No es nueva
Bordeando los altos del Vedao, entre el cabezo de “Fornillé”
y la “Venta de Coscón”, discurre la vieja
calzada romana que unía Cesaraugusta
con Pompaelo, conocida en la
actualidad por “Camino de Castejón”.
Restos de esta red viaria todavía se pueden observar en el aliviadero de la “Balsa del Piojo” y a la altura del
kilómetro 10 de la llamada “carretera de
Castejón” (que une Villanueva de Gállego con Ejea de los Caballeros), lugar
donde se encontraba la Venta de Coscón, de la que hoy tan solo quedan la balsa
que recogía el agua procedente de los barrancos adyacentes y, en un lugar
próximo, protegido por la loma, las ruinas conocidas como “El Santuario” en las que todavía se pueden apreciar el arranque de
dos arcos de medio punto adosados a la pared . La vía se adentra en “los
pinares” hasta alcanzar el “Alto de Esteban” o antigua subida de “Las Fajas”, a la altura del kilómetro 21
de la misma carretera, punto donde mejor se puede observar el estado de la
calzada. Ésta se adentra en las Cinco Villas tras dejar numerosos vestigios en
la localidad de Castejón de Valdejasa. Poco antes de llegar a esta población
existe una fuente de esa época. Dicha vía cruza los “montes de Sora” y se
encamina hacia los Bañales, Sádaba y por Sofuentes se adentra en Navarra,
delimitando las antiguas cabañeras de ganado que bajaban desde el Pirineo.
Otra importante calzada que atraviesa el término
municipal, es la llamada Via Lata
que, bordeando el Gállego, llegaba hasta el puerto de Palo. La “vía ancha” (70
m.) se confunde con lo que hasta hace pocos años era la cabañera real que
limita el pueblo por su lado occidental y hoy día se encuentra bajo la autovía
de Zaragoza a Huesca. Tal como aduce Mª. Ángeles Magallón Botaya, esta calzada
partía del “Puente de piedra” y recorría unas 15 millas entre Caesaraugusta y la Manssio Gallicum, distancia que equivale a entre 21 y 22 kilómetros,
lugar donde se ubica el actual puente del ferrocarril sobre el Gállego, a la
altura de Zuera, en una partida conocida como “El Convento”. Justo frente al
mencionado puente se encuentran las ruinas del Monasterio de “Nª. Sra. de los
Santos”, construido sobre la histórica manssio.
A la vista de las investigaciones se puede deducir
que esta vía, poco después de partir en el Puente de Piedra, se bifurcaba hacia
las Cinco Villas a la altura del barrio de San Gregorio y, tras bordear la terraza fluvial por su
parte inferior, atravesaba el actual Villanueva, cruzaba la huerta a la altura de la actual Torre del Aliagar
para alcanzar el Gállego gracias a un vado situado cerca de la Manssio
Gallicum. Una vez superada ésta, partía en dos direcciones; una hacia Huesca y
la otra, bordeando el río, hacia el Pirineo, dando nombre a la zona de La Violada o “vía ancha”.
A lo largo de la huerta existen, además, pequeños
yacimientos que atestiguan esta ocupación desde, al menos, tiempos de Augusto.
Antonio Ferreruela Gonzalvo localizó uno junto a la balsa conocida como “Las
Pesqueras” situada bajo el paso de la Cabañera real, al pie de una loma, en la
cual se han labrado un conjunto de muros en un radio de 200 x 100 m. en el que
se sitúan estructuras más o menos inconexas que denotan ciertas formas
cuadrangulares de unos 40 cm. de espesor, compuestos por sillares de alabastro
y guijarros de tamaño medio. En este muro se han encontrado tégulas, terra sigillata itálica, hispánica y cerámica norteafricana, así
como diversos utensilios domésticos. Existen restos junto al Gállego, bajo el
azud de Urdán, a la altura de la
Papelera del Batán, de muro compuesto por opus
signum blanco, un pavimento muy similar al encontrado en Zaragoza hacia la
primera mitad del siglo I. El profesor Manuel Martín Bueno catalogó en su día
diversos restos de esta época como cerámicas de terra sigilata, monedas, estelas discoideas y fragmento de mosaicos
encontrados en las cercanías del cauce de Rabal a la altura del conocido “Campo
Grande” y en la “torre del Aliagar,” hallazgos que indican, al menos durante el
Bajo Imperio, la existencia de casas de campo o “villas”.
Camino de Castejón a la altura del Vedao de Villanueva |
Tras la fundación de Cesaragusta se creó, alrededor de la colonia, una serie de
edificaciones con cierto carácter estratégico denominadas Stationes y destinadas a controlar las vías de acceso a la ciudad,
garantizar su abastecimiento y establecer el Territorium de la misma. Entre los siglos I y III, tras el período
pacificador de Augusto, la colonia Cesaraugustana alcanza su estabilidad
ciudadana gracias a la reorganización administrativa mediante su declaración
como colonia inmune y cabeza de un conventus,
cuya jurisdicción abarcaba una extensa zona del valle medio del Ebro.
La expansión de la romanización en el espacio
circundante, el ascenso en el nivel de vida de sus habitantes y, seguramente,
la necesidad de éstos por demostrar cierto status hizo que la sociedad
cesaraugustana comenzara a sentir otras necesidades más acordes con sus nuevas
expectativas. Así, las clases dirigentes y las élites buscan en el extrarradio
lugares de esparcimiento y recreo en una segunda residencia y las antiguas
instalaciones castrenses, pasan a convertirse en Villae civiles.
Pueden distinguirse hasta tres modelos
fundamentales: Villas suburbanas; casas de campo o de recreo situadas muy cerca
de la ciudad que, en ocasiones, pueden no estar exentas de pequeñas
explotaciones agrícolas o pecuarias. Villas de carácter urbano o residencial, a
menudo señoriales y por último Villas rústicas. Estas últimas serían
explotaciones agrícolas o ganaderas en las que residían de manera permanente
criados o esclavos dedicados a la explotación y ordenados por el villicus (encargado o torrero). La
residencia del dueño en su finca solo es esporádica y coyuntural. Predominan en
la construcción de éstas el carácter modesto e industrial, sobre el lujoso de
las anteriores. La extensión agropecuaria que rodeaba estas edificaciones solía
estar configurada en porciones cuadrangulares de tierra denominadas Centuriaciones, con una extensión
aproximada de media hectárea. Restos de este tipo de parcelas se conservan
todavía hoy en la huerta villanovense bajo la denominación de “Campo grande”.
Gracias a la fotografía aérea, también se pueden visualizar restos de centuriación a la altura de la Torre de
San Miguel. En palabras de José Sancho Martí «este tipo de hábitat es
testimonio del primer fenómeno de suburbanización estacional de la historia».
Manuel Martín Bueno ubica este tipo de
construcciones junto a las vegas de los ríos, en los cauces de acequias o
próximas a éstos. Su estructura constructiva solía ser similar. Constaban de
planta rectangular con un cuerpo central, abierto al aire, a la luz y al agua
de lluvia, que se recogía gracias al tejado dispuesto de manera que facilitara esta
función, rodeaban a este patio todas las habitaciones de la casa dispuestas en
una sola planta. Carecían de vista exterior y en la parte posterior se ubicaba
un pequeño jardín. Los romanos tomaron modelo de las construcciones etruscas y
griegas, cuyos ejemplos mejor conservados se localizan en Pompeya.
Torre del Bayle y Comercio según imagen captada por Google maps en la que se puede apreciar la disposición de un asentamiento rural o "torre" |
Bibliografía:
Mª.
Ángeles Magallón Botaya, La red viaria romana en Aragón. Diputación
General de Aragón, Zaragoza 1987, págs. 89-90.
Antonio
Ferreruela Gonzalvo, Tres nuevos asentamientos romanos en el valle del Río
Gállego, Separata de Caesaraugusta, nº. 74. “Institución Fernando el
Católico (CSIC) Zaragoza 2000, pág. 265.
“Un asentamiento romano de carácter rural en
el valle del río Gállego, Boletín 6. Museo de Zaragoza, 1987, págs.
71-115.
Manuel Martín Bueno,”Villas romanas” Gran Enciclopedia Aragonesa tomo XII.
Unali Ediciones, Zaragoza 1981, págs. 3348-49.
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