María Antonia Orús Sacacia

María Antonia con apenas un año de edad
(1950)
Hace poco menos de un mes saludé a Pascual Blanco, pintor zaragozano que fue profesor mío y conoció a María Antonia en sus años de estudios en Barcelona. Le dije que me gustaría me contara cosas sobre ella de esa época y quedamos en vernos, pero por desgracia hace unos días me enteré de que había fallecido y por tanto no puedo incluirlo en esta entrada, (dep.) Esta idea me surgió a raíz de una pregunta que hicieron en el Face de la asociación de amas de casa de Villanueva que lleva el nombre de María Antonia Orús Sacacia. Por suerte guardo un artículo que, supongo firmo Ángel Azpeitia (en el pié del mismo aparecen las iniciales A.A.) poco después de su fallecimiento y, con motivo de una exposición homenaje que realizó la galería Goya de Zaragoza que fue, durante muchos años su referente en la ciudad.
María Antonia Orús Sacacia nació en la torre del Hospitalico en Villanueva de Gállego el 10 de marzo de 1949. Su primer contacto con la pintura y el dibujo lo tuvo como alumna en el estudio de Mariano Rabadán y en la Escuela de Bellas Artes de Zaragoza. En 1966 se traslada a Barcelona, se matriculó en la Escuela San Jorge y completó su formación como pintora. De esta época inicial son sus paisajes con gamas suaves y pincela ágil, así como sus interiores y bodegones. Pero su mayor aspiración era el trabajo de la figura, precisamente en esa obra se pulsan particulares notas de inspiración goyesca y donde realiza sus hallazgos más interesantes con «resplandores y ritmos que nos traen expresivos recuerdos simbolistas».
Maria Antonia Orús
María Antonia absorbe la luz que le rodea y la plasma en un cuadro, más o menos esto es lo que viene a decir el articulista en su recuerdo de la pintora que, según la propia galería que le realiza el homenaje, tiene dos períodos marcados por esta influencia.
Durante la década de los setenta y primera mitad de los ochenta esta compuesta por «aspectos museales, con el carácter misterioso de los protagonistas y la temática afín al romanticismo» el autor recuerda que en 1977 escribía sobre Orús: «De ahí lo goyesco, tan visible que, por fortuna, no se queda en el tópico de los asuntos y toma de la pintura negra los modos y dicciones, además de las alcahuetas brujas y beatas». Coincide quizás con su etapa más comprometida y trasgresora, participa en la fundación de la Asociación de Artistas aragoneses, viaja constantemente y está al tanto de las nuevas tendencias que le rodean. También tiene una coincidencia con Goya y es que, al igual que éste conoció a los “locos” del hospital de Nuestra Señora de Gracia. María Antonia durante esa época trabajó en la escuela taller del Hospital Psiquiátrico de Zaragoza. Pero la luz siempre aparece en sus cuadros, es algo así como “la última esperanza”.
Entre 1980 y 85 su vida tomará un giro importante, se casa, tiene dos hijos, muere su padre, suceso que es muy importante para ella y se desplaza a vivir a Menorca por motivos profesionales de Julio (su marido). De nuevo el entorno el influye bastante «allí ha vuelto a los paisajes del natural y ha descubierto una nueva luz. Lo que arrastra una distinta paleta con tonos más claros, que sustituyen su anterior preferencia por los marrones». Llevada por una intensa necesidad creativa, trabaja incansablemente, «busca ahora una técnica veloz que sustituya al óleo y desemboca en las temperas, algunas veces sobre base de acrílico, como sistema rápido para captar las imágenes de la isla, siempre desde el ángulo de lo sensible-receptivo».
Termina el cronista diciendo «María Antonia vuelve los ojos en fin, hacia el impresionismo del que toma la vibración de las pinceladas sueltas. Pero, sobre todo, brillos y claridades nunca usados. Luz, mas luz, parece decirnos como despedida».
[A.A. ¿Ángel Azpeitia? Heraldo de Aragón 1990].

Un servidor ante un retrato de María Antonia Orús Sacacia

Comentarios

  1. Muy majo sales, Carlos, qué tiempos, eh...

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  2. seria de gran interes poder disfrutar de los cuadros de maria antonio orus, ya que la mayoria de los villanovensen los desconocemos.

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