Azud de Rabal
Ángel San Vicente Pino recoge un documento fechado
en 1573 por el cual «los Procuradores del término de Rabal» contratan los
servicios del maestro de la Acequia Imperial Guillén Bartox, para «hazer y
ahondar una cequia y boquera nueba para el riego del dicho término». Se obliga
al maestro a tomar suelo y boquera de dicha acequia en el río Gállego:
«...encima de la casa del açute
junto al edificio de argamasa que alli hay de otro bocal biejo de cequia...»
Donde señalaron los
procuradores del Término quienes determinaron para este efecto:
«...abrir la dicha boquera de treinta y
quatro palmos de ancho con el fondo que sera necesario, conforme a nivel y
discurso de la cequia y, esta anchura con su proporción de fondo, ha de llegar
fasta el caxero biejo de la cequia bieja que se ha de abrir de presente...»
Se le obliga, al
maestro Bartox:
«...abrir el pedaço de cequia bieja desde el diho caxero biejo hasta
la cequia que agora serbia con el anchura que se tiene conforme a sus caxeros
con su corriente y nivel...»
De manera que
llegando al suelo de la acequia, que hasta ahora servía, debía de ahondar
cuatro palmos de fondo hasta:
«dar en paradero de la cequia se se toma para Villanueba que llaman de
La Rasilla» y «affondar desde la dicha cequia bieja hasta el dicho paradero de La
Rasilla en proporcion lo que fuere necessario para el buen discurso del agua
toda»[1].
Según
esta documentación existirían dos azudes: la vieja presa romana que en un
momento dado habría sido abandonada y otro más próximo a Villanueva, pero
cercano al anterior. Éste, seguramente levantado durante la dominación
musulmana, correspondería con el citado en el fogaje realizado en 1495, con
motivo de las Cortes de Tarazona, en el que se menciona como vecino de la
localidad «el guarda de la Çut de Rabal»[2]. Dicho azud habría
dado el nombre árabe a Burjazud y se encontraría encima del actual “soto Larroz”.
Partiendo
del actual Azud y siguiendo el curso
de la acequia, aproximadamente 500 metros aguas abajo, se levanta un estrecho
cortado, por el que escasamente circula un automóvil y a cuyos lados discurren
el Término de Rabal y el Río. Tiene este cortado una longitud aproximada de 150
metros, en su extremo sur se aprecia una entrada natural aunque de difícil
acceso debido a la maleza. No obstante, visibles desde el camino dos gruesos
muros de mampostería y calicanto de río de metro y medio de largo por uno de
ancho forman una pared consistente. En el extremo norte, se levanta una pared
de ladrillo que surge de las mismas aguas y llega hasta mitad de cortado
aproximadamente. En el cortado se aprecian restos de viga o aparejo del que
todavía se conserva el arranque de varios maderos en posición vertical. Esta
pared es perfectamente visible desde la margen izquierda del río y da en sí una
imagen de posición semicircular. Completa el yacimiento un bloque de argamasa
semihundido unos metros más arriba. Este muro podría pertenecer, perfectamente,
a un azud levantado entre los siglos XIII y XIV. Isabel Falcón cita una avenida
del río Gállego hacia 1468 en la que «...las fuertes crecidas ocasionaron la ruina del azud de Camarera y
de Rabal»[3].
Circunstancia que puso en peligro el funcionamiento no solo del sistema de
riegos, sino también, de diversos molinos por falta de agua. Según el guarda
del Azud, la actual presa fue construida precisamente en esa época debido a la
destrucción de la anterior situada aguas abajo. Estas obras hidráulicas corresponderían
a
sucesivos intentos por consolidar el azud que sería reconstruido en la segunda
mitad del siglo XV. Fue definitivamente abandonado a finales del XVI tal como
menciona Ángel San Vicente, seguramente por su escasa operatividad.
¿Se
levantó esta obra sobre la torre del azud árabe? Por tanto ¿esto es Burjazud?
Entra dentro de lo posible. Lo que sí está claro es que “la torre defensiva del
azud” guarda una relación directa con el actual Término de Rabal y el
aprovechamiento de aguas de este canal de riego.
Tras
la disolución del Imperio romano y sobre todo durante el período visigodo, la
población dispersa tendía a concentrarse en lugares concretos que garantizaran
su seguridad frente a posibles ataques e incursiones militares o razzias de bandoleros o para hacer
frente a los permanentes conflictos sociales que se generalizaron durante los
siglos V al VII. En estos momentos de incertidumbre, los
abastecimientos urbanos adquirirían un valor estratégico importante. Es posible
que la ubicación del azud no respondiera a estas necesidades. Pudo haber
sufrido alguna agresión que hizo aconsejable desplazar su emplazamiento a un
lugar más seguro, que sirviera como refugio fortificado a las comunidades
campesinas diseminadas en su espacio circundante, así como de vigilancia de la
cercana calzada[4].
También es muy posible que, ambos azuds,
funcionaran subsidiariamente estando operativo uno si sufría desperfectos el
anterior, o viceversa.
[1] Ibídem., Lucidario de Bellas
Artes en Zaragoza: 1545-1599, Real Sociedad Económica de Amigos del País.
Zaragoza 1991, doc.185: AHPZ, Miguel Español, 1573, ff.41-42, págs. 225-26.
[2] Antonio Serrano Montalvo. La
población de Aragón según el Fogaje de 1495 I: Sobrecullidas: Zaragoza y otras.
Insitución Fernando el Católico, Gobierno de Aragón. Zaragoza 1995, pág. 2.
[3] Isabel Falcón Pérez, Zaragoza
en el siglo XV morfología urbana, huertas y término municipal. Institución
Fernando el Católico, Zaragoza 1981, pág. 156.
[4] P. Guichard, “Geografía
histórica e Historia social de los hábitats rurales fortificados de la región
valenciana” en Estudios sobre Historia Medieval, Valencia 1987, págs.
175-183
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