San Benito de Palermo y las chicas casaderas de Luna


Hoy es San Valentín, el día que ha establecido esta “Dictadura del Consumismo” como fecha para celebrar el amor y el día de los enamorados, pero en la cultura popular existen otros muchos santos casamenteros; sin ir más lejos San Antonio de Padua e incluso San Jorge o por qué no, San Juan ¿Cuantos amores no habrán florecido al calor de sus hogueras? y es que como decía wet wet wet, “The Love is around”. Pero no voy a hablar de ninguno de estos santos, sino de otro más desconocido para todo el mundo, excepto para las chicas y chicos de Luna, no de La Luna no, de la villa de Luna en la provincia de Zaragoza. 

En el santuario de Monlora, que se levanta sobre la muela de su mismo nombre y que está ubicada en el término de esa localidad cincovillesa pues allí, entre otras divinidades se venera a San Benito de Palermo. Este fue un santo siciliano que vivió en el siglo XVI. Benito Manasseri es conocido también como San Benito el Africano, el Moro o el Negro ya que era de ascendencia etíope. Sus padres trabajaban como esclavos y el, desde muy joven se dedicó al pastoreo en la laderas del Etna, allí conoció a unos monjes eremitas a quienes se unió para acabar sus días en el convento de santa María de Palermo como lego franciscano. No sabía leer ni escribir, así que fue destinado a la cocina. Falleció el día 4 de abril de 1589 y fue canonizado en 1807. Su devoción está muy extendida en toda América, pues es patrón de la población afroamericana y también es el protector de la esclavitud en general. La verdad es que desconozco sus milagros, ni tampoco he podido saber, que relación puede tener con casamientos y enamoramientos pero el caso es que las chicas casaderas  de Luna, se encomiendan desde antaño a este santo para encontrar novio y para ello, realizan con fe un curioso ritual rogando al Santo:



“Benito, Benito

Novio necesito” 

O esta otra jaculatoria un poco más larga:

“San Benito de Palermo,

os ruego con devoción,

encuentres pronto, novio,

para este ardiente corazón”.


La ceremonia se debe realizar a los pies de San Benito, que se encuentra sobre una marquesina o repisa en la nave central de la iglesia del Santuario de Monlora. El santo está representado como un monje franciscano, que es lo que era, con su cíngulo atado a la cintura el cual, cuelga unos metros sobresaliendo de la repisa el extremo del cordón, de tal manera que las chicas (y algún chico) lo pueda agarrar y repetir estas jaculatorias girando tres veces sobre sí mismo y sujetando el cíngulo. Está tan arraigada esta costumbre que el ladrillo del suelo de la iglesia, que está justo debajo del santo, ha formado una hendidura debido a la erosión producida por los tacones y los zapatos de todos lo que acuden a su amparo. 

Seguramente hoy alguna chica o chico repetirá esta tradicional costumbre y a lo mejor el 4 de abril, que es su día o el primero de mayo, romería a Monlora o cualquier día y hora del año, pues el monasterio está abierto y se puede visitar y además el lugar, es un balcón espectacular desde el que se divisan los Pirineos, las Cinco Villas, el Moncayo y todo el valle del Gállego desde Riglos hasta Zuera. Cualquier momento del año es bueno para acercarse hasta este lugar que está a escasos 60 kilómetros al norte de Zaragoza y de paso, quien sabe.


Santuario de Monlora, en las Cinco Villas aragonesas


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