No es nueva

 
Calzada en el kilómetro 21 de la carretera entre Castejón y Villanueva, antes del incendio de 2008

Bordeando los altos del Vedao, entre el cabezo de “Fornillé” y la “Venta de Coscón”, discurre la vieja calzada romana que unía Cesaraugusta con Pompaelo, conocida en la actualidad por “Camino de Castejón”. Restos de esta red viaria todavía se pueden observar en el aliviadero de la “Balsa del Piojo” y a la altura del kilómetro 10 de la llamada “carretera de Castejón” (que une Villanueva de Gállego con Ejea de los Caballeros), lugar donde se encontraba la Venta de Coscón, de la que hoy tan solo quedan la balsa que recogía el agua procedente de los barrancos adyacentes y, en un lugar próximo, protegido por la loma, las ruinas conocidas como “El Santuario” en las que todavía se pueden apreciar el arranque de dos arcos de medio punto adosados a la pared . La vía se adentra en “los pinares” hasta alcanzar el “Alto de Esteban” o antigua subida de “Las Fajas”, a la altura del kilómetro 21 de la misma carretera, punto donde mejor se puede observar el estado de la calzada. Ésta se adentra en las Cinco Villas tras dejar numerosos vestigios en la localidad de Castejón de Valdejasa. Poco antes de llegar a esta población existe una fuente de esa época. Dicha vía cruza los “montes de Sora” y se encamina hacia los Bañales, Sádaba y por Sofuentes se adentra en Navarra, delimitando las antiguas cabañeras de ganado que bajaban desde el Pirineo.

Otra importante calzada que atraviesa el término municipal, es la llamada Via Lata que, bordeando el Gállego, llegaba hasta el puerto de Palo. La “vía ancha” (70 m.) se confunde con lo que hasta hace pocos años era la cabañera real que limita el pueblo por su lado occidental y hoy día se encuentra bajo la autovía de Zaragoza a Huesca. Tal como aduce Mª. Ángeles Magallón Botaya, esta calzada partía del “Puente de piedra” y recorría unas 15 millas entre Caesaraugusta y la Manssio Gallicum, distancia que equivale a entre 21 y 22 kilómetros, lugar donde se ubica el actual puente del ferrocarril sobre el Gállego, a la altura de Zuera, en una partida conocida como “El Convento”. Justo frente al mencionado puente se encuentran las ruinas del Monasterio de “Nª. Sra. de los Santos”, construido sobre la histórica manssio.

A la vista de las investigaciones se puede deducir que esta vía, poco después de partir en el Puente de Piedra, se bifurcaba hacia las Cinco Villas a la altura del barrio de San Gregorio  y, tras bordear la terraza fluvial por su parte inferior, atravesaba el actual Villanueva, cruzaba la huerta  a la altura de la actual Torre del Aliagar para alcanzar el Gállego gracias a un vado situado cerca de la Manssio Gallicum. Una vez superada ésta, partía en dos direcciones; una hacia Huesca y la otra, bordeando el río, hacia el Pirineo, dando nombre a la zona de La Violada o “vía ancha”.



A lo largo de la huerta existen, además, pequeños yacimientos que atestiguan esta ocupación desde, al menos, tiempos de Augusto. Antonio Ferreruela Gonzalvo localizó uno junto a la balsa conocida como “Las Pesqueras” situada bajo el paso de la Cabañera real, al pie de una loma, en la cual se han labrado un conjunto de muros en un radio de 200 x 100 m. en el que se sitúan estructuras más o menos inconexas que denotan ciertas formas cuadrangulares de unos 40 cm. de espesor, compuestos por sillares de alabastro y guijarros de tamaño medio. En este muro se han encontrado tégulas, terra sigillata itálica, hispánica y cerámica norteafricana, así como diversos utensilios domésticos. Existen restos junto al Gállego, bajo el azud de Urdán, a la altura de la Papelera del Batán, de muro compuesto por opus signum blanco, un pavimento muy similar al encontrado en Zaragoza hacia la primera mitad del siglo I. El profesor Manuel Martín Bueno catalogó en su día diversos restos de esta época como cerámicas de terra sigilata, monedas, estelas discoideas y fragmento de mosaicos encontrados en las cercanías del cauce de Rabal a la altura del conocido “Campo Grande” y en la “torre del Aliagar,” hallazgos que indican, al menos durante el Bajo Imperio, la existencia de casas de campo o “villas”.

Camino de Castejón a la altura del Vedao de Villanueva

Tras la fundación de Cesaragusta se creó, alrededor de la colonia, una serie de edificaciones con cierto carácter estratégico denominadas Stationes y destinadas a controlar las vías de acceso a la ciudad, garantizar su abastecimiento y establecer el Territorium de la misma. Entre los siglos I y III, tras el período pacificador de Augusto, la colonia Cesaraugustana alcanza su estabilidad ciudadana gracias a la reorganización administrativa mediante su declaración como colonia inmune y cabeza de un conventus, cuya jurisdicción abarcaba una extensa zona del valle medio del Ebro.

La expansión de la romanización en el espacio circundante, el ascenso en el nivel de vida de sus habitantes y, seguramente, la necesidad de éstos por demostrar cierto status hizo que la sociedad cesaraugustana comenzara a sentir otras necesidades más acordes con sus nuevas expectativas. Así, las clases dirigentes y las élites buscan en el extrarradio lugares de esparcimiento y recreo en una segunda residencia y las antiguas instalaciones castrenses, pasan a convertirse en Villae civiles.

Pueden distinguirse hasta tres modelos fundamentales: Villas suburbanas; casas de campo o de recreo situadas muy cerca de la ciudad que, en ocasiones, pueden no estar exentas de pequeñas explotaciones agrícolas o pecuarias. Villas de carácter urbano o residencial, a menudo señoriales y por último Villas rústicas. Estas últimas serían explotaciones agrícolas o ganaderas en las que residían de manera permanente criados o esclavos dedicados a la explotación y ordenados por el villicus (encargado o torrero). La residencia del dueño en su finca solo es esporádica y coyuntural. Predominan en la construcción de éstas el carácter modesto e industrial, sobre el lujoso de las anteriores. La extensión agropecuaria que rodeaba estas edificaciones solía estar configurada en porciones cuadrangulares de tierra denominadas Centuriaciones, con una extensión aproximada de media hectárea. Restos de este tipo de parcelas se conservan todavía hoy en la huerta villanovense bajo la denominación de “Campo grande”. Gracias a la fotografía aérea, también se pueden visualizar restos de centuriación a la altura de la Torre de San Miguel. En palabras de José Sancho Martí «este tipo de hábitat es testimonio del primer fenómeno de suburbanización estacional de la historia».

Manuel Martín Bueno ubica este tipo de construcciones junto a las vegas de los ríos, en los cauces de acequias o próximas a éstos. Su estructura constructiva solía ser similar. Constaban de planta rectangular con un cuerpo central, abierto al aire, a la luz y al agua de lluvia, que se recogía gracias al tejado dispuesto de manera que facilitara esta función, rodeaban a este patio todas las habitaciones de la casa dispuestas en una sola planta. Carecían de vista exterior y en la parte posterior se ubicaba un pequeño jardín. Los romanos tomaron modelo de las construcciones etruscas y griegas, cuyos ejemplos mejor conservados se localizan en Pompeya.

Torre del Bayle y Comercio según imagen captada por Google maps en la que se puede apreciar la disposición de un asentamiento rural o "torre"

Bibliografía: 
Mª. Ángeles Magallón Botaya, La red viaria romana en Aragón. Diputación General de Aragón, Zaragoza 1987, págs. 89-90.
Antonio Ferreruela Gonzalvo, Tres nuevos asentamientos romanos en el valle del Río Gállego, Separata de Caesaraugusta, nº. 74. “Institución Fernando el Católico (CSIC) Zaragoza 2000, pág. 265.
 “Un asentamiento romano de carácter rural en el valle del río Gállego, Boletín 6. Museo de Zaragoza, 1987, págs. 71-115.

Manuel Martín Bueno,”Villas romanas” Gran Enciclopedia Aragonesa tomo XII. Unali Ediciones, Zaragoza 1981, págs. 3348-49.

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