Tres tristes noticias
La vuelta a la normalidad suele traer en ocasiones, malas noticias. Cosas negativas que han ido sucediendo durante tu ausencia y que a veces, se agolpan según el tiempo transcurrido durante el viaje. En este caso son tres las novedades que ha traído el reencuentro. Por un lado el fallecimiento de dos personas de las que guardo un grato recuerdo; la primera se llamaba Ana Marí Millán Murillo. Esta señora hace años me prestó unas fotos muy interesantes de su etapa en la Escuela Hogar en Belchite (Zaragoza) y que dependía de la Sección Femenina en los años del Franquismo. Ella formó parte de las seguramente primeras promociones de jovencitas que iban allí a pasar lo que entonces se llama “Prestación social obligatoria” que era como la mili pero en femenino y que duraba unos tres meses. En este lugar tan emblemático para el Régimen las chicas aprendían labores propias de su sexo, hacían gimnasia sueca, se interrelacionaban y algunas salían capacitadas para desempeñar un futuro laboral, al amparo de las necesidades del Estado. El edificio todavía está en pie y lo pude ver hace unos meses. Allí me dijeron que data de 1950 y que la primera promoción fue en 1951, creo que la foto es de por entonces. Le pedí permiso para donar las imágenes a la propia Ana Mari que me lo concedió, desconocía que estuviera tan mal pero, no he tenido tiempo de mandarlas a Belchite no obstante, hoy público las fotos que me prestó y en las que aparecen las algunas de las labores que allí llevaban a cabo.
La otra triste noticia es el fallecimiento de Mario Sabaté Aguado, un señor que durante años cuidó de los depósitos municipales en Villanueva y al cual debemos su dedicación. Hace años me pidieron de un programa para la TV aragonesa que colaborara mostrando algún oficio artesano o trabajo rural, Mario se ofreció para enseñar por la tele como se limpiaban las acequias que pasaban por el Término municipal. Quedamos para grabar y llegamos a al ribazo de una de estas acequias. Mientras el cámara y la locutora miraban la mejor toma, Mario, que ya era mayor se puso a la faena, cuando nos dimos cuenta, había limpiado medio brazal. El cámara, al darse cuenta le dijo, “hombre, guarde algo para la grabación” y es que Mario era así. Descansen en paz.
La tercera no por menos temida y
esperada, hace poco que la vi sentenciada no es menos triste por lo que
respecta al patrimonio rural aragonés se refiere y es que, la casa que mandó
construir en Zuera, el oceanógrafo Odónde Buen para retirarse en ella tras su jubilación y el lugar elegido para escribir
sus memorias, según el mismo dijo en su día, ha sido derribada. Según me
cuentan estaba hecha en 1926 y fue levantada con pequeños bloques de hormigón,
muy sólidos y es la primera en el pueblo que tuvo agua corriente. Me dicen que
por dentro no estaba bien pero la estructura, fachadas y muros estaban impecables
y sólidos. No era la casa donde nació, ésta se encontraba en la calle Mayor a
unos cien metros de allí en las llamadas “cuatro esquinas” pero no me consta
que en este lugar haya alguna placa que lo recuerde. El caso es que esta casa
fue una novedad en la época, pues lo normal era que se construyeran en adobe o
ladrillo las de mejor calidad. Se dice que las personas elegimos donde morir y
no donde nacer, en este caso Odón eligió este lugar para morir.
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