Manolo el Practicante

La tercera casa que da a la carretera, enfrente, allí estaba la barbería de Manolo el Practicante

Hace poco me preguntaron por Manuel Sinués Benedicto, que fue Practicante-Callista en Villanueva de Gállego. Por supuesto que lo conocí y lo sufrí, aquella ceremonia de preparación de la jeringuilla hipodérmica consistente en quemar alcohol para luego pasar el cristal por la llama repetidas veces para que se quemaran todos los virus que enfermo anterior y no te invadieran a ti, era toda una tortura psicológica que terminaba doliendo más que el pinchazo, sobre todo al pensar en aquel aparato de hierro que sostenía la cubeta. Manolo El Practicante era un hombre jovial, servicial y cumplidor, dispuesto las veinticuatro horas del día para amargar la tarde a cualquier chaval que se rompiera la cabeza (como fue mi caso en cierta ocasión) o tuviera un constipado. Vino al pueblo de muy joven para aprender del oficio de mano de su tío y aquí se quedó para siempre, cuando se jubiló, creo, el Ayuntamiento le nombró hijo adoptivo de la localidad y los pocos años que duró su retiro, falleció muy joven, los pasó recorriendo los caminos del Término municipal, pues era un gran andarín. Recuerdo que en cierta ocasión le atropelló el tren cuando iba con su motocicleta, todo el pueblo acudió a su casa, pensaba la gente que no sobreviviría, pero sí lo hizo.
Manolo reunía en sí una doble condición que ha pasado a la historia, fue el último practicante-barbero o Cirujano como se decía antiguamente, toda una institución de la que sobrevive Joaquín, uno de sus ayudantes junto con Faustino. Precisamente al acordarme del personaje he recordado que tengo algunas capitulaciones del oficio de cirujano cuanto éste era un trabajo controlado por el municipio, son curiosas.
Capitulación del Cirujano:
1º. Ha de servir dicha facultad desde el día de San Miguel de Septiembre de este presente año hasta igual día del siguiente, por la cantidad de ciento veinticinco cinco libras jaquesas en tres tercios, esto es de cuatro en cuatro meses.
2º. Tendrá obligación de ir a visitar y cobrar a los enfermos de su facultad, todos los días mañana y tarde y si a caso ocurriese algún repente de día o de noche, tendrá que ir siempre que lo llamen. A excepción de los casos de tiña, sarna o humor venéreo, que estos serán a su administración.
3ª. Ha de rasurar a todos los vecinos con obligación de concurrir hacer la rasura de ocho en ocho días a las casas de los señores cura y de los individuos que componen el Ayuntamiento y demás vecinos, por quienes fuese llamado y por cuyo trabajo será de cargo por cada uno, contribuirle además del tanto de la conducta con tres pesetas por año.
4ª. No estará obligado a curar enfermo alguno de mano airada, gálico o Sarna, sino es cobrando separadamente.
5ª. No podrá hacer ausencia del pueblo sin licencia de alguno de los SS., de Ayuntamiento, bajo amenaza de diez reales por cada vez y, si fuere  viaje que ha de estar más de un día, ha de dejar regente, lo propio si se hallase enfermo. Siempre que tenga que ausentarse del pueblo bajo la pena de diez reales por cada vez.
6ª. Se le permite a su Arbitrio ir a visitar a los de las torres, singularmente la víspera de las festividades y sin hacer falta a las visitas del pueblo.
Deberá ser exento se contribución, por lo que respecta a su conducta, con los referidos pactos y condiciones. 

Comentarios

  1. Me ha gustado mucho este retablillo, Carlos. Me he informado de lo que era el oficio de cirujano y me has traído a la memoria a Manolo Sinués, que, como dices, era una gran persona. Un abrazo.

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  2. José Luis Tenas Que cosas más curiosas sacan en éste blog

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  3. Fantástica información Carlos. Recuerdo a Manolo perféctamente y también sufrí el azote de sus inyectables.

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