Riada del Ebro: el mar de Alagón (Zaragoza)


Que curioso juego de contrastes entre lo bello y lo horrible, una nevada es bella, pero a la vez puede ser una tragedia, la explosión de un volcán es impresionante pero a la vez es un desastre para los afectados, una inundación puede ser muy fotogénica, pero sus resultados no tienen nada que ver con el arte. Esto es lo que sucede con las riadas del Ebro. 

Con el Nilo hasta hace pocos años ocurría algo similar. Todos los años llegaba la gran inundación tras la cual, quedaba la tierra fértil que cultivaban los habitantes de sus orillas y recogían la cosecha justo antes de que el dios río volviera a hacer de las suyas, y así desde tiempos de los faraones. El Ebro es menos previsible que el padre Nilo y mucho más irregular, a nuestro dios río le da igual primavera, verano, otoño que invierno y además, le da igual que lo regulen pantanos, es caprichoso e impredecible. 

Fotografiar una riada es bonito, los efectos de luz, el paisaje, el decorado que te transporta a otros lugares lejanos, etc. pero cuando se marchan los turistas y los políticos, a los lugareños le queda tener que reconstruir lo que ha destruido el agua y en ocasiones, aún no han terminado con una avenida, cuando viene otra, esta es quizás la tragedia de una avenida ordinaria, extraordinaria o neutra.


Cualquiera diría que se trata de un lago sueco o alemán









El dique natural del Castellar

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