La Infanta Isabel y Francisco Pradilla
En las últimas entradas he estado
hablando de la Infanta doña Isabel de Borbón y, respecto a la que publiqué
sobre su estancia en Villanueva de Gállego, alguien me ha preguntado ¿No
pararía en Villanueva, para conocer la casa y el pueblo de Francisco Pradilla? La
verdad es que no había caído en este detalle, entre otras cosas porque el
pintor de Juana la Loca no era muy monárquico, aunque me consta que los
miembros de la Familia Real le tenían bastante aprecio, consideración y que
incluso, algunos componentes de la Familia tenían amistad con él.
El otro día revisando información sobre tan egregia señora, me apareció un dato bastante curioso y es que “La Chata” vivía en Madrid en un palacio (que todavía existe y que está destinado a instalaciones militares) ubicado en la calle Quintana, justamente en la misma calle donde Francisco Pradilla tenía su vivienda y su estudio de pintura y, que fue destruido durante la Guerra Civil es decir, que Pradilla y la Chata eran vecinos y por tanto se conocían y además eran casi de la misma edad, así que doña Isabel sabía que don Francisco era aragonés y que había nacido en un pueblecito cercano a Zaragoza y seguramente, le honraría con su amistad pues a la Infanta le gustaba mucho conocer gente y sobre todo si se era un importante pintor, más todavía. Quizás por eso expresó su deseo de parar en Villanueva, para conocer el pueblo donde había nacido su ilustre vecino y seguramente amigo.
Ahora me cuadran algunas cosas: como
que no fue una parada improvisada u ocasional, sino que fue comunicada al
Ayuntamiento de la localidad con dos días de antelación, desde el Gobierno
Civil. Lo que demuestra el interés que tenía doña Isabel por conocer el pueblo
y que durante el trayecto entre Huesca y Zaragoza, no parara en otras
localidades más importantes en la época como son Almudévar y Zuera y que además,
parara en Villanueva cuando tan solo quedaban unos kilómetros para llegar a
Zaragoza, no hay que olvidar que un viaje en coche hace más de cien años era
pesado y entre la Capital del Ebro y el pueblo de Pradilla por entonces, había
como media hora de camino en automóvil. Por cierto doña Isabel era muy
aficionada al automovilismo y Miguel, el hijo de Pradilla fue uno de los
pioneros del volante en España, es posible que incluso le acompañara en aquel
viaje.
En definitiva la Chata pasó por Villanueva mientras, Francisco Pradilla puso a Villanueva en el mapa y en los libros de Historia, al menos del Arte y Villanueva era conocida, al menos hace cien años en Madrid, por ser la patria chica del pintor de la Rendición de Granada. Me imagino el diálogo a la vuelta:
-
Don Paco, he estado en su pueblo
-
Y ¿Qué le ha parecido. Alteza?
-
….
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