania recuperó la memoria de supervivientes de aquella última representación (Gregorio Ibor y Francisco Pérez Alegre. Fue entonces cuando un grupo de vecinos decidió recuperar esta tradición perdida hacía sesenta años y que se viene repitiendo con altibajos en los últimos tiempos.


El dance recorría las calles del pueblo dos veces a lo largo del año. La primera era el 24 de agosto, durante las fiestas en honor a San Bartolomé y la segunda el 26 de diciembre, fecha en que se celebraba el Voto a San Roque. El actual se viene representando el 16 de agosto en honor a ambos santos. La comparsa estaba integrada por ocho miembros más el mayoral y el rabadán, todos eran hombres y siempre se actuaba por la mañana. Una peculiaridad de este dance consiste en que no existen dos bandos diferenciados (moros y cristianos que es la representación más habitual) sino que todos ellos vestían de blanco con una chaquetilla ribeteada en rojo y una faja roja (color cardenal), zapatillas con adornos y cascabeles y en la cabeza luce un gorro con adornos (el uso de corbata es optativo). A partir de ahí, cada integrante del grupo confeccionaba el vestido a su manera. El mayoral lo hacía de verde y el rabadán de azul, muy similar a los trajes utilizados en el dance oscense.

Según los testimonios recogidos por Tremedal Casas Delgado, los danzantes iban en cabeza de la procesión a la ermita, seguidos de San Bartolomé, San roque, la Virgen, el sacerdote y los fieles. La liturgia se iniciaba en la puerta de la iglesia. Consistía el recorrido en dar una vuelta al pueblo por sus afueras hasta llegar a la ermita de San Roque, situada a unos 500 metros del casco urbano. Durante el recorrido se bailaba tanto el Pasacalles con espadas como el “paloteao”. Se volvía de nuevo a la iglesia tras haber efectuado cuatro o cinco paradas, una de ellas en la plaza mayor donde, tras el baile de cintas hacía su aparición el rabadán con una carga de leña, como si viniera del monte. Era entonces cuando se establecía un diálogo con el mayoral, en el que aquél le contaba lo que había visto en su regreso a casa (los dichos” tan esperados por toda la población). Después todos se dirigían hacia la iglesia, en cuya puerta se recitaban los dichos al santo y que comenzaban de esta manera:

A nuestro patrón San Roque
yo le tengo que pedir
que nos dé buenas cosechas
y que te acuerdes de mí.

En el dance antiguo la representación estaba acompañada por la música que llegaba al pueblo durante las fiestas (trombón, bajo, saxofón, etc.). En la actualidad y cuando se celebra, suele hacerse acompañado por tambor y dulzaina que vienen de Tauste.


Revista del Centro de Estudios de las Cinco Villas Suessetania, Junio 1989 nº11.






Comentarios

Entradas populares de este blog

María Luisa Orobia

La vida en un casino que se llevó al cine

Procesión en honor a San Pedro en Gallur (Zaragoza)