Tierra de los Rucones

Valle del Aragón, donde al parecer habitaban los rucones

Pascual Madoz cita en su Diccionario enciclopédico[1] al primitivo pueblo de los rucones. Estos serían quienes darían nombre, entre otros territorios al valle de Roncal y a La Rioja. Las primeras citas que tenemos de los rucones se las debemos a San Isidoro, quien recoge que los reyes visigodos Sisebuto y Suintila les hicieron guerras. El monje de Albelda los llama vascones y es que de rucón, por deformación, fácilmente se pasa a decir vascón. Otro monje de la Edad Media, llamado el Biclarense los llama “aragones”, considerando por tanto que Aragón proviene de la degeneración de rucón, siendo el río y el reino; el de los rucones. Prosigue diciendo Madoz que el padre Henao, después de arduas disquisiciones, llegó a la conclusión de que los rucones eran riojanos. En el siglo VI (tiempo de los godos) eran limítrofes con los suevos quienes, encabezados por su rey Miro y hacia el año 572, atacan a los rucones. La idea que defiende esta tesis es que Ruconia (añadiéndose la terminación latina “nia”), da nombre al río Oca, afluente burgalés del Ebro, que también se conoce como Besga.

Sea cierta una u otra hipótesis, los rucones aparecen citados por vez primera en el siglo VI, con motivo de enfrentamientos con los reyes visigodos. Si es así, es posible que ya estuvieran siglos antes y que seguramente se trate de tribus traídas por los romanos para guerrear en Hispania y colonizar después la península Ibérica, bien deportados de sus regiones originales, bien por haber pertenecido a sus legiones y luego, como premio, fueran asentadas sobre los territorios que se habían conquistado. Hay quien dice que provienen del Cáucaso (Georgia o Armenia). Con todo, no es seguro que la palabra Aragón provenga de Rucón, aunque es posible que este pueblo habitara en la margen occidental de dicho cauce, hasta las montañas vascas por el norte y al sur se extendiera hacia las sierras riojanas y es que, el Aragón también divide Navarra en dos.

Aparte de todas estas conjeturas e impresiones, no existe una vinculación reconocida entre los antiguos íberos y la meseta armenia, ni entre la Iberia georgiana con la española. Incluso las semejanzas idiomáticas entre el vasco y el armenio o el georgiano no están claras, ya que estas son lenguas indoeuropeas y el euskera no (en mi opinión personal el vasco no es una lengua en sí, sino un conglomerado de diversas, entre las que estaría el Latín, el Celta, el Aquitano, etc.). En cuanto a la similitud del término Iberia; esta denominación fue la que dieron los griegos a la costa levantina y por extensión a la totalidad del territorio peninsular. Todo parece indicar que fue impuesta por los foceos, en recuerdo por la actual república de Georgia, donde había un río Iber. Se empleó el mismo nombre para designar las dos regiones extremas al oeste y al este del mundo conocido, bien es cierto que más occidentales estaban las costas gaditanas e incluso el Guadiana. El concepto iberización es utilizado por los historiadores de la antigua Hispania para definir el proceso de formación e influjo en otros pueblos vecinos, e iniciado por los griegos. Gracias a esta influencia, los primitivos pueblos ibéricos abandonan progresivamente la producción doméstica, adoptan la vivienda cuadrangular, el hierro, el torno de alfarero y las esculturas tan perfectamente talladas como la Dama de Elche. La proliferación de poblados y la explotación más sistemática del suelo, favorecen la consolidación de los rasgos culturales propiamente ibéricos, entre los que destaca la adopción de la escritura a partir del siglo V a. C.

Paisaje de Ruconia




[1] Madoz, Pascual. Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de Ultramar, Madrid (tomo XIII) 1845-1850.
Lafuente, Modesto. Historia General de España, (tomo 2) Montaner y Simón, editores. Madrid 1888.


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