Sertorio: La forja de un mito
Ruinas de Rodén viejo (Zaragoza), se dice que bajo sus piedras se esconde un campamento sertoriano |
Una vez dominado el Valle del Ebro por las legiones, el paso
siguiente sería penetrar hacia la Meseta. Hasta el año 138 a. C. la presencia
transalpina en la depresión fue casi exclusivamente militar y se caracterizó
por concentrarse en el mantenimiento de la paz mediante la ley o la fuerza, así
como por la explotación de los recursos económicos, sin que apenas se asentara
población civil. Paralelamente a la ocupación castrense, la población autóctona
iba adoptando paulatinamente las formas de vida de la metrópoli, sobre todo los
artículos de consumo como el vino y el aceite. Los yacimientos de la época
muestran productos artesanales procedentes de Italia como la vajilla de mesa de
engobe negro, conocida por «campaniense». También se construirán importantes
vías de comunicación como la calzada que comunicaba el centro del valle con
Osca e Ilerda con Tarraco, construidas entre los años 118-114 a.C. El río Ebro
se convirtió en navegable para embarcaciones de poco calado que llegaban hasta
la Rioja. De las decisiones del Gobernador instalado en Tarraco (actual
Tarragona) dependían los indígenas peninsulares. Estos recibían anualmente su
visita de inspección en la cual se impartía justicia y administraba la comarca.
Uno de los bronces de Contrebia es un ejemplo claro de ello; aunque lo redacte
el Senado local, el documento posee numerosos tecnicismos del derecho romano
que lo delatan. Los nativos conocían latín, aunque en su mayoría utilizaban su
lengua nativa y nombres vernáculos, algo que se puede apreciar en el Bronce de
Áscoli, aunque en dicho documento también aparecen nombres latinos.
En torno al año 100 a. C., la metrópoli romana está
dividida en dos facciones; la de los Populares encabezada por Mario y Cinna y
la de los Aristócratas u Optimes liderada por Sila. El Valle del Ebro será
escenario principal en esta guerra civil que se desata en la Urbs y que
se trasladará a tierras hispanas, destacando en estas operaciones Quinto
Sertorio. Este general había nacido en Nursia hacia el año 123 a.C. en la
región italiana de la Sabinia, cercana a Roma. Comenzó su Cursus Honorum al
servicio de Mario, luchando contra cimbrios, teutones y destacando por sus
cualidades castrenses. Tras adherirse al llamado Partido Popular romano pudo
sobrevivir al asalto de Roma protagonizado en el año 88 por el Aristócrata
Sila, lo que fue considerado en su momento todo un sacrilegio. El nuevo
dictador se encaminará hacia oriente, donde realizará una brillante campaña
militar contra Mitríades VI, de la que regresará con los laureles del triunfo y
un gigantesco botín, es el triunfo definitivo de la facción aristocrática. A su
regreso se enterará de que Cinna, a quien habia dejado al frente del gobierno
de la Ciudad Eterna, se había aliado con el popular Mario y que ambos habían
enviado a Sertorio a Hispania Citerior con el cargo de Pretor. Los optimates
acusan entonces a los populares de haber abusado del poder durante la ausencia
del César y comienzan entonces una campaña contra sus contrarios, entre los que
se encontraba el Pretor de la Tarraconense. En el año 82 Sila publica la Lex Valeria que
le permite ocupar la Dictadura por tiempo ilimitado y evita que sus enemigos
puedan defenderse mediante la intercesión de los llamados tribunos de la plebe.
Tampoco podrán apelar a los comicios romanos
en caso de ser condenados a muerte, en definitiva se inicia la represión con
listas de proscritos y condenados a muerte entre los que se encuentran la clase
adinerada de los caballeros, a quienes se les confiscan sus fortunas.
Sertorio que durante su mandato como Pretor se había sabido ganar
la amistad de los indígenas, con una conducta inteligente y moderada que le
permitiría acercarse a la mentalidad de los hispanos. Cuando fue cesado por
orden de Sila en el año 81 pudo hacer frente a las legiones en el valle del
Ebro, ya que para él era un punto estratégico por ser el centro de la ruta
hacia las Galias, sin embargo fue traicionado por el general romano Cayo Annio
Lusco, quien consiguió expulsarle de la península. El general sabino embarcó
con sus tropas en Cartago Nova con el propósito de trasladarse a la Mauritania
Tinguitana. Una vez en territorio del actual Marruecos se ganó la confianza y
amistad de las tribus mauris (moros)
y organizó un ejército formado por exiliados romanos y africanos. Un año
después de su marcha al norte de África, volvió a la península desembarcando en
Baelo consiguiendo el apoyo inmediato de los lusitanos.
Derrotará al gobernador de la Bética afianzando su poder. Sila responderá enviando a la Hispania a Quinto Cecilio Metelo Pío, al mando de dos legiones. Pío sufrirá una primera derrota en Lacóbriga, (Lagos) viéndose obligado a retroceder a la línea del Guadiana. Corre el año 77 a. de Cristo y el poder de Sertorio se encuentra en su apogeo tras las victorias en las ciudades de Bilbilis (Calatayud) y Contrebia. En sus manos se encuentra todo el territorio ibérico, arrebatándole el dominio a Roma. Se hace fuerte de nuevo en el Valle del Ebro y controla, a excepción de algunas ciudades costeras todo el interior de la Citerior. Encontrará importantes refuerzos gracias al apoyo del general romano Perpenna y de las tribus celtíberas unidas a él, atraídas mediante el tradicional pacto de fides. Se calcula que llegó a tener bajo su mando directo unos 60.000 infantes y 8.000 jinetes. Movidos por estos fuertes lazos clientelares Tito Livio menciona como los soldados íberos arriesgaron sus propias vidas para salvar la de Sertorio, para quien en cierta ocasión construyeron con sus propios cuerpos una torre humana, que sirvió al general para escalar las murallas de una ciudad y refugiarse en ella. Se cuenta también que se hacía acompañar de una corza blanca, animal sagrado que representaba a la diosa Diana y se dice que esta última, daba consejos militares a Sertorio a través del cérvido. En cierta ocasión extraviada el animal en el fragor de una batalla, el Sabino hizo que reapareciera milagrosamente para que de esta manera, infundiera ánimo en los indígenas de su ejército. De nuevo los conceptos fides y devotio aparecen unidos. De nuevo los conceptos fides y devotio aparecen unidos.
Huesca, la capital de Sertorio en Hispania |
Utrilla Miranda, Pilar. Gran Enciclopedia Aragonesa, tomo XI (1981) “Sertorio”, págs., 3063-64.
Garcia Morá, Félix, Quinto
Sertorio, Roma Edit. Granada 1991.
Aguilar, Joao, Sertorio. Un general contra Roma, Edhasa
2009. (novela)
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