Reloj de la Pasión en Añón de Moncayo
La silueta del castillo hospitalario de Añón, recortada por la tenue luz de la Luna llena en Viernes Santo |
La jornada del Viernes Santo tuvo su
culminación en Añón de Moncayo, tras pasar por Zaragoza y Borja tenía
curiosidad por vivir de cerca el llamado Reloj de la Pasión. Es éste un romance
popular anónimo que se canta todos los jueves y viernes Santo en esta localidad
situada en las faldas del Moncayo. Hacía tiempo que había oído hablar de esta
pieza e incluso la había escuchado en un DVD que se publicó hace unos años con
música religiosa tradicional de este pueblo y es que, como ya dejó dicho
Becquer: “Añón es el pueblo que mejor guarda las esencias del somontano ya que
en él, se guardan tradiciones ancestrales”. Eran casi las diez de la noche cuando
aparqué a los pies del castillo hospitalario, la verdad es que el pueblo estaba
lleno de coches pero no se veía ni un alma por sus calles. La iglesia estaba
abierta y allí me recibió Luis, el párroco de la villa, siempre tan amable.
Conversamos un rato y aparecieron por allí Nicolás Peralta, que no perdonaba un
Reloj por más que tenga casi 95 años y Simeón Sanclaudio, un veterano ganadero
de la localidad que me puso al corriente de las distintas partidas que
configuran el término municipal añorero.
El cura dio comienzo la procesión e
inmediatamente una veintena larga de fieles comenzó a cantar las horas, salimos
de la iglesia y torcimos a la izquierda, bajando una empinada cuesta hacia las
Escuelas, allí nos esperaba otra cuesta todavía más recta y más empinada, ¿No se
cómo aquellos hombres y mujeres eran capaces de bajar las peanas del Cristo
crucificado primero, conducida por hombres y la Dolorosa detrás llevada por
añoreras? La práctica sin duda es un acicate. Tuve que hacer de monaguillo,
pues al ir grabando el primero me tocó en alguna ocasión avisar a los
caballeros de que las señoras iban muy rezagadas y había que esperarlas, sobre
todo para que el sonido saliera un poco conjuntado. Por fin llegamos a la calle
Mayor y subimos hacia la Plaza. Allí había un grupo de chavales que se
encontraban en un salón-bar y que al menos guardaron un prudencial respeto.
Dejamos el frontón detrás y seguimos subiendo hasta llegar de nuevo a la calle
que habíamos dejado al principio, giramos a la derecha y enfilamos de nuevo
hacia la iglesia. Justo en el momento en que llegábamos al Templo concluyeron
los añoreros de entonar la canción, parece como si desde antiguo estuviera
milimétricamente medida para que durara exactamente lo que duró, unos veinte
minutos rodeando aquellas calles.
Después de la procesión, el párroco
me invitó a tomarnos algo caliente en casa de Simeón y su mujer, Antonia. Allí
me contaron que el Reloj tuvo mejores tiempos y que en Añón había buenos
cantadores, aunque quedan voces recias que se pueden escuchar en el video que
grabé y que he dividido en dos partes para poder colgarlo en YouTube. Me dijeron que se canta en dos ocasiones, una en la noche del Jueves Santo y la otra en Viernes Santo, siempre a la misma hora, las 10 de la noche. Es una pena que tradiciones
como ésta permanezcan en el olvido languideciendo hasta que un día ya no se
repitan. La Semana Santa aragonesa va mucho más allá de los tambores del bajo
Aragón, sin despreciar a éstos en muchos lugares se representan el ritual de
Santo Entierro como en Borja, con ceremonias que son peculiares según el lugar
y ritos que cambian según la necesidad o el momento histórico y es que la
Semana Santa en Aragón merece ser conocida, conservada y sobre todo potenciada.
La procesión del Reloj subiendo las empinadas calles de Añón en la noche del Viernes Santo |
Reloj
de la Pasión
Anónimo y Popular
Añón
de Moncayo (Zaragoza)
Viernes Santo, 19 de abril de
2019
Primera Parte
Es la Pasión de Jesús / un reloj de
gracia y vida.
un reloj despertador / que a gemir y
a orar convida.
Oye, pues, oye sus horas / en todas
di agradecido:
¿Qué os daré, mi Jesús / por haberme
redimido?
vuestro reloj, Jesús mío, / devoto
quiero escuchar
y en cada hora contar / lo que por mí
habéis sufrido.
Cuando a las siete os veo / humilde
los pies lavar,
¿Cómo si no estoy muy limpio, / me
atreveré a comulgar?
A las ocho instituiste / la Cena de
vuestro altar,
y en ella, Señor, nos diste / cuanto
nos podías dar.
A las nueve el gran mandato / de
caridad renováis
Que habiendo amado a los suyos /
hasta el fin, Jesús, amáis.
Llegan las diez y en el Huerto / oráis
al Padre postrado,
haced, mi Jesús amado, / que yo pida
con acierto.
Sudando sangre a las once / os
contemplo en agonía,
¿Cómo es posible, mi Dios, / no
agonice el alma mía?
A las doce de la noche / os prende la
turba armada
y luego en casa de Anás / recibís la
bofetada.
A la una de blasfemo / impío Caifás
os nota,
y enseguida contra Vos / la chusma
vil se alborota.
A las dos falsos testigos / acusan
vuestra inocencia.
¡Qué impiedad y qué descaro, / Qué
indignidad, qué insolencia.
A las tres os escarnecen / e insultan
unos villanos
que con sacrílegas manos / os dan lo
que ellos merecen.
Qué dolor cuando a las cuatro / os
niega, cobarde, Pedro,
más Vos, Jesús, lo miráis / y él
reconoce su yerro.
Las cinco son y se junta / el
concilio malignante
que dice muera Jesús / muera Jesús al
instante.
A las seis sois presentado / ante
Pilatos, el juez
y él os declara inocente / hasta por
tercera vez.
Segunda Parte
A las siete por Pilatos / a Herodes
sois remitido
Como seductor tratado / y como loco
vestido.
A las ocho ya otra vez / preso a
Pilatos volviste
y entonces a Barrabás / propuesto,
Jesús, os visteis.
A las nueve seis verdugos / os azotan
inhumanos
Y para ello a una columna / os atan
de pies y manos.
A las diez duras espinas / coronas
vuestra cabeza
espinas que en vuestras sienes /
clavan con toda fiereza.
Cuando a las once os cargas, / una
cruz de enorme peso,
entonces veo, Jesús / cuanto pesan
mis excesos.
A las doce entre ladrones / Jesús os
veo clavado,
y se alienta mi esperanza / viendo al
uno perdonado.
Es la una y encomiendas / a Juan tu
querida madre
y luego pides perdón / por nosotros a
tu Padre
A las dos otra vez hablas / sediento
como Ismael
y al punto os mortifican / con el
vinagre y la hiel.
A las tres gritas y dices / ya está,
todo concluido.
Mueres y llora tu muerte / todo el
mundo estremecido.
A las cuatro una lanzada / penetra
vuestro costado
Por do corre sangre y agua / para
lavar mi pecado.
A las cinco de la Cruz / os bajan
hombres piadosos
y en los brazos de tu madre / os
adoran religiosos.
A las seis con gran piedad / presente
también María
entierran vuestro cadáver y ella
queda en agonía.
Triste madre de mi Dios / sola, viuda
y sin consuelo,
¡Que no, que no pueda yo / llorar
ángeles del cielo!
El Reloj se ha concluido / sólo resta
pecador,
que despiertes a sus golpes y adores
al Redentor.
El Reloj nunca concluye / grávalo en
tu corazón
pues Jesús sigue sufriendo / en el
mundo y en Añón.
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