Memorias de un funcionario de Colonización
Juan Antonio Español Lacasta era un
oscense de Caldearenas que había estudiado en el Seminario, más tarde fue
Alférez provisional y durante muchos años ejerció como cajero en la Delegación
del Ebrio del antiguo Instituto Nacional de Colonización que se encontraba en la
calle Teniente coronel Valenzuela 5, de Zaragoza. Me cuenta su nieta que su
abuelo, al igual que el resto de técnicos y administrativos de la Delegación “estaban
empeñados en hacer producir las nuevas tierras regadas y en crear puestos de
trabajo permanentes por medio de la instalación de patrimonios familiares en los
grandes regadíos de Monegros y Bardenas”. Recuerda que decía que existía un
ambiente en el que dominaba un auténtico sentido social y político de promoción
humana, así como fe en el desarrollo del trabajo. Para aquellos funcionarios no
existía el cobro de horas extraordinarias, ni se dudaba en prolongar la jornada
e incluso, sacrificar días festivos cuando lo exigía la urgencia, “entendiendo
el alto cometido emprendido”. Se actuaba con entusiasmo y un afán de perfección
en todos los aspectos; las mecanógrafas presentaban unos escritos admirables
por su pulcritud. Los contables, sin los modernos sistemas informáticos,
llevaban al día una minuciosa y detallada contabilidad de obras y cuentas de
los colonos (puedo dar fe de ello). Los técnicos, ingenieros y peritos,
desarrollaban su trabajo con amor ilusionado en pro de regantes y colonos. Algo
que ya no existía cuando su nieta se lo contaba, haya a finales de la década de
los Ochenta del siglo XX.
Recordaba don Antonio en un escrito que
se llegaron a administrar cerca de setenta mil hectáreas. En lo que se ocuparon
treinta y seis nuevos pueblos, once mil kilómetros de acequias, desagües,
caminos, nivelación de cincuenta mil hectáreas para recibir el riego de pie,
anticipos a los cultivos de los colonos (adquisiciones de ganado, maquinaria,
abonos, simientes insecticidas, pagos de contribuciones, seguros y alfardas). Entre
otras cosas.
Juan Antonio Español estuvo trabajando
en Ontinar de Salz y cuando salió mi libro, su nieta me localizó y me dio algunas
referencias de su trabajo, ella se acordaba de estas y muchas historias que hoy
he querido recordar como homenaje a todos aquellos de hicieron posible este
sueño.
Fotos: Fondo Coyne AHPZ. |
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