El primer ayuntamiento de la Transición en Villanueva de Gállego
Tomás Calvo Ovedé, en el centro de la imagen con traje claro |
A raíz del fallecimiento de Tomás Calvo Ovedé, he
estado revisando lo que escribí y publiqué en su día; sobre la época en que fue
alcalde “Villanueva de Gállego: Un lugar
en la huerta (DPZ. 2008)”. Tengo que decir que Tomás me dijo en su día que
había leído el libro y que le gustó mucho, nunca me reprochó nada ni apostilló
nada sobre lo que dije o dejé de decir, lo que es de agradecer ya que suele ser
bastante frecuente que alguien ofrezca su visión desinteresada sobre
determinado asunto, fuera o no protagonista. Es cierto que su mandato fue
intenso, como lo son todas las épocas de cambio, no hay que olvidar que le tocó
vivir el 23 F como alcalde; es lo único que me interesaba realmente que me contara
de su experiencia y una vez me explicó que pasó toda la noche en el
Ayuntamiento esperando noticias, cuando vio que la cosa “estaba más o menos
controlada” se marchó a casa. He ampliado un poco y corregido sobre lo que escribí
en su día y más o menos, esto es lo más destacable de aquellos años en los que
éramos más jóvenes, más “rojos” y más idealistas:
Las primeras elecciones municipales, tras la
aprobación de la Constitución de 1978, dieron como resultado una composición
bastante heterogénea desde un inicial punto de vista. El primer Ayuntamiento
democrático, en cuarenta y tres años, estaba compuesto por 5 concejales de una
candidatura independiente conocida por “la UAGA” y, que estaba integrada en su
mayoría por agricultores locales, con una media de edad que oscilaba entre los
cincuenta años en la que había desde miembros procedentes de viejas familias
republicanas de la localidad hasta integrantes de la derecha tradicional. UCD
obtuvo tres concejales. Esta candidatura estaba compuesta por personas de
mediana edad, entre los treinta y cinco y los cuarenta años. Tenían en común no
depender básicamente de la agricultura además de no haber vivido la Guerra, en
esta se encontraba Tomás Calvo. Los tres concejales siguientes componían una
candidatura de la Organización Revolucionaria de Trabajadores (ORT), agrupación
que había arraigado en el pueblo gracias a la implantación del Sindicato
Unitario de Trabajadores. Esta fuerza política se había fundado en 1969 a nivel
estatal, pero funcionada en Aragón desde 1975 en el seno de Comisiones Obreras,
estaba compuesta por un reducido núcleo de profesionales, obreros y
estudiantes, propugnaban un debate popular sobre la Constitución y la
autodeterminación de todos los pueblos de España, en la región llegaron a
obtener doce concejales en las municipales de 1979, de los cuales tres estaban
en Villanueva[1].
En realidad ORT tenía un poso menos radical del que parecían anunciar sus
siglas y estaba muy influenciada por el Cristianismo de baje, muy de moda en
aquellos días. Como Alcalde fue elegido Tomás Calvo de UCD, con el apoyo de los
concejales de ORT. Este acuerdo, que parece sorprendente, no lo es tanto visto
desde dentro. En definitiva se trataría de un pacto generacional tal y como lo
expresó en su día Calvo «La candidatura independiente era de personas mayores,
con arraigo, contra los que UCD no tenía nada en contra… Tal vez mi mayor
juventud, el tipo de vida más al ritmo de ahora, determinó el apoyo de la ORT»[2].
Tomás Calvo cortando la cinta inaugural de la Casa consistorial junto con el entonces Presidente de la DPZ y el Gobernador Civil de Zaragoza |
El espacio agrícola villanovense sufrió, tras la
expropiación del Castellar, una transformación sustancial importante. En un
primer momento el cambio fue debido a la escasez de terreno cultivable en
proporción a los medios de explotación que se poseían en la época. Villanueva
contaba en 1982 con casi un tractor por agricultor (en el pueblo había 112
personas dedicadas “al campo”) 32 cosechadoras y unas setenta herramientas
mecánicas de todo tipo[3],
aunque existía una diferencia considerable entre aquella maquinaria que había
quedado anticuada rápidamente y otra más moderna a raíz de las inversiones
realizadas en El Castellar. El bajo precio de los productos agrícolas, algo que
venía de años atrás, se vio agravado por la carestía del mantenimiento de esta
maquinaria así como por el precio de fertilizantes y carburantes. Por otro
lado, el salario medio en el campo era a principios de los años ochenta de unas
1.800 ptas. diarias, mientras en la industria era sensiblemente superior[4].
La carestía de terreno cultivable se intentó paliar mediante una reparcelación
del monte patrimonial, con todo muchos de los expropiados ya no pudieron volver
a dedicarse exclusivamente a la agricultura o ganadería y tuvieron que buscar
trabajos complementarios. La industria y la ciudad ofrecían mejores
expectativas. La superficie a parcelar fue de unas 4.000 has., en lotes de 5
Has., éstos fueron adjudicados mediante sorteo entre la mayoría de los vecinos.
El reparto se llevó a cabo en 1980[5].
En el año 1984 el rendimiento del monte fue de 250.000 Qm., sus efectos fueron
más simbólicos que efectivos con el paso del tiempo. Con todo la zona más
rentable son las 1.250 has., de regadío. El cultivo principal es el maíz y la
alfalfa, aunque en los últimos tiempos se han introducido nuevos cultivos
dedicados a la industria agroalimentaria e invernaderos. Otra víctima de la
expropiación fue la ganadería que pasó de ser extensiva a estabulada. Hacia
1990 la agricultura representaba un 14% de la actividad económica, en 1947 suponía
el 55%, seguida muy de cerca por la construcción. En este momento la industria
representa el primer lugar, con un 40%. La mayoría de la industria eran en ese
momento pequeñas empresas y talleres ubicados en los polígonos tradicionales
que recibieron un impulso definitivo en 1986 con la instalación del centro
regulador de SABECO, esta medida marcó el inicio de un proceso rápido de
asentamiento de industrias en la localidad. Según las cifras comparativas con
1947 tan apenas había subido un punto la actividad industrial respecto a ese
año sin embargo, unida a la construcción, la cantidad asciende a más del cincuenta por ciento de la actividad
económica local. Por el contrario el sector servicios tiene una fuerte subida
desde el 6%, cuarenta años atrás al 35% en 1991.
Las popularmente conocidas por "Cien viviendas" sociales |
Ya a finales de los años setenta, los informes de la
Cámara de Comercio de Zaragoza, indicaban sobre «las posibilidades de
instalación de nuevas industrias, que son muy excelentes por las ventajas que
el Ayuntamiento estaría dispuesto a dispensar a los futuros industriales»[6].
Sobre todo, ocurrió esto, tras la reforma del Plan de Ordenación Urbana del año
1982. Dicha reforma facilitó la ampliación de los polígonos ya existentes en
16.000 m2 de suelo industrial, para la ubicación de 15 industrias en
el año 1984[7].
En 1982 se inauguró la construcción de un centenar de pisos de protección
oficial, con préstamos a largo plazo que supuso también el asentamiento de
población en Villanueva, pues el número de vecinos no superaba los 2.500
habitantes, una cifra que se encontraba estancada desde la posguerra y que
amenazaba con disminuir en los siguientes años. Esta fijación supuso que muchos
villanovenses que todavía vivían en los extrarradios fijaran sus residencias en
el núcleo principal y que otras familias que vivían de alquiler, adquirieran
una vivienda en propiedad.
Con todo el aspecto del casco urbano era eminentemente
rural, con edificaciones de una y dos plantes y algunas calles sin urbanizar,
fue precisamente en el período 1980-85 cuando se llevó a cabo la finalización
de los últimos tramos que todavía quedaban por asfaltar en la población, se levantaron
parques, un pabellón municipal, se plantearon urbanizaciones y se construyó el
actual edificio municipal que ha demostrado tener una funcionalidad que no
poseía el anterior, mucho más antiguo a pesar de que poseía una fachada
bastante racional y modernista, sin embargo se prefirió por construirlo todo de
nueva planta. A pesar del futuro prometedor que podía suponer para
Villanueva estas infraestructuras y
sobre todo la construcción de la autovía, lo cierto es que el crecimiento posterior
de la localidad fue bastante convulso por culpa de lo que después se ha dado en
llamar “la burbuja inmobiliaria”, pero esto es otra historia.
[1] Javier Delgado Echevarría,
“Organización Revolucionaria de Trabajadores” GEA., tomo IX, pág. 2515.
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