A donde vamos a llegar con las mascarillas

La ministra de Asuntos Exteriores de España (Arantxa González Laya) durante su entrevista con Fabián Picardo (Primer ministro de Gibraltar) celebrada hoy en Algeciras (EFE).


Le leído que el museo Thyssen ha sacado un modelo de mascarilla basado en un cuadro de Mondigliani, que por cierto sirven para decorar cualquier cosa dentro de una casa. Acto seguido me he enterado y he visto la foto, de que la ministra de Exteriores se ha entrevistado con el primer ministro de Gibraltar; este encuentro se ha caracterizado por dos cosas. Una porque es la primera vez que esto ocurre y otra por que Fabián Picardo, que así se llama el Sire, portaba una original mascarilla de diseño; pues tan solo le tapaba la nariz al eminente político “llanito” y rodeaba la boca del premier, a modo de barba postiza. 

Me parece a mí que esto de las mascarillas se nos está yendo de las manos. Hace unos días me tropecé con un industrial quien me dijo que gracias a las mascarillas su negocio iba marchando y se había salvado de la crisis. Entiendo que esta situación sirva para que muchos salgan del atolladero, incluso que algunos intenten sobre llevarlo de la mejor manera posible haciendo frente a la adversidad, pero creo que ese no es el camino. Enmascarar la realidad con serigrafía es como negar la evidencia o aceptar la adversidad. 

Hay personas que han fallecido y otras lo están pasando muy mal por tanto, llevar algo más funcional sería una muestra de respeto o al menos de empatía con el sufrimiento ajeno de lo contrario, se puede convertir en una forma de división y promoción social. Esto no es una moda, ni se trata de acumular méritos o caer mejor, es una pandemia o al menos eso es lo que nos están haciendo creer machaconamente por tanto se trata, o eso es lo que nos dicen de velar por nuestra salud, no para hacer propaganda o mensajes subliminales. Hay personas que creen que este no es un buen remedio, que es tóxico y además poco eficaz, si además le ponemos colorines, los cargamos de argumentos porque entre otras cosas, la tinta que se usa para serigrafiar la tela no deja de ser tóxica, en definitiva no va a solucionar nada, en todo caso se puede complicar. 

Hace quince días observé una foto familiar de un bautizo en la que todos, se habían quitado el cubre bocas para posar todos menos uno, que impertérrito ya habrá pasado a la posteridad cuando el neófito enseñe la foto de su bautizo a sus nietos, ya veo la pregunta ¿Ese señor quién es yayo? y el abuelo teniendo que explicar a los nietos de la mejor manera posible lo inexplicable. He visto hacerse una foto en un paraje idílico en medio del campo, solo y con la mascarilla puesta. También he visto el contrario, es decir en medio de la ciudad y con la mascarilla en el codo. Por tanto tendríamos que encontrar un término medio en toda esta situación de lo contrario, creo que esta sociedad lo va a tener muy difícil para salir adelante y creo que no es un problema español o nacional, viendo al señor Picardo me temo lo peor.

Comentarios

Entradas populares de este blog

María Luisa Orobia

La vida en un casino que se llevó al cine

Procesión en honor a San Pedro en Gallur (Zaragoza)