El primer estudio de pintura de Francisco Pradilla



Si alguna vez le hubieran preguntado a Francisco Pradilla, del que ahora por cierto se cumplen 99 años de su fallecimiento, sobre ¿Qué lugares recordaba más de su niñez? seguramente habría hablado de este lugar. Se trata de una pequeña plazoleta entre la calle Zaragoza y la antigua carretera que une Zaragoza con Huesca, en su localidad natal, Villanueva de Gállego.

En este mismo lugar le gustaba pasar el tiempo observando las caballerías que de vez en cuando bajaban hacia la capital o subían hacia las Cinco Villas o Huesca, esas caballerías que cien años más tarde retrataría en su pasodoble Sierra de Luna, Francisco García Val.

Cuenta la leyenda que era tal su afición por retratar aquello que veía que, con apenas 7 u 8 años cogía lo primero que tenía a mano; un carboncillo o un palo e inmediatamente se ponía a dibujar en la tierra de la calle o en las paredes que pillaba a mano caballos, carros, arrieros, perros, etc. Historia que me parece creíble pues, me contaba su bisnieta un día que a pesar de encontrarse muy mayor y muy débil se sujetaba el pincel entre los dedos para que no se cayera de las manos y así poder pintar con mayor facilidad, hasta el último día de su vida.

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