A vueltas con el tema catalán
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A vueltas con el tema de moda quisiera añadir dos cosas que
llevo dándole vueltas hace unos días. En primer lugar creo que la cosa debería
estar más clara es decir, Cataluña ha recibido durante los últimos cuarenta
años dinero público tanto del Gobierno español, como de la Comunidad Europea
destinado a la creación de un “estadito” dentro del Estado y ha recibido por
parte del Estado central una serie de competencias para desarrollar esta
actividad, en algunos casos que no debería haber cedido de ninguna manera. El dinero
público que han recibido los catalanes para hacer su “estadito” procede de los
impuestos que pagamos todos los españoles y parte de los europeos, que eso lo
deberían saber algunos también, así como de catalanes “indépes” y no “indépes”.
Pues bien, los catalanes “indepes” han montado con dinero público procedente
del gobierno español, de las comunidades europeas y de todos los contribuyentes
una digamos “orgía secesionista” (malversación de fondos públicos) sin tener en
cuenta que dos tercios de los ciudadanos catalanes pasan absolutamente de los
delirios independentistas el otro tercio, es decir son “no indépes” y lo que es
peor, el gobierno de Cataluña se ha puesto del lado de ese tercio ignorando a
los otros dos tercios, (traición, abuso de poder y dejación de responsabilidades)
convoca un referéndum con unos resultados que se desconocen y hacen una
pantomima de declaración de independencia-república (rebelión y sedición).
Seguramente el gobierno español lo habrá hecho muy mal,
pésimamente mal y reprochable, pero hay una verdad constatada y es que unos
listos con dinero público, procedente del sacrificio de millones de ciudadanos,
se han querido montar un chiringuito a costa de toda una nación provocando o
intentando provocar una rebelión y eso, como dijo el rey, es inadmisible y por
eso están en la cárcel los que están y creo que aún debería estar alguno más. Además
el escándalo de corrupción política en Cataluña es incomparable con cualquier
otro caso de los que se han producido en España en los últimos años, no se
puede asemejar ni comparar con ninguno, quizás tan solo con la banda terrorista
ETA y los batasunos otros que al igual que éstos, utilizaban dinero público, es
decir de todos los ciudadanos, para ir con el estado que les subvencionaba sus
actividades, llegando a ser España el único país que subvencionaba a unos tíos
que les podían matar en cualquier momento, lo cual es digno de investigación
psiquiátrica pues demuestra que, mordiendo la mano que nos alimenta, dejamos
claro que somos incapaces de ganarnos la vida con nuestros propios medios y por
tanto, necesitamos rebelarnos contra quien pone en evidencia nuestra falta de
iniciativa, algo que hiere nuestro orgullo. Aunque en el caso de ETA existía
otro componente que prefiero no referir por sus connotaciones digamos
personales.
Aquí me viene la otra idea que tengo rondando por la cabeza
y es el mito de la laboriosidad catalana. Falso mito donde los haya pues en España
hemos pasado doscientos años sufriendo el proteccionismo de los textiles
catalanes que, y como decía muy bien el otro día el profesor Martín Bueno, han
arruinado al interior peninsular ya que mientras Castilla vendía por cinco
pesetas el trigo a Cataluña, éstos hacían lo propio con los textiles al resto
de opresores a 7 pesetas con lo cual la ganancia estaba servida para los
oprimidos claro, y es que esta es una revolución de señoritos, una revuelta de
privilegiados. Ya Aragón en el Compromiso de Caspe prefirió una dinastía
castellana entre otras cosas, porque los negocios con el Condado no
funcionaban, ellos se llevaban la pasta y los aragoneses ponían la mano de obra
y como recompensa, de vez en cuando les daban alguna reliquia para que
estuvieran contentos. Mientras que la lana aragonesa tenía más salida por
Santander que por Barcelona, muestra de esto es el florecimiento de Zaragoza
durante el siglo XVI.
Solo faltó que, con la entrada de España en la Comunidad
europea, se acabara el monopolio de los textiles catalanes para que ocurrieran
dos cosas; una que un gallego creara el mayor imperio textil del mundo en tan
solo treinta años, lo que ningún industrial catalán fue capaz de hacer en
doscientos con el apoyo de todo un país, ¡si es que son muy listos! Y la otra
cosa fue que sucedió la estamos sufriendo ahora y es que, desaparecida una manera
de vivir del monopolio textil, se inventaron la industria del nacionalismo de
la que han vivido durante este tiempo a base de subvenciones y apoyos estatales
y europeos, régimen en el que algunos quieren seguir viviendo, pero que nos ha
llevado a estos extremos.
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