Ponerse como el Señor de Alfocea
Barranco de los Lecheros o de Alfocea |
Hace unos meses estuve en el barrio zaragozano de
Alfocea, allí me encontré con un señor llamado Juan Francisco Montemayor y Córdoba de Cuenca quién, a pesar de los
apellidos era de Huesca. Me dijeron que él había sido el famoso Señor de
Alfocea, que había echado de la isla de la Tortuga (en el Caribe) al no menos
famoso Drake y sus compinches piratas y que de vuelta a casa se empeñó en
tirarse con un cañizo desde las ripas que dan al Ebro para demostrar que se
podía volar, cosa que no consiguió en repetidas ocasiones pues, como buen
aragonés era tozudo y obstinado. De hecho ha pasado a la historia como “eres
más bruto que el Señor de Alfocea” cuando una persona se empeña en una cosa sin
razonamiento alguno y llevando persistentemente la contraria. Aunque yo he oído
otra acepción generalmente dirigida a los niños pequeños cuando pillan un
berrinche por que no consiguen algo y se ponen “como el Señor de Alfocea” y por
tanto sinónimo de reacción desproporcionada o de enfado sin razón.
Este barrio rural es el más alejado de Zaragoza y
se encuentra escondido entre los escarpes del Castellar, en la desembocadura de
una cerrada Val que procede de este monte, que da nombre al lugar y que está
situada entre Juslibol, el río Ebro y el campo de maniobras de San Gregorio,
que ocupa lo que antes era este histórico monte zaragozano. Durante la baja
Edad Media formo parte del Señorío del Castellar y por tanto Señores de Alfocea
lo fueron también los del Castellar, al menos durante el siglo XV.
Señor de Alfocea en este tiempo fue Martín Diez de Aux, quien se lo compró
a Alonso V por 13.000 florines para que el Monarca se pudiera marchar a
Nápoles. Este noble aragonés llegó a ser Justicia
y un gran conocedor de los Fueros y Costumbres aragonesas. Consiguió obtener la
inmunidad parlamentaria en Cortes de
Alcañiz para la figura del Justiciazgo,
sus lugartenientes y oficiales, no pudiendo ser acusados ante el Rey si no
estaban presentes estos magistrados. Alonso V vio esta maniobra como un abuso
de poder aprovechando que él se encontraba en Italia, así que le exigió que
renunciara al cargo, cosa que se negó a hacer de manera tenaz y contundente, fue
entonces cuando el Rey le acusó de dilapidar las rentas del general y ordenó a
su mujer, la reina María de Luna, que lo detuviera. Sin mediar ninguna otra
cosa y a pesar de ser contrafuero fue apresado de noche, sacado por el Ebro de
Zaragoza y conducido a Valencia en 1439, siendo encerrado en el castillo de
Játiva, prisión en la que murió al año siguiente.
Sus dominios fueron embargados y sus bienes
vendidos, quedándose con el señorío de Alfocea y del Castellar Juan Ximénez Cerdán, quien era hijo a
su vez de otro de los prohombres aragoneses de la época: Juan Ximénez de Cerdán
padre, también había sido Justicia del reino entre 1393 y 1423 y destacó como
uno de los partidarios clave de Fernando de Antequera durante el Compromiso de
Caspe. Sin embargo acabó enfrentándose a Alonso V por haber nombrado Bayle general del Reino a Álvaro
Garavito, que no era aragonés sino castellano, lo que contravenía El Fuero. También el napolitano le
obligó a renunciar al puesto de Justicia y al negarse éste a ello fue acusado
de Sodomía y de sustraer documentos oficiales, pero el caso se resolvió sin
violencia tras haberse defendido con vehemencia ante su propio tribunal. Este
señor contrajo matrimonio con María Pérez del Sou con quien tuvo ocho hijos,
pues bien el segundo de estos vástagos, llamado igual que su padre, también fue
Señor de Alfocea y del Castellar:
Alfocea, de espaldas al Castellar, de frente a Zaragoza y al Ebro |
Siendo Juan
Ximénez de Cerdán, hijo, Señor de Alfocea ocurrió que unos vecinos de mi
pueblo «iban al Castellar como término propio» actividad que ha causado más de
un disgusto a los villanovenses a lo largo de la historia. En 1462 dos vecinos
del entonces barrio zaragozano fueron sorprendidos por los monteros del señor
del Castellar haciendo leña en sus posesiones. Estos fueron detenidos y
llevados a presencia de Juan Ximénez de Cerdán, a la sazón señor de este monte,
quien decretó el llamado Ius
malectractandi, o lo que es lo mismo, la pena de muerte que se llevó a cabo
inmediatamente. Enterada la ciudad de Zaragoza del suceso salió en defensa de
los vecinos de Villanueva y se originó una revuelta que acabó con la
destrucción del palacio de Juan Ximénez. La exigencia de entrega de los
asesinos y una serie de enfrentamientos, que durarían al menos quince años
entre el consistorio zaragozano y el señorío del Castellar y que llevó al
incendio y destrucción de las casas del Castellar, tal como se recoge en los Annales Gerónimo Zurita. Aunque el
dominio jurisdiccional correspondía al Duque, los zaragozanos podían acceder a
la muela del Castellar a “pacentar” con los ganados de la Ciudad así como
«hacer leña verde de su monte bajo, amalladar, foganizar, cabilar, parizonar,
aventar y cazar».
Todavía entre los términos de Alfocea y Villanueva,
junto al Castellar, existe una zona conocida por “Loma de la justicia”, por
algo será y digo yo, ¿no será? este Juan Ximénez de Cerdán quien a partir de
entonces ¿sería conocido por su brutalidad como ejemplo de castigo
desproporcionado? contra dos pobres campesinos que buscaban leña para
calentarse. Y digo yo, lo de “Señor de Alfocea” no sería también por degradarle
un poco al Señor del Castellar y hacer mofa y escarnio del cruel Ximénez de
Cerdán y es que el pueblo siempre es muy sabio a la hora de saberse expresar
colectivamente y bien podría ser ejemplo de lo inútil que es emplear la
violencia y muchos menos cuando no está justificada.
Fuentes:
Urzainqui Biel, Carlos: Un Lugar en la Huerta, DPZ (Institución Fernando el Católico).
Zaragoza 2008.
Varios: Gran
Enciclopedia Aragonesa, Unali Ediciones. Zaragoza 1981.
González Miranda, Marina: “Noticia de la
documentación medieval conservada en el Archivo Histórico Provincial de
Zaragoza”. Aragón en la Edad Media nº 8,
1989, págs. 315-336.
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