Pitera
Este verano me he reencontrado con una palabra que
hacía años que no escuchaba; “Pitera”.
“Este coche tiene pitera para subir
hasta allí arriba” me dijo el chaval del parking del Pigalo en Luesia, cuando
le pregunté si podía llegar hasta las peñas de Santo Domingo”. ¿Qué me quiso
decir? Pues que le coche tenía fuerza y energía suficiente como para subir a
las Peñas de Santo Domingo, bajarlas, subir a las de Herrera, bajarlas y darse
una vuelta por el barranco del Lobo si hacía falta.
Es un término muy utilizado en ambientes deportivos
y sobre todo futbolísticos. Se suele decir “Si el Real Zaragoza no le hecha pitera al asunto, no subirá a primera”
o lo que es lo mismo, si el Zaragoza no se pone las pilas, seguirá en segunda.
Para pitera la que tuvieron los
Almogávares; que atravesaron todo el Mediterráneo y ellos solícos pusieron en
jaque al Imperio Otomano, al Bizantino y se hicieron fuertes en Atenas y
Neopatría. Los Sitios de Zaragoza fueron también una demostración colectiva de
que “había que tener pitera” para
hacer frente a los invasores franceses y no una vez, sino dos. En definitiva
fuerza, garra, pundonor y energía con un punto de inconsciencia seguramente.
En realidad el término hace mención a los órganos genitales
masculinos, que en Aragón se llaman “pitos”.
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