La vida desde Rodén (Zaragoza)
He leído que Rodén era un pueblo grande, "con sus costumbres, sus fiestas, con recursos para vivir por si solo pero Rodén no solo había muerto como edificio, había muerto el corazón y el alma del pueblo".
El antiguo lugar, que casi parece una fortaleza, se levanta sobre un elevado promontorio en la vega del Ginel, un pequeño río que nace en la fuente de la Magdalena, en el cercano pueblo de Mediana y que conforma un auténtico oasis entre la estepa de Belchite y el valle del Ebro.
En parajes como éste uno se acuerda de los versos de Labordeta cuando dice "y donde hay agua una huerta".
La imagen superior está captada desde Rodén viejo con el nuevo poblado a sus piés y la línea de Alta Velolidad al fondo. ¿se habrán acostumbrado sus vecinos al vuelo del AVE?
En la siguiente, el tren parece salir "ó ser tragado" por las ruinas del pueblo-fortaleza abandonado.
Es curiosa la imagen que ofrecen las ruinas de un pasado olvidado, con las de un silencioso caserío en medio, con el fondo estridente y bullicioso de la modernidad que marca el tren, atravesando un paisaje dormido.
El marco de la puerta de la vieja iglesia parroquial, ofrece vistas inigualables sobre el Valle del Ebro. Viendo la vida pasar mientras el lugar permanece en el olvido.
El antiguo lugar, que casi parece una fortaleza, se levanta sobre un elevado promontorio en la vega del Ginel, un pequeño río que nace en la fuente de la Magdalena, en el cercano pueblo de Mediana y que conforma un auténtico oasis entre la estepa de Belchite y el valle del Ebro.
En parajes como éste uno se acuerda de los versos de Labordeta cuando dice "y donde hay agua una huerta".
La imagen superior está captada desde Rodén viejo con el nuevo poblado a sus piés y la línea de Alta Velolidad al fondo. ¿se habrán acostumbrado sus vecinos al vuelo del AVE?
En la siguiente, el tren parece salir "ó ser tragado" por las ruinas del pueblo-fortaleza abandonado.
Es curiosa la imagen que ofrecen las ruinas de un pasado olvidado, con las de un silencioso caserío en medio, con el fondo estridente y bullicioso de la modernidad que marca el tren, atravesando un paisaje dormido.
El marco de la puerta de la vieja iglesia parroquial, ofrece vistas inigualables sobre el Valle del Ebro. Viendo la vida pasar mientras el lugar permanece en el olvido.
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