San Valero


Hoy es san Valero, patrón de Zaragoza: ventolero, rosconero y según me acabo de enterar hace poco, que para su fiesta; el día dura más que a primeros (de enero). Una gigantesca estatua del obispo cesaraugustano del siglo IV escolta la entrada principal del Ayuntamiento de Zaragoza, la otra representa al Ángel custodio de la ciudad en recuerdo de la que presidía la puerta que había en el puente de Piedra. Ambas son obra del escultor aragonés Pablo Serrano y, según escuché una vez a una guía de las que hay por la plaza del Pilar; al artista turolense le llamó la atención la historia sobre san Valero y que dice que éste era tartamudo y por ello no se comunicaba bien con sus feligreses, por lo que necesitaba la ayuda de su diácono san Vicente, para transmitir la palabra de Dios. Serrano se percató de que las personas tartamudas que conocía, solían parecer que tenían mal genio y que fruncían el ceño para hablar, así que el escultor transmitió en su obra las facultades del obispo para transmitir el Evangelio y predicar, dándole un aspecto agrio y casi agresivo al obispo, esta explicación me dejó bastante tranquilo y voy a decir porqué. 

Cuando yo era pequeño solía pasar por allí frecuentemente por el lugar con mi madre, camino del Pilar. Cuando llegábamos a la altura del Ayuntamiento a mí me entraba terror, pues cruzábamos justo por debajo mismo de la estatua de san Valero, más o menos desde la altura que he sacado la foto, parecía como si aquel colosal obispo de bronce se fuera a arrojar sobre mí o a darme con el enorme báculo, ciertamente me impresionaba y además nunca entendía como, cuando pasaba por debajo del ángel, que estaba a su derecha o por el palacio de la audiencia en el Coso, no me asustaban los gigantes de la puerta en cambio, san Valero sí. Ahora le entiendo, Pablo Serrano era un artista que quiso transmitir un sentimiento e impresionar con su obra y conmigo al menos lo consiguió.

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