Don Juan José, el Farmaceútico
Don Juan José Lafuente Sanz en una fotografía cedida por el Colegio de Farmacéuticos de Zaragoza y que se encuentra en su ficha colegial. |
Juan José Lafuente Sanz nació en Pamplona el 26 de marzo
de 1884, cursó estudios de Farmacia en la Universidad de Santiago de Compostela,
obteniendo el título de Licenciado en 1915, pasando tres años más tarde (1918) a
ser farmacéutico titular en Villanueva de Gállego. Nada más llegar demostró su sensibilidad
hacia los más necesitados y es que, la fecha de su llegada coincidió con la “Fiebre
española” que causó una enorme mortandad entre la población infantil a nivel general
y que estuvo a punto de ser la última gran epidemia que ha padecido España.
De entonces es la propuesta que elevó al Ayuntamiento
del pueblo, y que fue aceptada, para prestar asistencia benéfico-sanitaria (aplicando
la ya vigente ley de Instrucción Sanitaria) para recibir anualmente una cantidad
del municipio con el fin de sufragar el suministro de medicamentos a las familias
pobres de la localidad. Asistencia que se extendería más tarde a los miembros de
la Sociedad de Socorros mutuos “Unión Villanovense”.
Estaba la farmacia en los impares de la calle
Pradilla, (actualmente es un solar cercano a la Estación de Ferrocarril, en el Barrio
Bajo). Me cuenta Cristóbal Carceller que de chico, junto con sus amigos, se dedicaba
a asaltar la tapia del huerto del Boticario, que daba a la línea de tren y le “robaban”
los caquis que eran buenísimos. Don Juan José discutía con el vecino de huerto porque
sus frutas eran mejores y lo demostraba diciéndole que a él le entraban a “robar”
y a sus caquis no, porque «aunque son niños, no son tontos». Esta anécdota me recordó que en
cierta ocasión leí que Lafuente solía hacer “fórmulas magistrales” es decir, recetas
o experimentos químicos y seguramente utilizaba el huerto como laboratorio para
realizar mejoras en los cultivos o extraer plantas para sus trabajos. Que era un
hombre inquieto lo demuestra el haber sido vocal del Colegio de Farmacéuticos de
Zaragoza entre 1930 y 1936.
El mismo Cristóbal Carceller me comentó que, siendo
un niño, vio como una tarde a pocos días del Alzamiento, «vinieron unos hombres
con una camioneta con toldo y pararon delante de la puerta del Ayuntamiento,
que entonces se entraba por la calle Pradilla, casi enfrente a la puerta de mi
casa». Por una rendija de la puerta pudo observar lo que pasaba. «Los hombres
subieron al Ayuntamiento y de vez en cuando iban a buscar a algún vecino del
pueblo, lo subían al camión y se iban a por otro. Así hasta seis, entre ellos
estaba detenido D. Juan José, el Boticario. Cuando ya parecía que habían terminado
y se iban a marchar, se asomó uno de aquellos hombres por la ventana y les dijo
a los de abajo: "Bajar al farmacéutico y que se marche"». D. Juan
José se había salvado, porque los demás no volvieron, y se dijo que habían sido
fusilados.
El Farmacéutico continuó ejerciendo su profesión en
Villanueva hasta el día de su muerte, el 23 de octubre de 1959, pero su vida cambió
sustancialmente a partir de esos días de julio del 36. Su mujer falleció poco después
y más tarde su hijo que trabajaba como ingeniero de telecomunicaciones en la instalación
de la entonces incipiente televisión. Los que le conocieron en sus últimos años
dicen que se volvió más retraído, aunque seguía siendo amable y jovial con los vecinos.
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