Luces y sombras del patrimonio desaparecido en Aragón, durante la Guerra Civil

http://www.granen.es/index.php/mod.pags/mem.detalle/idpag.76/relcategoria.460/relcategoriainicial.459/idmenu.1106/chk.c80a3a11b34f4c86de813499135b161c.html


Hace unos días un iluminao me decía que estaba cargado de odio hacia los catalanes porque dije lo que dije en mi anterior entrada, pues bien cuando hay que reconocer las cosas hay que hacerlo y buscando información sobre el patrimonio aragonés desaparecido durante la Guerra civil, he encontrado este enlace correspondiente a la página web “Desde Monegros” en el que se recuerda la labor que hizo un catalán en 1936 para salvar algunas obras de arte en la comarca de Monegros. Dentro de la cautela que merece la declaración del personaje, un escultor barcelonés llamado Alepes Fenosa, me permito reproducir parte de lo que aparece en dicha página para contextualizar el ambiente que se vivía en esa época y sobre todo para exponer que la gente era más consciente de lo que nos parece sobre lo que estaba ocurriendo, bien es cierto que lo expuesto por Fenosa está escrito en sus memorias, años después y seguramente en otras condiciones a las que se vivieron durante la Guerra, no obstante ahora no vamos a dudar de su buena fe, entre otras cosas porque hay cosas del reportaje que merece la pena ser recordadas

http://www.desdemonegros.com/index.php?id=noticiadesarrollada2&idnoticia=23&seccion=p_nosotros

Durante 451 años el monumental retablo pintado por Martín de Soria ocupó el frente de la capilla mayor de la iglesia parroquial de Pallaruelo de Monegros, gran parte de él desapareció en 1936. Se salvaron las tablas del banco con escenas de la Pasión de Cristo (Oración en el Huerto, Beso de Judas, Jesús ante Pilatos, Camino del Calvario y Crucifixión) y la escena de la Circuncisión (155 x 75 cm.). Salvadas gracias al escultor catalán Apeles Fenosa (1899-1988), al que no se le ha agradecido suficientemente su esfuerzo.

El 18 de julio de 1936 el alzamiento sorprendió a Fenosa en Barcelona y, desde el primer tumulto que se registró, se opuso al saqueo de las iglesias. En sus memorias recuerda que en la prensa de la época, los anarquistas exponían las razones de su actuación: “Nos hemos apoderado de aquello que nos pudiera ser útil para los fines revolucionarios y costeamiento financiero de la revolución y después, [hemos] incendiado los edificios religiosos; que son vergüenza de nuestro pueblo, para dejarlos reducidos a la nada, de donde no debieron haber surgido” (Solidaridad Obrera, 25 de Julio 1936).

La Generalitat puso a disposición de Fenosa un camión, un chófer, un soldado y un arma [con ellos] recorrió Cataluña y Aragón, a menudo con su primo Ramón Florensa y así salvó del fuego, a veces en el último momento, muchas obras maestras. En el semanario Mirador 27, el periodista Roe publicó una entrevista de Fenosa, bajo el título “Cataluña ha salvado en Aragón un tesoro artístico” y así, en palabras del escultor describía sus heroicas actividades: “Intentamos salvar el tesoro artístico de Huesca y de Zaragoza, poniendo remedio, en la medida de lo posible, a las destrucciones de la guerra y de la revolución. Intentamos salvarlo y posteriormente, una vez acabada la guerra, lo devolvimos al pueblo de Aragón, después de haber procedido a los trabajos de restauración necesarios, como homenaje, como testimonio de amistad y solidaridad del pueblo catalán”. Prosigue relatando Apeles Fenosa; “Es un trabajo ingrato y no comprendido por la gente. Un día me confundirán con un ladrón, por alguien que se dedica al pillaje y me matarán”. Ingrato a causa de los que, sabiendo todo esto, sin haber hecho nada para salvarlo, una vez que ven que está a salvo, le tratan de ladrón y de vampiro de un pueblo [él mismo era consciente de lo que estaba haciendo y también otros]. “He recibido una carta (se explica él) de un individuo que nos acusa a todos los catalanes de aprovechar las circunstancias actuales para expoliar a un pueblo que no sabe lo que tiene.

Nos cuenta su paso por Grañén, Lanaja, Tardienta y Pallaruelo:
“A Grañén llegamos cuando estaban partiendo los trozos de un magnífico retablo, espléndido, para hacer leña. Trozo a trozo lo recompusimos hasta la última astilla. Pero lo más bello, lo más precioso, ya se había perdido”. “En Lanaja, el viento ya ha debido de llevarse las cenizas de un tesoro muy importante, conocido en todo el mundo. Sólo hemos podido salvar dos tablas muy buenas del siglo XV. Sé que la historia reconocerá las preocupaciones y los malos momentos que pasé para salvarlas”. “En Tardienta, Shum salvó algunas cosas y estuvieron a punto de fusilarle. No lo comprendían”. “A Pallaruelo de Monegros llegué a medio día con una ambulancia. Aunque mucha gente se pasea en coche para darse importancia, nosotros, que estábamos salvando millones y millones, no conseguimos encontrar un coche de turismo. Descubrí un retablo soberbio de diez metros de alto que estaban desmontando en el patio del Comité. ¡Querían hacer leña con él para el invierno! Después de pelearme con todo el mundo, hasta el punto de pasar casi por fascista, conseguí meter tres piezas en la iglesia. El Comité me prometió que pondría a salvo el resto, mientras que yo iba a buscar un medio de transporte. Tenía miedo de que se pusiera a llover; fui todo lo deprisa que pude, pero llegué en el momento que caía un aguacero que destruyó casi todo el retablo. Entonces el Comité, al que yo había prometido un maestro de escuela y una biblioteca, no me dejó coger el retablo mojado, diciendo que quería una camioneta a cambio. Pero eso no vale nada para ustedes, pues dejen que se moje y se pudra (les dije). Para nosotros no, pero se puede utilizar para hacer leña, al parecer, para usted tiene mucho valor. Entonces páguelo. Y como no tenía camioneta que darles, el retablo se quedó allí. Era una maravilla pero, al estar expuesto a la lluvia y al sol, no quedó nada de él.”

Otro fragmento muy interesante que aparece en la biografía de Apeles Fenosa, es el siguiente: “Tenemos intención de devolver solemnemente los retablos aragoneses, una vez restaurados y puestos a punto. Pertenecen a un pueblo que tiene el derecho de quedarse con ellos. Cataluña tendrá el orgullo de haberlos salvado, de haber hecho un acto de civismo. En Aragón crearemos un Museo de Arte aragonés. Creo que lo conseguiremos. Pero si aumenta la desconfianza, tendremos que dejarlo todo tal como está. Tanto peor para ellos. Pero a pesar de todo, hay que esperar que comprendan nuestro esfuerzo y, al mismo tiempo, la honradez de nuestras intenciones. Y que no permitan que desaparezcan lentamente, en medio de las pasiones que despierta con razón la lucha antifascista, tesoros de los que mañana pueden sentirse orgullosos. Nuestro trabajo y nuestras penalidades se verán ampliamente recompensados el día bendito en que podamos ofrecer al pueblo de Aragón, junto con su libertad, sus grandes tesoros artísticos, una vez efectuados los trabajos de restauración y conservación, como una prueba de manifiesta solidaridad y fraternidad”.

Las obras salvadas que cita Fenosa de estas cuatro localidades de Monegros, se encuentran conservadas: una en su lugar, el retablo de Grañén; y las tablas de los otros retablos se hallan en el Museo de Zaragoza (las de Lanaja) y en el Museo Diocesano de Huesca (las de Tardienta y Pallaruelo).

Tablas de Lanaja (Huesca) que se conservan en el Museo Provincial de Zaragoza





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