Carta de Francisco Pradilla en "El Noticiero" de Zaragoza
El sábado 5 de noviembre de 1921, cuatro días después de su fallecimiento, el diario zaragozano El Noticiero, publicaba una carta escrita por Francisco Pradilla a un amigo suyo en la capital aragonesa, en la que refleja sus sentimientos y lo que había sido su vida en el aspecto profesional, además de algunas inquietudes que le habían afectado en el plano personal. El artículo en cuestión se titula "Algo sobre Pradilla" y está firmado por OSTALÉ TUDELA, en la portada del mencionado Diario de tendencia confesional católica.
Comienza el articulista con un párrafo
en el que opina que fue una verdadera lástima no germinase la idea varias veces
expuesta por García Mercadal sobre llevar a cabo en Zaragoza una Exposición
dedicada al insigne villanovense; "porque a tal señor tal honor, de tal
artista aragonés de fama mundial, al cual Aragón debe reparación de olvidos si
los hubo y rendimiento de afectos, que por venir de Zaragoza habrán de calentar
más profundamente el corazón del viejo maestro". Reprocha que a estos
buenos propósitos no contestara nadie, "ni aun la Academia de Bellas Artes
de San Luis". Quedando la propuesta en el olvido y se lamenta de que que "en
estos últimos tiempos, los más tristes de su vida, se le reintegrase al
ambiente espiritual de España. Murió Pradilla, siendo objeto de un olvido
injustísimo en el cual no tiene parte de responsabilidad las multitudes
españolas, sino los que tienen la misión de dirigirlas y encauzarlas". Se
queja de que una vez desaparecido el pintor se quiera subsanar el error, (aquello
de poner cebada en el rabo al burro, después de muerto) aunque corregirlo sea "un
deber de regionalismo y de practricismo" y expone que el Arte debe vencer
al espacio y al tiempo, siendo muy justo "se rinda devoción necesaria a
esos soberanos artistas, a los que por lo mucho que valen o han valido, quieren
alejarnos de nosotros, para colocar en cambio a esos adecendros, lumínicos de
ocasión, que explotan un apellido, vulgar también, o que hacen arte entre los
políticos". Para finalizar diciendo que "si un pueblo no tiene
conciencia de si, no sabe querer y
respetar a sus artistas".
¿Cómo era Pradilla en sus últimos
tiempos? se pregunta, y acto seguido cita la siguiente carta que le escribió y que
lo retrata perfectamente, en un acto de nobleza "ofrece al museo por si es
de su interés" en la que se dice:
«…Entre tales corrientes de
contratiempos nuestro ilustre amigo J.Mercadal me envió con su última erudita
bella e interesantísima publicación “España vista por los extranjeros" en
su artículo de usted, “de Arte”. Son por tanto las nobles manifestaciones del
patriótico entusiasmo que en usted alienta y muestras de su juvenil espíritu
que si acaso es común en Aragón, rejuvenecerán sus viejas glorias.
En carta y artículos alude usted a dos
puntos a mis referentes. No fui afortunado en mi modesta relación con la tierra
natal, ni diría verdad si negara mi queja. Pero me refería al humilde y
transitorio apoyo de mi jornal que en las crisis más aciagas de mi trabajosa
vida solicité para mis hermanos, que sin trabajo, con familia y yo imposibilitado
de socorrerles, se disponían a emigrar, burlados, entretenidos, salvamos con
solo nuestro esfuerzo la terrible crisis. ¡La muerte zanjó este asunto que en
mi corazón sangraba! (En este párrafo hace alusión sin duda a la quiebra de la Banca Villodas y al fallecimiento de su padre y seguramente a la necesidad de vender la casa de Villanueva para poder pagar deudas). Pero como artista, no me quejé sino a título de cita.
Pronto aprendí que si, como dicen aquí «En la patria nadie hace falta» en el Estado
«hace de más por las artes de la Pintura» “Por eso soñé y trabajé por encontrar el
modo de dar a nuestros estudios de Arte una dirección práctica. Mi desgracia
financiera me desertó y unció de nuevo al yugo de la necesidad diaria.
¡Inapelable! Y fue un bien para mí. Los «hechos» me han probado que aquí carecía
de la precisa autoridad y del respeto necesarios para repercutir en utilidades.
Me hubiera estrellado de cualquier modo. A menos, hoy vivo libre de toda
ambición, como no sea la de aprender en mi oficio.
Latía en mí todavía la de llevar por el
mundo una colección de obras mías, según la costumbre actual. Núcleo de estas
exposiciones serían los «cuadros» históricos de género inédito que pinté estos
últimos años y que sus dueños me prestaban para este único objeto. Para
aumentar su número y género retuve unos, cuanto pude, en el estudio; pero con la
prolongación de la satánica guerra me fue obligando a desprenderme de ellos.
Los que me quedan son de escasa cuantía.
Su artículo aludido, es la sola noticia
que tengo de esa proyectada exposición
de arte aragonés. Desde que volví a la Patria he ambicionado darme a conocer de
mis paisanos, pero es imposible retener obras cuando hay que vivir de su venta
inmediata y le han robado a uno todo su mísero haber y por añadidura y burla
de la contraria suerte, le declaran a uno «bien y legítimamente robado».
Nuestros amigos señores González pueden decir que de haber ignorado realizar la
proyectada serie de exposiciones, la primera etapa hubiera sido Zaragoza.
Entre las corrientes de arte resultan anárquicos
los varios géneros de arte que por ambicioso o por necesidad he cultivado,
usted apreciará que impida la exposición de muchas obras donde no soy apenas conocido,
como no lo soy en Aragón; de ninguna manera la de una a dos obras. Veremos si
al fin lo logro...”
Las imágenes corresponden a dibujos realizados por Francisco Pradilla Ortíz y publicados en su día en la revista Ilustración Americana y Española. En ellas se representan imágenes de la vida de la Zaragoza que él vivió hacia 1870.
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