Monarquía u Oligarquía

Juan Carlos de Borbón en la Venta de Coscón (Villanueva de Gállego)


Personalmente creo que la Monarquía desapareció en España hace doscientos años, cuando las trágicas abdicaciones de Bayona. Lo que ha habido desde entonces es, una oligarquía dominante que a veces; ha tenido aspecto de monarquía, otras de república y otras de dictadura. De esta manera los Borbón cuando interesaba a esta clase dominante, estaban en el poder y cuando no, los echaban o los volvían a contratar porque el remedio acababa siendo siempre, peor que la enfermedad. Isabel II no es que fuera una ninfómana, es que le colaban los amantes en la habitación para ver si tenía muchos hijos y de paso, le cortaban el camino al trono al duque de Montpensier. La Restauración fracasó, porque las oligarquías del momento no quisieron o no supieron incorporar al sistema, a la clase media emergente y ni mucho menos a los trabajadores (cosa que hizo hábilmente la británica por ejemplo) esto hizo que mucha gente se pasara al bando republicano. La oligarquía catalana que salió a despedir a Primo de Rivera al tren en Barcelona fue la misma que luego, cuando solucionó el problema de Marruecos pero no el terrorismo anarquista en Cataluña, luchó junto con la vasca para derribarlo del poder y traer la república y luego, fue a pedirle a Franco que le salvaran el negoçi. Por cierto un ejemplo de que la Restauración no fue tan mala lo hemos conocido muchos de mi generación y es que nuestros abuelos, criados en ese sistema tenían una mente mucho más abierta que sus hijos, nuestros padres ya más influenciados por la dictadura.   

Winston Churchill en los años cuarenta del siglo XX, quiso que la monarquía volviera a España. No la de los Borbones sino la de los Battenberg, porque los Windsor, que todavía vivían impactados con el asesinato de uno de los suyos, el Zar, querían desagraviar a la reina Eugenia, nieta de la reina Victoria al igual que Jorge V. Franco accedió pero como dictador que era, decidió que sería él quien eligiera al nuevo rey y aquí apareció Juan Carlos. 

La sociedad española vio con buenos ojos que aquello acabara en monarquía, los príncipes eran jóvenes, Sofía era guapa y se le veía inteligente, al contrario que la mujer del general. Además al sistema le iba a dar un glamour que no tenía para nada la corte del Pardo. La oligarquía de este país entendió enseguida que aquel príncipe les iba a abrir muchas puertas, como así fue y comenzaron los viajes, los contactos, las olimpiadas, las expos y los macroproyectos internacionales y autonómicos bendecidos por el rey Juan Carlos. Fueron los años dorados del Juancarlismo y del Felipismo. Luego vino Aznar que no se llevaba nada bien con el emérito e incluso algunos de la izquierda le acusaron de querer montar una “república encubierta” y es que el rey se llevaba mejor con gobiernos socialistas. Pero llegó el maldito año de 2004 y entonces se rompió toda la entente que se había configurado en torno a la monarquía, la oligarquía y la partitocracia españolas. Campechano se buscó una amiga y el gobierno les puso un chalet a los dos en los montes del Pardo para que vivieran su aventura, mientras Zapatero se ocupaba de pactar con la oligarquía catalana y vasca. Ya no estaba Pujol, el viejo socio de Juan Carlos, aquel a quien el 23F le dijo aquello de “Tranquil Jordi, tranquil” y además lo estaba pasando mal por sus “chanchullos”. Ahí comenzó la degeneración del juancarlismo, los viajes se redujeron y se puede decir que el último “servicio” que hizo el rey, fue precisamente con la Expo de Zaragoza de 2008, después ya nada. A ZP lo echaron y vino Rajoy, me lo imagino con su puro y riéndose cuando se enterara de lo de la casa de La Angorilla. Tuvo que ser el viaje de Bostwana lo que puso de manifiesto la metástasis en la que se encontraba el sistema, fue entonces cuando nos enteramos de la existencia del puticlub en los montes del Pardo y de la existencia de Corina y lo que es peor, que esta cobraba comisiones  y luego se las quedaba, no se debía haber permitido que abandonara España. La Angorilla forma parte del Patrimonio Nacional que depende directamente de la Presidencia del Gobierno, es decir que tanto Zapatero como Rajoy sabían directamente del uso y disfrute de esa casa.

Parece ser que en los viajes que hacía al extranjero Campechano con presencia siempre de ministros del Gobierno, debían aparecer oportunidades para hacer negocios y cobrar comisiones estas, mediante fieles testaferros se distribuían luego entre empresarios, políticos, periodistas, etc. Cuando apareció la entrañable amiga, esta red desapareció y lo que es peor, ella se quedó con el dinero del abuelo y sus amigotes. Las oligarquías que hasta entonces se habían beneficiado del juancarlismo, ya no estaban tan contentas y los vascos y catalanes comenzaron a pedir ejemplaridad, “Apártate que me tiznas le dijo la sartén al cazo” así que luego vino la abdicación en Felipe, su hijo y actual rey. 

Mi padre contaba que conoció a Juan Carlos siendo príncipe o más bien cadete en la Academia General Militar de Zaragoza, apareció un día por el caserón en el que entonces se encontraba él con sus hermanos y los guardias de la Venta de Coscón, un edificio ya desaparecido que se encontraba a unos 10 kilómetros a mi pueblo en dirección a Ejea de los Caballeros. Encarna, que así se llamaba la ventera le hizo unos huevos fritos que al nieto de Alfonso XIII le encantaron, se hicieron una foto todos juntos y la buena señora le pidió que se acordara de sus hijos cuando estuvieran en la mili. Si siendo un cadete, la mujer del guarda de la Venta ya le pidió una recomendación para sus hijos, siendo rey ¿Cuántos no se le habrán acercado pidiendo otras cosas?  Digo esto porque ni todo es tan bueno, ni todo es tan malo. 

A Juan Carlos I le debemos un sistema que, sin ser perfecto nos ha permitido convivir, no sin ciertos problemas pero al fin y al cabo no volver a las andadas otra vez, como en la Restauración. Quizás el problema no sea el emérito, sino el síntoma de la crisis. Cuando un gobierno permite que el jefe del estado tenga un puticlub montado en el jardín de palacio, no es un problema solo del rey, es un problema del sistema. Las oligarquías que como siempre, quieren seguir siendo oligarquías y no dejan espacio a los demás ni tampoco les interesa la regeneración, están creando un enorme problema donde había una fácil solución, pero ellos siguen ahí, esperando nuevas oportunidades, como ya ocurrió en tiempos del abuelo de Juan Carlos. A ver hacia donde nos llevan en esta ocasión, yo me temo lo peor, porque esta clase dirigente nuestra posee un elevado déficit de cultura en muchos aspectos, por mucho que estén encantados con la reina Sofía.

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