El tío Matachín


Dionisio Malo es el señor de la derecha

Dionisio Malo era conocido como “El Matachín” y no precisamente por su apellido, sino por su oficio y es que, Dionisio era el encargado de llevar la suerte suprema de la matacía del cerdo desde el día de San Martín (por aquello de que “a cada cerdo…”) hasta San Antón (que también va acompañado de un gorrino), más o menos.
Durante ese tiempo, El Matachín era el hombre más solicitado del pueblo, había día de dos y hasta cuatro cochinos, iba acompañado por las mondongueras, que eran unas señoras muy serias entre las que se encontraba su mujer, alguna cuñada/hermana, o vecina, dispuestas siempre a remangarse el brazo para realizar las morcillas, los bolos, las longanizas, los chorizos y todo aquello que terminaba alegrando las largas veladas del invierno.
La matacía suponía toda una fiesta para mayores y niños, además era una demostración de trabajo comunitario pues en la misma colaboraban los amigos y vecinos del dueño del cerdo, quien a su vez debía corresponder en las faenas de quien le habían ayudado y así sucesivamente y una demostración también de poder económico y social. Recuerdo que el oficiante de todo aquello era Don Luis, el Veterinario (un hombre afable, pero muy cumplidor y estricto en su trabajo) él debía supervisar que todo aquello se había realizado bajo las mínimas condiciones de higiene y seguridad, cuando Don Luis daba su aprobación, entonces comenzaba la Fiesta.
  



Tengo que reconocer que a mí, me daba mucha pena el chillido de los tocinos y el miedo que se notaba en sus rostros en el momento de ser “citados”. Con todo esta actividad ha ido decayendo y casi se pueden contar las matacías que se realizan en Villanueva de Gállego en la actualidad, que casi resultan más un acto de reunión familiar que una actividad económica más. Contrasta que en 1950 existieran en el pueblo más de 500 cabezas de cerdo y en el año 2000 pasaran de las 5.000, lo que indica que se ha pasado de una sociedad rural donde el tocino formaba parte de la economía de subsistencia a otra sociedad donde prima la producción industrial. Este cambio sobre el concepto de explotación comenzó a cambiar sobre todo en los años ochenta del siglo XX, sobre a raíz del establecimiento en Villanueva de unas industrias cárnicas especializadas en este animal, Cárnicas Gallego, fue entonces cuando comenzó a ser más cómodo comprar la canal del cerdo que alimentarlo todo el año.
Y es que en las sociedades agrícolas el gorrino era también un elemento que colaboraba en la depuración de residuos pues, a la “vacía” iba a parar todos los restos orgánicos de la comida que eran transformados por el animal en la matacía, el pobre cerdo en su “zolle” se alimentaba de todas las sobras y luego, generoso, ofrecía lo mejor de sí a la casa, parientes y vecinos.


Un servidor aterrao ante lo que le están haciendo al tocino

David Pinilla Malo, es nieto de Dionisio, me hizo llegar hace tiempo unas fotografías de su abuelo ejerciendo de Matachín y, como dice el dicho de San Martín, por fin ha llegado el momento de publicarlas en su momento y fecha.


Comentarios

  1. Buenas tardes Carlos, soy Susana Malo, nieta de Dionisio. Estamos con mi padre, Dionisio Malo , leyendo muy emocionados tu post, y agradecidos al mismo tiempo por acordarte de nuestro padre y abuelo.
    Comenta mi padre, que también ayudaba en la matacía, que 4 eran los tocinos que mataban por las tardes, pero que en plena faena, cuando el abuelo era joven y todavía vivía el bisabuelo Matías ( quién le enseñó el oficio) junto con su hermano Ángel, mataban de 12 a 14 cerdos al día, y que incluso llegaron a matar 800 cerdos algún año, comenzando la faena a la una de la mañana...dicho por mi abuelo.
    Los nietos ya no hemos seguido con el oficio familiar, pero cuando algún vecino de Villanueva nos pregunta que de qué casa somos, contestamos orgullosos "somos nietos del Matachín !!".

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  2. David Pinilla Malo Muchas gracias Carlos, muy agradecidos por hacerle un hueco en tu Retabillo. Mi madre siempre comenta que un año se mataron en un invierno hasta 800, con dias de 10... eso les hacia madrugar mucho a los dos Dionisios, mi abuelo y mi tío. Inviernos de 400-500 era más habitual. Recuerda también que se cobraba sobre las 7 pesetas en los comienzos.

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  3. Manuel Bernal Gálvez Todavía recuerdo el día en que mandaron a la otra punta del pueblo a buscar la máquina de hacer las bolas. Y el tarugo del menda que volvía casa cargado contento de hacer bien el recado cargado con un saco a la espalda y dentro del saco unas pocas piedras para hacer bulto. No queráis saber el recochineo que me llevé todo el día.

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  4. Constantino Escuer Murillo Mira que tengo fotos antiguas de mi pueblo y no he podido conseguir ninguna del matachín en plena faena.

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  5. Agustin Garnica En un libro sobre nuestro pueblo de Lerin , también coordinado por José Luis Ona, tampoco pudimos conseguir estas fotos pero si que pude entrevistar al "matacochos" que aún vive, pero que lógicamente no mata ya cochos pero guarda todas las herramientas que fotografié

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  6. Bego Cuenca: en mi casa el dia que se mataba al cerdo era una fiesta y no ibamos a la escuela, era un dia de mucho trajin, y se compartia con los vecinos bolos y morcillas.

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  7. Pilar Marcen Ferrer ¡¡¡¡Que bonito ha sido leer hoy el Retabillo...ma ha hecho recordar mi niñez....nunca pude ver por la pena que me daba la matacía del cerdo....esos chillidos te llegaban a las entrañas. Después ya era otra cosa cuando ya estaba colgado...ya no daba tanta pena. Lo que mas me gustaba, era que después del matar al cerdo entraba el matarife a desayunar y sacaba mi pobre madre, esas galletas de colores de plata( las surtidas ,que entonces eran un lujo), y cuando ellos terminaban ..mi hermana y yo dabamos buena cuenta de ellas...!!

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  8. Marisa Calvo Qué joven se le ve. Cuántos recuerdos de la infancia!

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