viernes, 28 de septiembre de 2018

Puesta de sol en la Aljafería



La otra tarde me acerqué al parque de la Aljafería con la sana intención de hacer unas fotos del atardecer en el castillo, al llegar me di cuenta de que la puesta de sol no estaba mal pero, no había caído en la cuenta de que allí estaba también en inevitable coche de la Policía Nacional, en medio de la imagen como siempre, pero además estaban más coches oficiales aparcados entre el foso y el muro del palacio, ninguno barato por cierto y además una unidad móvil de la Corporación Aragonesa de Radio y Televisión (la tele autonómica vamos). No había caído en la cuenta y supongo que la mayoría de los aragoneses tampoco, de que en su interior se celebraba un debate sobre “El estado de la región” algo que suena muy bien pero que resulta bastante hueco y es que supongo que muchos ni se han enterado, de ahí su trascendencia.

En ese palacio de origen supuestamente romano, que transformaron los árabes en residencia para sus emires, que en su día rescataron los Reyes aragoneses primero y católicos después. En esa fortaleza de la Inquisición que tan importante ha sido para la historia de Zaragoza, en ese cuartel donde tantos hicieron la mili, allí mismo están las Cortes aragonesas y digo yo ¿Por qué no se llevan las Cortes a otro lugar? Anda que no hay espacios vacíos en la Expo. ¿Es que tampoco podemos disfrutar la gente de la historia de ese espacio como queramos? Si queremos bajar al foso se baja y si queremos pasear por fuera del palacio se pasea o hacer una sencilla foto del atardecer o del amanecer, como queramos sin tener que tener delante la visión de esos coches oficiales que por cierto es bastante cutre y dice mucho de nuestras instituciones. La Aljafería tiene suficiente identidad propia y suficiente historia como para que le queramos cargar con algo que no le hace falta y que además estorba, en fin seguiremos intentando hacer fotos del atardecer en la Aljafería, sin que al menos se note el coche de policía.




Leovigildo y Hermenegildo: Una historia de España



La historia de Leovigildo (último rey arriano-visigodo) y su hijo Hermenegildo, es un poco la premonición de lo que sería después la propia historia de España, quizás por eso sus vidas son tan actuales.

https://www.ivoox.com/leovigildo-hermenegilo-una-historia-espana-audios-mp3_rf_28954546_1.html

Bibliografía:
Cebrián Zúñiga, Juan Antonio. La aventura de los godos, La esfera de los libros. Madrid 2002.
García Moreno, Luis Antonio. Historia de España visigoda, Cátedra ediciones (historia mayor). Madrid 1989.
Jiménez Losantos, Federico. Los nuestros (cien vidas en la historia de España: “Leovigildo”), Planeta (Documento). Barcelona 1999
Martín, José Luis. Historia de España: Alta edad media (de la caída del Imperio Romano a la invasión árabe) vol3, Biblioteca El Mundo – Colección Austral. Editorial Espasa Calpe, Madrid 2004.

Novela histórica:
Galván, Guillermo. Sombras de mariposa (ambientada en el reinado de Leovigildo)
La Esfera de los libros. Madrid 2010.

Música:
The Wyrm “Canto Visigodo” Pacem Meam:
Alleluia ~ Mozarabic Chant ~ (Canto Mozárabe ~ Canto Hispánico)
Rosarieros de Hijar (Teruel): https://www.youtube.com/watch?v=M4LnctmBVwQ
Popular: Himno a San Hermenegildo, patrón de Alquife (Granada)

Colaboración: Andrea Bonafonte & Luko5bertura
Fotografía: Parque arqueológico de Recópolis (Ciudad mandada construir por Leovigildo).

martes, 25 de septiembre de 2018

Molón



Molón es un cilindro macizo formado por una masa de cemento y piedra sujeto por dos arandelas de hierro,  una a cada extremo y atravesado por una barra también metálica (algunos son muy estrechos y largos y otros al contrario, cortos y anchos, oscilan entre el metro y los dos y medio de longitud), sirve para “amolonar la tierra” es decir chafar las piedras y sujetar el terreno de labor, también sirve para extender o aplanar una superficie. Es un objeto muy pesado y su origen puede venir de “muela” o piedra de molino.

Es curioso pero hoy en día “molón” es sinónimo de bonito, agradable. Sin embargo en muchos pueblos de Aragón se dice; “ser más pesado que un molón”. También se dice “molar” cundo gusta algo. Sin embargo si le colocas el prefijo “a”, es decir “amolar” significa todo lo contrario, se dice; “no me amueles” para decir “no me fastidies”, no me chafes o no me enfades.




Almadías en el azud de Rabal



Entre las curiosidades que todavía se conservan el el Azud de Rabal se encuentra este "paso de almadías" sobre el río Gállego a modo de aliviadero escalonado.

Azud de Rabal



Ángel San Vicente Pino recoge un documento fechado en 1573 por el cual «los Procuradores del término de Rabal» contratan los servicios del maestro de la Acequia Imperial Guillén Bartox, para «hazer y ahondar una cequia y boquera nueba para el riego del dicho término». Se obliga al maestro a tomar suelo y boquera de dicha acequia en el río Gállego:

«...encima de la casa del açute junto al edificio de argamasa que alli hay de otro bocal biejo de cequia...»

Donde señalaron los procuradores del Término quienes determinaron para este efecto:
«...abrir la dicha boquera de treinta y quatro palmos de ancho con el fondo que sera necesario, conforme a nivel y discurso de la cequia y, esta anchura con su proporción de fondo, ha de llegar fasta el caxero biejo de la cequia bieja que se ha de abrir de presente...»

Se le obliga, al maestro Bartox:

«...abrir el pedaço de cequia bieja desde el diho caxero biejo hasta la cequia que agora serbia con el anchura que se tiene conforme a sus caxeros con su corriente y nivel...»

De manera que llegando al suelo de la acequia, que hasta ahora servía, debía de ahondar cuatro palmos de fondo hasta:

«dar en paradero de la cequia se se toma para Villanueba que llaman de La Rasilla» y «affondar desde la dicha cequia bieja hasta el dicho paradero de La Rasilla en proporcion lo que fuere necessario para el buen discurso del agua toda»[1].

Según esta documentación existirían dos azudes: la vieja presa romana que en un momento dado habría sido abandonada y otro más próximo a Villanueva, pero cercano al anterior. Éste, seguramente levantado durante la dominación musulmana, correspondería con el citado en el fogaje realizado en 1495, con motivo de las Cortes de Tarazona, en el que se menciona como vecino de la localidad «el guarda de la Çut de Rabal»[2]. Dicho azud habría dado el nombre árabe a Burjazud y se encontraría encima del actual “soto Larroz”.


Partiendo del actual Azud y siguiendo el curso de la acequia, aproximadamente 500 metros aguas abajo, se levanta un estrecho cortado, por el que escasamente circula un automóvil y a cuyos lados discurren el Término de Rabal y el Río. Tiene este cortado una longitud aproximada de 150 metros, en su extremo sur se aprecia una entrada natural aunque de difícil acceso debido a la maleza. No obstante, visibles desde el camino dos gruesos muros de mampostería y calicanto de río de metro y medio de largo por uno de ancho forman una pared consistente. En el extremo norte, se levanta una pared de ladrillo que surge de las mismas aguas y llega hasta mitad de cortado aproximadamente. En el cortado se aprecian restos de viga o aparejo del que todavía se conserva el arranque de varios maderos en posición vertical. Esta pared es perfectamente visible desde la margen izquierda del río y da en sí una imagen de posición semicircular. Completa el yacimiento un bloque de argamasa semihundido unos metros más arriba. Este muro podría pertenecer, perfectamente, a un azud levantado entre los siglos XIII y XIV. Isabel Falcón cita una avenida del río Gállego hacia 1468 en la que «...las fuertes crecidas ocasionaron la ruina del azud de Camarera y de Rabal»[3]. Circunstancia que puso en peligro el funcionamiento no solo del sistema de riegos, sino también, de diversos molinos por falta de agua. Según el guarda del Azud, la actual presa fue construida precisamente en esa época debido a la destrucción de la anterior situada aguas abajo. Estas obras hidráulicas corresponderían a sucesivos intentos por consolidar el azud que sería reconstruido en la segunda mitad del siglo XV. Fue definitivamente abandonado a finales del XVI tal como menciona Ángel San Vicente, seguramente por su escasa operatividad.

¿Se levantó esta obra sobre la torre del azud árabe? Por tanto ¿esto es Burjazud? Entra dentro de lo posible. Lo que sí está claro es que “la torre defensiva del azud” guarda una relación directa con el actual Término de Rabal y el aprovechamiento de aguas de este canal de riego.

Tras la disolución del Imperio romano y sobre todo durante el período visigodo, la población dispersa tendía a concentrarse en lugares concretos que garantizaran su seguridad frente a posibles ataques e incursiones militares o razzias de bandoleros o para hacer frente a los permanentes conflictos sociales que se generalizaron durante los siglos V al VII. En estos momentos de incertidumbre, los abastecimientos urbanos adquirirían un valor estratégico importante. Es posible que la ubicación del azud no respondiera a estas necesidades. Pudo haber sufrido alguna agresión que hizo aconsejable desplazar su emplazamiento a un lugar más seguro, que sirviera como refugio fortificado a las comunidades campesinas diseminadas en su espacio circundante, así como de vigilancia de la cercana calzada[4]. También es muy posible que, ambos azuds, funcionaran subsidiariamente estando operativo uno si sufría desperfectos el anterior, o viceversa.




[1] Ibídem., Lucidario de Bellas Artes en Zaragoza: 1545-1599, Real Sociedad Económica de Amigos del País. Zaragoza 1991, doc.185: AHPZ, Miguel Español, 1573, ff.41-42, págs. 225-26.
[2] Antonio Serrano Montalvo. La población de Aragón según el Fogaje de 1495 I: Sobrecullidas: Zaragoza y otras. Insitución Fernando el Católico, Gobierno de Aragón. Zaragoza 1995, pág. 2.
[3] Isabel Falcón Pérez, Zaragoza en el siglo XV morfología urbana, huertas y término municipal. Institución Fernando el Católico, Zaragoza 1981, pág. 156.
[4] P. Guichard, “Geografía histórica e Historia social de los hábitats rurales fortificados de la región valenciana” en Estudios sobre Historia Medieval, Valencia 1987, págs. 175-183

viernes, 21 de septiembre de 2018

Paloteau y Dance en Aragón

Representación del dance en Ambel (Zaragoza)

Una temporada más continuamos con nuestros podcast que se emiten en TEA FM., en esta ocasión comenzamos con una manifestación popular muy tradicional en Aragón y que lamentablemente esta poco tratada. El dance o más popularmente conocido por “paloteau” o paloteado, es una de las expresiones folclóricas más populares que hay en los pueblos aragoneses y que peor tratadas están a la hora de ser estudiadas y sobre todo divulgadas.

https://www.ivoox.com/dance-o-paloteau-aragon-audios-mp3_rf_28768560_1.html


Bibliografía:
Pueyo Roy, Mercedes: El dance en Aragón; Zaragoza, 1973.
Beltrán, Antonio.: El dance aragonés; Zaragoza, 1982.
Larrea Palacín, A. de: El dance aragonés y las representaciones de moros y cristianos; Tetuán, 1952.
Conte Cazcarro, Anchel.”Dance” en Gran Enciclopedia Aragonesa tomo IV, UNALI Ediciones. Zaragoz 1981, págs. 1031-35.

Música:
Dance de Leciñena (Zaragoza) “El Dance” por Gaiterros de Leciñena. CD. Editado por el Ayuntamiento de Leciñena en 2016.
Dance de Ambel:
Dance Yebra de Basa: “Mudanzas”. Plácido Serrano (Productor) Aragón. Disco editado por Fonomusic en 1984.
Dance de Villarluengo. Album: Antología del Folklore aragonés, Área de Cultura y acción social del Ayuntamiento de Zaragoza 1986.
Celma Ibáñez, Germán. “Habanera de Añón”. (CD Homenaje a Rafael Pérez Lacilla) IV Certamen nacional de composición de música popular aragonesa dedicado a la comarca de Tarazona y El Moncayo. 2017.

Colaboración: Andrea Bonafonte & Luko5bertura

Fotografía: Representación del Dance en Ambel (Zaragoza)

miércoles, 19 de septiembre de 2018

Guerras celtíberas en Aragón

Valle del Perejiles, donde se encuentran las ruinas de Segeda

Los primeros latinos con el fin de quedarse llegaron a Hispania por la costa de Gerona, en Ampurias hacia el año 218 a. C. Casi toda la franja levantina se encontraba bajo poder de Cartago, pero existía una colonia que era amiga y aliada de Roma, la ciudad de Sagunto. Por entonces el gran Aníbal se presentó ante las murallas de la polis en su camino hacia el Ebro con el fin de cruzarlo y proseguir viaje hacia Roma. Tras un prolongado y cruel asedio en el que incluso el caudillo cartaginés resultó herido, se apoderó de la ciudad que acabó siendo destruida y sus habitantes aniquilados. Tras este encontronazo, Aníbal continuó su camino. Mientras el mítico general cruzaba los Alpes con sus elefantes, su conmilitón romano Cneo Cornelio Escipión desembarcó en Ampurias con el fin de cortar el apoyo, que desde el sur le llegaba a la expedición cartaginesa y que ya se encontraba en Italia. Fue entonces cuando El Africano buscó aliados entre los íberos consiguiendo someter bien mediante tratado, bien por la fuerza la zona costera al norte del Ebro, fundando Tarraco[1]. Es en este contexto cuando aparecerán los celtíberos, aliados primero de Cartago, acompañarán a Aníbal en su viaje por Europa, cambiarán de bando según sus intereses y conveniencias, en ocasiones de manera abrupta y violenta.

En el año 197 a. C. se inicia la conquista y ocupación propiamente dicha. Roma pondrá al frente de sus legiones en la península a procónsules o pretores con el fin de ocupar y controlar la Hispania Citerior o mediterránea y la Ulterior, entre la Bética y la Lusitania. Dos años más tarde el Senado envió a Catón, que era cónsul y quien se hizo fuerte pero no llegó a controlar a los indígenas. Prosiguieron los enfrentamientos y las demostraciones de fuerza sobre todo a partir de la conquista de Celtiberia acometida por Quinto Fulvio Flaco y rematada por Tiberio Sempronio Graco entre los años 179 y 178 a. C. La victoria romana sobre los celtíberos en la batalla de Mons Chaunus (¿Moncayo?) y la toma de la ciudad soriana de Complega en el año 179 a.C., culminó con el tratado que Tiberio Sempornio Graco pactará con las tribus celtíberas de Titos, Belos y Arevacos por el cual éstas iniciarían un proceso de sedentarización (mediante reparto de tierras a cambio de tributos). Ingreso obligatorio en el ejército romano como tropas auxiliares. Derecho de algunas ciudades para acuñar moneda y la prohibición de fortificar ciudades existentes y de crear nuevos poblados.

Mara

La paz de Graco no fue definitiva, ni mucho menos. Sin embargo la entente con sus más y sus menos permanecerá 25 años. En el año 153 a. C. Segeda, una ciudad enclavada cerca de la actual Calatayud y dentro del actual término de la localidad de Mara, en el valle del río Perejiles; decidió ampliar su perímetro urbano, así como levantar fortificaciones y de esta manera romper el pacto establecido con Graco un cuarto de siglo antes. Parece ser que la importancia del suceso estriba en que era la capital de los belos (se han encontrado monedas acuñadas con el nombre de esta ciudad). Esa era una importante tribu celtibérica asociada con los titos y los lusones que habitarían entre la sierra del Moncayo y el valle del Jalón y que habrían firmado con Graco el famoso acuerdo del año 178. Las hipótesis de esta decisión segedense pueden ser variadas y van desde un aumento de población y la consiguiente necesidad de hacer más grande el perímetro urbano, necesidades defensivas ante posibles ataques de tribus hostiles, el bandidaje, cuestiones fiscales o recaudatorias o quizás exceso de confianza ante la respuesta de Roma.

El Senado, enterado de las pretensiones segedetanas, declaró sin más la guerra a la Celtiberia de forma tan inmediata, que adelantó la toma de posesión de los cónsules dos meses y medio. Es decir se pasó de los idus de marzo (día 15 de ese mes) que era cuando tradicionalmente se elegían estos cargos coincidiendo con el año nuevo en Roma, a las Kalendas de enero, es decir al día 1. El fin último era comenzar lo antes posible la campaña contra los celtíberos. Seguramente en esa decisión pesó más la estrategia que las emociones o la indignación porque en un pequeño lugar de la Celtiberia hubieran levantado una muralla. Mientras las guerras en la zona oriental del Mediterráneo eran más fáciles: a veces con una sola batalla caían naciones enteras. En Hispania era otra cosa, se trataban de tribus dispersas, en muchos casos enfrentadas entre ellas y el que ahora era aliado un mes más tarde era enemigo. A eso se unía la orografía, el clima y un sinfín de elementos que hacían necesario tomar medidas estratégicas eficaces. Si el cónsul tomaba posesión el día 1 de enero podía aprovechar los meses invernales para organizar sus tropas y poder desplazarse a la península Hispánica y comenzar las operaciones en marzo, que era la época en la que se abrían los puertos italianos tras el parón invernal. De otra forma se perdían dos o tres meses importantes para el desarrollo de la guerra, cuyas operaciones importantes se efectuaban durante los meses de primavera y verano.

El cónsul elegido ese año de 153 a. C., Fulvio Nobilior, se presentó en el valle del Jalón al mando de 30.000 legionarios, pero no sorprendió a los belos, que habían abandonado Segeda refugiándose en Numancia, la capital de los Arevacos. La ciudad sobre la que se levantó la localidad de Mara estaba desierta y tras sus muros no había nadie. La estrategia había fracasado, no obstante todas las precauciones eran pocas y había que estar al acecho ante una más que posible aparición de los belos y sus aliados. Al contrario de lo esperado quienes sí hicieron acto de presencia fueron los numantinos, enviados por los segedenses como intermediarios con la intención de llegar a un acuerdo con Roma. Fulvio no solo se negó a pactar con aquellos bárbaros, sino que exigió la rendición incondicional de los belos y la entrega de armas, lo que era impensable en cualquier celtíbero que se preciara, pues prefería antes entregar a un hijo que rendir su propia espada. Arevacos y Belos formaron entonces una coalición formada por 25.000 hombres bajo el mando del segedetano Garo y con este ejército hicieron frente a las mejores tropas del momento en todo el orbe conocido.

El Moncayo

Celtíberos y romanos se enfrentaron el día 23 de agosto, festividad consagrada a Vulcano, en una llanura situada a 15 kilómetros de la actual Soria. Los de Fulvio fueron atacados por sorpresa por los de Garo y llegaron a matar a más de 6.000 legionarios, fue la derrota más importante sufrida por la República hasta entonces. Tan solo la intervención de la caballería hizo posible que el desastre no fuera mayor y gracias a un error táctico de los celtíberos, pues éstos, ocupados en perseguir a los legionarios que huían despavoridos, se desperdigaron sobre el terreno y quedaron aislados, ocasión que fue aprovechada por la caballería enemiga para abalanzarse sobre ellos y causar también importantes bajas, entre ellas la de su jefe Garo. Los supervivientes se refugiaron en Numancia dando inicio el histórico asedio y el 23 de agosto fue declarado nefasto por el Senado de la Urbs. A partir de entonces ningún otro general libró batalla alguna en el día consagrado a Vulcano por traer malos augurios y también recuerdos.

Tras diez años de duro asedio y resistencia Numancia sería destruida en el año 133 a.C. Éste sería el punto culminante de las guerras celtibéricas. La ciudad soriana acabaría siendo tomada por Publio Cornelio Escipión Emiliano, cuando ya el hambre hacía imposible la resistencia. Los jefes celtíberos se suicidaron con sus familias y el resto de la población fue vendida como esclavos, la ciudad fue arrasada. Durante los cien años siguientes Hispania será escenario de las peleas y disputas entre los dirigentes de la Roma republicana y la Celtiberia inhóspita.



[1] Blázquez, José María (Director) Historia de España antigua: Tomo II Hispania romana. Cátedra ediciones “Historia serie mayor”, Madrid 1995.

Septiembre

Claustro de San Pedro el Viejo en Huesca

Land art en Gallur (Zaragoza)