Marcas de platero en las Santas Reliquias
Hace unos días me llegó un artículo publicado por
un compañero de carrera que ahora ejerce como profesor en la Universidad, en
esta publicación hablaba de las Santas Reliquias de Villanueva y en él, me
aclaraba algunas dudas y me daba pistas sobre otras cosas; por ejemplo citaba al
profesor Ángel San Vicente en la reseña que hizo con motivo del catálogo de la
exposición “El espejo de nuestra historia” que se celebró hace un cuarto de
siglo en Zaragoza (La diócesis de
Zaragoza a través de los siglos, 1992). En esta obra se indica que el
relicario que fue expuesto en su día y que ahora se conserva en el Museo
Diocesano, lleva las marcas buriladas de Zaragoza
y REAL, acuñaciones que están registradas
por J.F. Esteban, platero zaragozano que vivió en la segunda mitad del siglo
XVII, pues se conservan obras suyas en la capital de fechas comprendidas entre
1663 y 1687.
En dicho catálogo se describe el relicario de la
siguiente manera: “En forma de frontispicio partido y descansando sobre pie de
copa, al que le une su astil de balaustre”, a modo de retablo, “presenta vano
central rectangular con una pintura sobre cobre (en mediocre estado) que
representa la Resurrección y otros catorce vanos menores alineados alrededor”,
donde se alojan reliquias colocadas de manera indiscriminada tras vidrios de
época como el que guarnece la pequeña pintura. Sobre el relicario hay una
figura del Pelícano eucarístico, “habiéndose perdido las de los polluelos
acompañantes”. Para San Vicente esta arquitectura y disposición de vanos
recuerda la del retablo de Nuestra Señora del Rosario en Cella, obra del pintor
S. Estanmolin, realizada en el año 1601. Lo del pelícano místico es una
primitiva representación de Cristo que fue adoptaba por las primeras
comunidades cristianas, según la cual la madre se sacrifica por sus propios
polluelos al igual que hizo el Salvador por nosotros, La simbología fue
retomada desde finales del XVII hasta principios del XIX.
Javier Ibáñez indica que en principio se trataba
tan solo del retablo en forma de relicario y que posteriormente, seguramente
para enfatizarlo, se le añadieron sendos postigos laterales a modo de columnas
fijas, a manera de frisos dieciochescos que se asemejan por cierto a la entrada
principal de la iglesia del Salvador de Villanueva, adornado con grutescos,
cestillas y serafines de fundición acabada en cincel. A estos laterales, a modo
de guardapolvo, se le añadirían también el pie circular que es claramente
barroco, Ibáñez defiende que el añadido es al menos de finales del último
tercio del siglo XVII. (Javier Ibáñez Fernández y Jesús Criado Mainar: “El arte
al servicio del culto de las reliquias… en Aragón” Memoria Ecclesiae nº35 págs. 97-123).
A raíz de lo escrito por Javier me vino a la cabeza
la idea de ¿Que fue del retablo de las Santas Reliquias durante la Guerra de
Independencia? No hay que olvidar que se trata de una obra de platería de
extraordinario valor, pero que no fue arrebatada por los franceses, que
estuvieron acantonados en la localidad y que llevaron a cabo una fuerte
represión sobre los vecinos, e incluso utilizaron la nave de la iglesia como
cobertizo, llegando a provocar un incendio que dañó gravemente la estructura
del templo, tampoco sufrió ningún daño la talla de la Virgen de Burzajud,
aunque si desaparecieron libros que seguramente fueron empleados como hoguera y
otros objetos. Seguramente el retablo fue escondido, al igual que la Virgen en
algún lugar seguro, a la espera de que pasara la ocupación y que una vez
terminada la guerra saliera de su refugio donde había estado oculto. Sería
entonces cuando se decidiera añadirle el pie y las columnas con el fin de
realzar el relicario y poderlo exponerlo mejor en la peana sobre la que se saca
en procesión cuando se decidió que las Santas Reliquias debían definitivamente
ser el patrón villanovense, para ello se le añadieron piezas que provendrían de
otras figuras y que han completado su forma actual.
Miré las marcas de buril existentes en la parte
posterior del relicario pero no están claras, o al menos no he logrado
distinguirlas pero, lo que si es cierto es que el mismo ya aparece mencionado a
finales del siglo XVII y seguramente constaría tan solo del espacio central,
donde se encuentras las reliquias y que posteriormente se le irían haciendo
añadidos para realzar la imagen y que no pareciera, como decían algunos mal
intencionados, “Una tortilla de santos”.
Fotografía inferior: Marcas de platero existentes en la zona posterior del relicario.
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