San Isidro y Villanueva de Gállego

Me contaron hace años una leyenda sobre San Isidro y Villanueva de Gállego que me resultó bastante clarificadora. Cuando se decidieron a celebrar en la Sociedad Cooperativa de Agricultores “Divino Salvador” la festividad de San Isidro (a finales de la década de los 40 del siglo XX) como Patrón de la misma, se dieron cuenta de que en la iglesia del pueblo no figuraba su imagen, entonces decidieron encargar una talla a un artista madrileño. Una semana antes de la fecha para la celebración llegó un enorme paquete por tren a la Parroquia, que contenía presumiblemente la figura del Santo. Al desembalar el correo, el cura se dio cuenta de que aquella figura no era San Isidro, sino San Antón ya que éste estaba acompañado de un cerdito, mientras que al esposo de Santa María de la Cabeza le acompañan siempre un par de bueyes (los mismos que hacían la labor de Isidro, mientras éste se dedicaba a labores contemplativas).

El cura dijo que aquello no podía ser, que había que devolverlo porque se habían equivocado y además San Antón ya estaba en Villanueva. Le hicieron notar al párroco que faltaban pocos días para el 15 de mayo y que además iban a venir autoridades de Zaragoza y que por tanto “algo había que hacer”. Solución: como había una imagen de San Isidro en la iglesia del Castellar, lugar en el que vivían numerosos vecinos vinculados con el pueblo y además estaba muy cerca, decidieron intercambiar santos enviando al monte a San Antón y trayendo de allí a San Isidro. De tal manera se dice que la imagen de San Isidro que se venera en la iglesia de Villanueva de Gállego, se encontraba antiguamente en el templo del Castellar y que cuando éste fue expropiado ya se quedó para siempre en la Parroquia villanovense.

Las leyendas siempre tienen una base de realidad bastante aproximada. Lo que nos indica este relato es que la introducción de la fiesta de San Isidro es totalmente extraña a la localidad y que se debe más a una imposición del nacional-catolicismo que a una devoción tradicional de siglos. Como bien se dice, el sindicato católico del lugar estaba bajo el patronazgo del “Divino Salvador”, titular del Templo parroquial y que la devoción popular entre los villanovenses, relacionada con la agricultura, no es otra que San Antón. El intercambio entre el Castellar y Villanueva hace mención sin duda a la tradicional convivencia entre los vecinos de este monte y los del valle del Gállego, no obstante por el Vedao del municipio se encuentra la entrada más accesible a dicho territorio que hoy la imagen de San Isidro se conserve en la Parroquia del Salvador de este pueblo no significa otra cosa que es vinculación. En definitiva el pasado político de la introducción del Santo ha sido sustituida por otra más sentimental y es que la Fiesta cada vez más ha calado entre los vecinos
una muestra de ello es la costumbre de vestirse con el traje regional baturro en ese día, y asistir a la procesión vestidos con esta usanza a modo de ofrenda de frutos del campo al Santo.


Hace unos años se intentó pasar el día de San Isidro al domingo siguiente a su celebración, pues bien ese 15 de mayo se originó un tremendo tornado en la huerta, seguido de una tormenta que atemorizó a la población, desde entonces se volvió a celebrar la fiesta de San Isidro el día que tocaba y nadie ha vuelto a proponer nada en contrario, por si acaso, y es que es es otra manera de que arraiguen las devociones.
Por cierto que siempre me ha llamado la atención esa historia de los bueyes y que deja en bastante mal lugar a la villa y corte, pues la imagen que da de Madrid es la siguiente; si su modelo espiritual es la de un señor que se dedicaba a la vida contemplativa, mientras otros le hacían el trabajo o le resuelven sus problemas terrenales, ¿qué no van a ser quienes en teoría le siguen ese modelo? La verdad es que la impresión que dan los madrileños con este santo no es nada positiva.
Hace unos meses nos dejaba el que durante muchos años fue Aguacil de Villanueva, Mariano Manogué Salafranca. Recuerdo que entre sus obligaciones estaba la de "mantener el orden en las procesiones" y para ello se situaba al frente de la misma. Era tal del murmullo que se organizaba y a veces el desorden que el bueno de Mariano exclamaba "Que desorganización tan bien organizada" esta frase se me quedó grabada en la memoria porque siempre acompañaba a los monaquillos que portábamos la cruz procesional y que encabeza la marcha. Seguramente que también lo estaba pensando o diciendo en el momento en que un servidor, de la mano de su padre, se dejaba fotografíar por Moreno. Un recuerdo allá donde estés Mariano.
 

 

Comentarios

  1. Siempre és agradable conocer noticias,anécdotas y curiosidádes de tu pueblo y tus tradiciónes.
    Grán labor Carlos.
    p.d.
    Soy Alfonso Urben.

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