Escopeteros de Escatrón
Dije en la entrada anterior, que la procesión de Santa Águeda en Escatrón tenía algo de siciliana y que le transportaba a uno al viejo reino de Nápoles. Cuando pensaba esto, no había leído todavía la página web del ayuntamiento de Escatrón (Zaragoza) en la que dice que la tradición oral cuenta “fueron unos soldados nativos, que regresaban de los tercios de Sicilia quienes trajeron el culto de la Santa Mártir de Catania”. Al parecer, se acogieron a su protección para la dura batalla y al haber sobrevivido a las diferentes vicisitudes que allí padecieron, decidieron traerse consigo tanto una imagen de Santa Águeda, como toda la adoración y los milagros que venían asociados a ella”. Gracias a este singular acontecimiento “todo el pueblo de Escatrón fue conocedor y partícipe de los hechos y decidieron honrar a la Santa forastera de la única forma que se merecía; haciéndola su patrona y venerando su propio culto”. Sigue la página web indicando que hoy día; “se recuerda la venida de aquellos soldados en la procesión del día 5, cuando los escopeteros que encabezan la comitiva disparan sus salvas en honor a la Virgen” tal y como hicieran los valientes hombres que irrumpieron en la villa hace casi cinco siglos”. Es decir cuando las guerras del Gran Capitán.
No voy a discutir la tradición oral escatronera pero sí que me gustaría añadir que la costumbre de recibir con salvas a los patrones en la procesión, debía ser bastante habitual en todo Aragón hasta al menos la II República y nuestra Guerra Civil. En este caso, la localidad bajoaragonesa es quizás una de las pocas que todavía mantiene este tipo de saludo a la imagen incluso, estando delante el Sr. Arzobispo que parecía asustando ante el atronador ruido de las escopetas. Lo que él no debía saber es que faltaba una estruendosa traca que ríete de las mascletás valencianas. De nuevo a la cultura levantina y las evidentes las similitudes que en el caso aragonés “han pervivido en una zona de influencia íbera, después romanizada y posteriormente cristianizada en la que el arrastre y la mezcla de unas culturas con otras crearon unas tradiciones únicas pero con un denominador común que las emparentaba”. Los atronadores disparos y la traca final puede tener que ver también con una petición a la Mártir catanesa para que llueva, a modo de truenos simulados. Otra posibilidad sería enlazar los escopeteros, que desfilan justo detrás de las panbenditeras, con las "lupercales" romanas y es que las jóvenes portadoras del pan "debían ser puras y vírgenes (como la mártir) elegidas por el Concejo o Ayuntamiento y no todas ellas tenían el privilegio de procesionar en ese día. Actualmente en Escatrón la pambenditera es toda aquella joven soltera que sale en procesión de forma voluntaria, la Reina y las Damas de Fiestas e incluso las casadas, que visten los típicos trajes de gala y que portan sobre sus cabezas los cestos con el tradicional pan abizcochado y los pesos para que el viento y el continuo desfile no los balanceen demasiado. Estos cestos solían ser piezas de ajuar de elaboración propia heredadas de madres a hijas y elaborados de paja de centeno. Tenían forma de canastillo de labor, almohadillados en el interior y recubiertos con un paño blanco para que el pan no se apoyara directamente sobre la paja. Tanto las lupercales como en Grecia antigua los misterios eleusinos, con quien también que han querido emparentar, se celebraban en febrero, de hecho la fiesta de la Candelaria, el 1 de febrero, recuerda a las ceremonias de las lupercales.
La historia oral o las leyendas
populares, no dejan de ser recuerdos más o menos exagerados de cosas que han
ocurrido hace años o hace siglos por tanto, algo de verdad habrá en lo de los Tercios sicilianos o incluso que fueran
habitantes de Sicilia, donde se le tiene gran devoción quienes en un momento
dado repoblaran esta zona o que vinieran con estas tropas, no hay que olvidar
las relaciones que ha habido entre la Corona de Aragón y el sur italiano que hace
que muchos lugares, precisamente del bajo Aragón, sean conocidos como la Toscana española, por la similitud de
sus paisajes y tradiciones. No sería de extrañar que en toda esta secuencia
histórica, no tuviera que ver la presencia junto a la localidad del monasterio
cisterciense de Rueda quienes, incluso en el siglo XIII (con la llegada de
Constanza de Sicilia) repoblaran estas tierras con gentes provenientes del sur
italiano.
Magnífico trabajo
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