El castillo de Javier (Navarra)
Hoy es San
Francisco Javier, navarro universal donde los haya, cuya familia eran tenentes
y señores del castillo de su mismo nombre y que marchó al exilio francés junto
con los Albret. Nacido en este lugar el 7 de abril de 1506, tras estudiar en
París, se puso al servicio del rey portugués para evangelizar las indias
orientales. Patrón de las misiones, de las agencias de viaje y de los
deportistas (debe ser porque salió corriendo o nadando del Imperio del Sol
Naciente). Es patrón de los católicos situados en todas las tierras al este del
cabo de Buena Esperanza, en Sudáfrica. Copatrón de Navarra (junto con San
Fermín y Santa María la real) y cofundador de la Compañía de Jesús junto con
San Ignacio de Loyola. Francisco de Jasso y Azpilicueta ha pasado a la historia
como hombre sin patria (nunca reconoció a Carlos I de España como señor
natural), divulgador de la fe en extremo oriente y aventurero en las lejanas
tierras de Japón y la India. Falleció en la isla de Sanchón (China) un 3 de
diciembre de 1552 a los 46 años aunque está enterrado en Goa (India). Además de
ser venerado en la Iglesia Católica, lo es también en la Anglicana y en la
Luterana. Estas fotos las hice es pasado verano en este enclave fronterizo con
Aragón al pie de los pirineos y que conserva entre sus joyas la talla de un
cristo sonriente que, según cuenta la leyenda, sudó sangre en el momento en que
Francisco Javier agonizaba a cinco mil kilómetros de distancia. Junto a la
fortaleza se levanta una Basílica sobre el lugar donde nació el Santo. Mandada
construir por los duques de Villahermosa (María del Carmen de Aragón Azlor y su
marido José Manuel de Goyeneche, Conde de Guaui) quienes recuperaron la
fortaleza y una vez reconstruida la donaron a la Compañía de Jesús.
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