Pedro Saputo, la elección de alcalde y el tocino

Como diría el amigo Carlos Lasierra: Imagen de San Antón,
que se conserva en una parroquia de la comarca del Bajo Gállego

Es considerado el patrón de los animales, aunque también se le invocaba contra la peste. En algunas zonas el 17 de enero es considerado también el comienzo del Carnaval. San Antón inaugura los llamados “Santos de Capa” al que siguen, al menos en Aragón; San Sebastián, 20 de enero. San Vicente, 22 de enero. San Valero, 29 de enero y San Blas, 3 de febrero. Pelotón al que se ha unido recientemente San Valentín, 14 de febrero. Santa Águeda, 5 de febrero, también lleva capa, aunque sea mujer, es decir Santa y mártir. 

Estos Santos invernales tienen algo de taumatúrgico, de sanadores, algo mágico quizás porque en su celebración es importante “la hoguera”. San Antón los animales y la Peste, San Blas los males de la boca y la garganta, Santa Águeda los males de la mujer, etc. Antiguamente y hasta no tanto. La cofradía de San Antón tenía en su propiedad un cerdo que a lo largo del año circulaba por las calles comiendo todos los residuos que encontraba y que arrojaban los vecinos, el tocino cumplía una función depurativa para la comunidad, el pobre animal se tragaba todos los males del pueblo y luego, en enero, era sacrificado y sus restos servían para que los vecinos comieran alrededor de la hoguera sus morcillas, sus chorizos y su carne, era todo un ritual.

Se cuenta una historia de Pedro Saputo, el sabio-pícaro de Almudévar cuya vida fue recogida por Braulio Foz en el siglo XIX, que en cierta ocasión fue requerido por los habitantes de un lugar porque tenían que elegir alcalde. Tenían un problema porque el pueblo estaba dividido justo en dos, una mitad eran partidarios de un candidato y justo la otra mitad del otro, así que recurrieron a Saputo para que les resolviera el problema. Una vez estudiada la situación, hizo que le llevaran a la calle más larga y recta del pueblo, una vez allí mando poner en el extremo de la misma una manzana y a los dos candidatos en la otra punta, entonces dictaminó; el que primero de los dos candidatos llegara a la manzana y la cogiera, aquel, sería elegido alcalde del lugar, todos aceptaron la propuesta y así se hizo. Pedro dio la salida y ambos candidatos comenzaron a correr por el pueblo, en ese momento apareció el tocino de la cofradía de San Antón quien, al ver la fruta, cumplió con su cometido, es decir se comió la manzana y, como el animal fue el primero en llegar a la recompensa, el tocino fue proclamado Alcalde. Bien es cierto que cuando le llegó la hora al pobre animal, allí no hubo respeto por la autoridad pero para entonces, vete a saber quién mandaría en el pueblo.


La moraleja de esta leyenda tiene su enjundia y sin duda representa bastante lo que era el “animalico” en una comunidad rural de hace unos pocos siglos y también como se organizaba la vida en un lugar.

Comentarios

  1. Indico la comarca y no la localidad para preservar la integridad de la pieza de arte, ¡qué algunas son muy golosas!

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