Luisa Orobia entrenando junto con Pilar Fanlo Como estamos en tiempo de Juegos Olímpicos, o al menos con el resacón que dejan uno de estos acontecimientos tras los cuales parece que ya no queda nada y se produce un vacío interior que no sabes cómo llenar, quisiera hablar hoy de una atleta a la que conozco y viví su trayectoria en mi niñez, además de admirar su estantería de trofeos, me refiero a María Luisa Orobia Ortiz. "Luisi" como se le conoce familiarmente, Nació en Villanueva de Gállego en 1949 y me contó hace unos años que estando estudiando en el colegio de Santa Ana de Zaragoza, fue seleccionada para participar en unas pruebas atléticas en las que participaba el entonces ya consolidado atleta Luis María Garriga. Éste se dio cuenta que en los saltos de altura, Luisa derribaba la barra con el vuelo de la falda y es que entonces las chicas competían con falda corta pero con bombachos debajo, (hoy nos maravillamos de ver a una atleta árabe correr con el hiyab y hasta
Las Lomas en obras Nace una ciudad: Las Lomas del Gállego Con este gran titular amanecía la página 26 del Heraldo de Aragón el domingo 24 de noviembre de 1968, anunciando el nacimiento a 18 kilómetros al norte de Zaragoza, en dirección a Huesca, de una urbanización de chalets que preconizaba lo que más tarde se ha llamado rurbanización. Se anunciaba que contaría con todos los servicios de un centro urbano como agua, teléfono, electricidad, pavimentación, alcantarillado, etc., tendría capacidad para unas cuatrocientas familias y además contaría con «Supermercado, colegio, clubs, piscinas, capilla y zonas deportivas que le garantizarían una autonomía absoluta». Ya entonces comenzaba a utilizarse la palabra autonomía, que curioso. En el artículo hay cosas curiosas por ejemplo, el periodista, escribe que cada día la ciudad se hace más chica. «El fenómeno de las grandes capitales afecta también a Zaragoza y cada día es más difícil encontrar un lugar para
Fotografía aérea de Zuera a mediados del siglo XX (Gentileza Sitar Aragón) Se cumplen ahora Cien años de un episodio que marcó y todavía se recuerda, la vida en la localidad de Zuera (Zaragoza) y es que el jueves 29 de julio de 1915 a las cuatro de la tarde, se desencadenó en esta localidad una tormenta de extraordinarias proporciones que duró hora y media. Empezó con un ciclón, para inmediatamente, mezclada con el huracán, caer un agua torrencial y luego piedra. Algunos testigos presenciales adujeron que, a los tres minutos de empezar a caer el granizo, desaparecieron todos los tejados de las casas ya que las tejas no podían resistir aquel torrencial de proyectiles que se quebraban dejando las habitaciones al descubierto. Los patios de las casas quedaron inundados, las acequias y barrancos desbordados, arrastraban las mieses que ya estaban guardadas. Quedaron destruidas todas las cosechas que quedaban sin recoger y las plantas de la huerta en su totalidad. El periódico decía q
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