Acuerdo de pésame del Ayuntamiento de Villanueva de Gállego por el fallecimiento de Francisco Pradilla
Acta del Pleno del Ayuntamiento de Villanueva por el que se acuerda enviar el pésame de la localidad por la muerte de su ilustre hijo |
El 6 de noviembre de 1921 el consistorio de Villanueva de Gállego (Zaragoza) se reunió en sesión plenaria y extraordinaria para abordar un solo punto en el orden del día. Transmitir su más sentido pésame; a la familia del ilustre villanovense que acaba de fallecer cinco días antes en Madrid. La intención era buena, meritoria y loable tan solo un pero. Un pequeño detalle que pudo dar al traste con tan buena intención, se equivocaron en el nombre del finado y, en lugar de hacer constar en acta a “Francisco Pradilla” lo hicieron a “Joaquín Pradilla”.
Desconozco de donde salió esa
referencia pues ninguno de los “Pradillas” existentes en el pueblo en ese momento
recibían tal nombre además, suele ser costumbre en la localidad que, cuando se
desconoce el nombre de una persona se recurre generalmente al nombre del padre
o de algún antepasado común que se relacione con la familia. Sabemos que su
padre se llamaba Miguel y su abuelo Pedro. Aunque su abuela paterna, es decir
la esposa de Pedro se llamaba Joaquina, en ocasiones se adoptan referencias
femeninas (apodos) para nombrar a un varón. Además era muy conocido en
Villanueva su hermano Pascual, que residía en Zuera y tenía una ganadería de
reses bravas, don Francisco había estado hacía poco en el pueblo y por entonces
la prensa se hizo eco enseguida del óbito, por lo que resulta extraño este
error. Me ha llamado la atención que en Villanueva vivía por entonces un “Joaquín
Ortiz Rivas”, que contaba por entonces 32 años, era jornalero y vivía en la
calle del paso número 24. Desconozco si éste, era familia del pintor por la rama
materna y fue quien dio el aviso al ayuntamiento del deceso de su pariente y al
anotarlo en el acta, el secretario de entonces tuvo un lapsus y puso el “mote”
de la familia o el nombre del interesado en que constara reflejado el
sentimiento de la localidad. Sea como fuere así ha pasado a la historia,
desconozco si en el telegrama o la carta que se envió a la familia, figuraba el
nombre erróneo.
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