Adiós chimenea de Andorra, adiós

Fotografía tomada el pasado 6 de febrero

Esta fotografía la hice hace exactamente diez días, es por tanto una de las últimas imágenes que se conservan de la Chimenea de la Central de Andorra (Teruel) en pie. La capté desde la orilla derecha del Ebro, en la carretera que va de La Azaila y Escatrón. Allí se levantaba ante mi vista, solitaria y orgullosa, en medio de la estepa bajoaragonesa, quizás por eso mismo llamaba tanto la atención y quizás por eso mismo, se había convertido en un símbolo en una comarca que seguramente tendrá menos densidad de población que Laponia. En definitiva, esta chimenea representaba el futuro, el desarrollo de la zona y la esperanza de sus habitantes, independiente de otras connotaciones que pudiera tener. Parecía que llevaba ahí toda la vida pero en realidad tenía apenas cuarenta años, ahora ya es historia, esta mañana la han derribado. 

La primera vez que la vi fue hace treinta años, en la carretera entre Híjar y Alcañiz y desde entonces siempre me ha llamado la atención. La he fotografiado en ocasiones sola y en otras, acompañada por las tres cubetas que tenía a sus pies desde distancias considerables y es que era visible desde las estribaciones del Maestrazgo, desde el rio Ebro y también desde la Ibérica turolense. En todas las imágenes aparecía sola, en medio de la nada. Hace unos meses caían las tres cubetas que la han acompañado durante todo este tiempo y que han formado parte de ese paisaje, hoy le ha tocado a ella. 

Nunca entenderé ese afán tan aragonés en derribar el pasado. Ese sentido adanista de la vida; “antes de mí nada, después de mí el caos”. Pero sobre todo esa manera de ser de la sociedad contemporánea que cree, que lo que importa es el instante y no el antes o el después. Los faraones hicieron pirámides que llevan cuatro mil años pie, en la Edad Media se construyeron catedrales que hoy sirven de reclamo turístico, en las épocas antiguas tenían cierto sentido de la perdurabilidad. La sociedad actual solo busca el “like” del momento, el selfie, no importa lo que se ha hecho para llegar ahí o que lo que sucederá mañana. Algo de esto le ha sucedido a la chimenea de Andorra; da igual lo que simbolice o lo que pueda representar, lo importante es el espectáculo de verla caer y además ¿Para qué sirve ya? Y mañana nos lamentaremos de que ya no existe.

La Central de Andorra, desde Belmonte de San José (Teruel).
Con los aerogeneradores de fondo, todo un símbolo.
Esos aparatos, por mucho que se empeñen, nunca nos acostumbraremos a ellos

La chimenea desde las orillas del Ebro


La chimenea desde Oliete (Teruel)

Desde la estación de Castelserás (Teruel)

Comentarios

  1. Mariano Ibeas
    Ni olvido, ni perdón: Hoy se ha completado la ignominia; otro capítulo más de la perdida__aniquilación__ de nuestro patrimonio industrial. Sensibilidad, cultura, pasado cercano o lejano=cero. Desde los días lejanos del derribo de la Torre Nueva en nombre de los torpes burgueses de antaño. Desde el abandono y destrucción culpable de la antigua Universidad de Zaragoza, en los años sesenta, en nombre de los progresistas de hogaño. Desde la casi destrucción del teatro romano, los baños judíos, la ciudad romana por cuenta de los hijos o los nietos constructores de aparcamientos. Desde la destrucción reciente de Averly por parte de los nietos de los reyes del ladrillo... desde... desde... hasta hoy, el día en que la chimenea de la central térmica de Andorra ha volado en pedazos, son demasiados los hechos consumados sin que los responsables de las instituciones levanten ni siquiera levemente un ceja en contra de los culpables... Entretanto, Miguel Ángel Arrudi, allí donde se encuentre, habrá derramado unas lágrimas sobre esta tierra despiadada, hosca dura y cruel, que nos habita. Un gran abrazo a todos los que aún siguen creyendo en la bondad del género humano....!

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